Capítulo 9: Plan ejecutado

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Andrea

Me remuevo incómoda en la silla, es verdad que me gusta estudiar, pero no en este ambiente, teniendo a personas que me agreden a menos de un metro de distancia, hasta el momento mi único consuelo es Pía y Donato, que no me han dejado sola después del incidente de la semana pasada. Y también, ayuda el hecho de que Donato va en la misma clase que yo, sigue siendo frío y distante, pero se que está al pendiente... Y aunque lo hace por Dante, es un buen gesto.

Mi vida va tomando otro rumbo gracias a mi salvador, las tardes las paso con él, cada día nos conocemos mejor. Ahora se que es el tutor de sus hermanos, y que sus padres fallecieron hace unos años, al ver que le dolía hablar de eso le dije que estaba bien, ambos nos hemos vuelto más unido, por lo que me he ido soltando más, ambos lo hemos hecho. Pasar tiempo con él, con sus hermanos, me gusta y me ayuda a distraerme de mi realidad.

Las terapias son tres veces por semana, en esas no me ha ido tan bien y es que no me gusta la idea de tener que contarle mis problemas a una persona que no conozco.

Esa ansiedad por comer cosas sin control y los atracones siguen presentes, y sé que no se irán de un día para otro. Aún no lo he asimilado del todo, pero voy por buen camino, Dante y yo hemos estado investigando sobre mi enfermedad, y puedo decir que al hacerlo no puedo creer lo ciega que he estado por años.

Las peleas con Lorenza las he evitado a toda costa, de igual manera ella ha estado de aquí para allá, y sé que algo traman, solo espero que no sea nada mano, aunque lo dudo, ya que lo que venga de esa mujer no puede ser bueno.

Mi padre me ha llamado, se ha dignado a llamar a su hija, obviamente no le respondí, gran parte de mis problemas son por su culpa. ¿De qué me sirve recibir un regalo en cada cumpleaños si no lo veo? Si no está cuando lo necesito, si no me conoce y no lo conozco, si estoy sufriendo y él no está para ayudarme. No lo quiero cerca, no, el ha perdido todos sus derechos cuando me dejó en manos de esa loca.


—¿De qué estamos hablando Señorita Lombardi? —la pregunta del profesor me regresa a la realidad, mis manos sudan y los nervios se hacen presentes al no saber que decir.

—La crisis del 30 —escucho el susurro de Donato a mis espaldas.

—La crisis del 30 —repito como teléfono cortado.

—Bien —es todo lo que dice.

—Gracias —susurro cuando levanto el borrador que tire a propósito.

—Un placer, cuñada —dice sonriendo con picardía, provocando que mis ojos se abran como plato, y mis mejillas se enciendan.

Avergonzada me doy la vuelta para evitar que se siga burlando, en cada oportunidad que tiene me llama así, pero ni siquiera sé porque lo hace, solo somos amigos. Bueno sé que es inevitable que me enamore, pero es que por dónde lo mires es perfecto, es caballeroso, inteligente, tiene buen corazón, y guapo, esas solo son algunas de sus cualidades, aunque debo reconocer que durante el tiempo que nos conocemos me he dado cuenta de que el hablar de sus padres lo altera, además de que exagera con la seguridad.


El sonido del timbre me resulta glorioso, ya se me estaba haciendo insoportable la clase. Meto todas mis cosas en mi mochila para después colgarla por mis hombros y comenzar a caminar hacia la salida, pero la mano de alguien en mi brazo me impide seguir mi camino.

—Dante dijo que nos vayamos juntos —avisa invitándome a seguirlo.

—Está bien, entonces busquemos a Pía —digo siguiéndolo.

—¡No siempre podrá protegerte, puerca! —escucho el grito de una de las personas que más me ha hecho daño.

—Cuida tus palabras, zorra —dice la vocecilla de Pía llegando a nosotros.

Amor sinceroWhere stories live. Discover now