19 ⌘ Es mi Hermana, Imbécil

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Fue por eso que Tai no vio el menor problema cuando se levantó al baño por su cuenta, segura de que James estaba lo suficientemente absorto en la plática como para notar su ausencia.

Pero al salir del baño, una mano se posó en su hombro, asustándola antes de reconocer al inglés parado a un costado de la puerta.

—¿Crees que podamos hablar un momento? —James le preguntó en voz baja, como si temiera que Tai saliera corriendo de ahí en cualquier momento.

No estaba del todo equivocado, ya que Tai lo hubiera hecho si sus pies no se hubieran quedado anclados en el suelo ante la sorpresa de verlo esperándola fuera del baño.

Tai miró hacia la puerta de la cafetería, con la esperanza de que alguien pudiera salir y rescatarla. En ese punto, incluso se colgaría del brazo de Arizona si fuera ella la que saliera por la puerta.

Pero temiendo que estuviera exagerando las cosas, y tal vez James solo quería hablar de cualquier cosa, Tai suspiró y le dedicó una media sonrisa al inglés y con la cabeza le indicó que lo siguiera.

Solo fue necesario que salieran hacia el jardín próximo de la cafetería, algo que Tai agradeció, ya que pudo ver a varios alumnos sentados en el pasto mientras comían el almuerzo, evitando estar completamente sola con James.

Él se detuvo junto a una banca vacía, mirando hacia el horizonte con las manos metidas en las bolsas del pantalón.

Tai aprovechó el pequeño silencio que se tensó entre los dos para sentarse, jugando con las mangas del saco al sentir el aire fresco de la mañana. Otra vez estaba nublado, y el aire comenzaba a ser frío, por eso también se abrazó a sí misma, esperando a que James tomara la iniciativa de hablar.

—Este clima me recuerda un poco a Londres.

Tai levantó la vista. ¿Realmente iba a hablar sobre el clima?

Se dio cuenta de que los brazos de James temblaban a sus costados. Tai se mordió los labios. Parecía nervioso, o tal vez solo era el frío. Por eso musitó en voz baja, dándole tiempo a James para que pudiera ordenar sus ideas.

Una ráfaga de viento hizo que Tai se encogiera en su lugar, el frío calando en sus huesos. El saco del uniforme no iba a ser suficiente si las nubes negras en el cielo eran indicadoras de la lluvia que caería más tarde.

—Creo que no vale la pena dar tantos rodeos al asunto —James suspiró, pero no se movió de su lugar. Giró la cabeza, mirándola directamente a los ojos—. Así que lo diré sin más. Me gustas mucho, Tailime.

Tai lo sabía, pero eso no evitó que el aire se le fuera de los pulmones cuando escuchó esa frase. De morderse ambos labios pasó a solo morderse el labio inferior, ocultando las manos dentro de las mangas del saco.

—Siempre me has gustado, pero no me di cuenta de lo mucho que me gustas hasta el día de ayer, con el cambio de cabello —confirmó James mirando hacia el suelo—. Realmente diste en el clavo.

—¿Por qué?

—Bueno —James sacó una mano del pantalón para señalarla en general—. Creo que no eres consciente de lo bonita que eres. Nunca he entendido el porqué, pero eso hace que seas más atractiva. El cabello negro resalta el color de tu piel, y esos ojos... —James gruñó, levantando la mirada al cielo—. No me hagas hablar de tus ojos. Me perdí en ellos desde el primer día que los vi.

Tai sintió sus mejillas arder, sin saber bien si era por vergüenza o por incomodidad. Nunca nadie antes había hablado de ella de esa manera. Y si esa confesión la estaba haciendo sentir incómoda a ella, podía entender mejor la reacción de Alek años atrás.

La Historia Entre Los Dos [Libro #1]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz