Tan Poca Vida

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Y efectivamente, qué poca vida esta, harían falta muchísimas más para poder abarcar todo lo que una persona anhela realizar con todo su corazón, alcanzar una ínfima parte de sus deseos.

Tan Poca Vida me ayudó en lo que fue uno de los años (no voy a decir más duros, pero quizás si incongruentes). Esto no va a ser una reseña ni mucho menos, más allá de cómo un libro, texto u obra literaria, puede ayudar a reconocer ciertos patrones de conducta y poder analizarlos sin necesidad de comerse la cabeza desde una perspectiva insana y deshumanizante.

Hay una frase que a día de hoy, tras haberlo acabado hace muchos meses, resuena en mi cabeza y para poner un poco de contexto entre esta frase tan poderosa;

Dos de los personajes se encuentran en la disyuntiva emocional, uno está totalmente exasperado al romper un simple jarrón, pero oh, no sabréis jamás el poder de este objeto y lo que servirá como experiencia después.

El otro individuo, en vez de reprocharle este acto, lo advierte de la siguiente forma;

«Podría decirte que este incidente es una metáfora de la vida: los objetos se rompen y a veces se reparan, pero en la mayoría de los casos te das cuenta de que, por graves que sean los daños, la vida se reorganiza para compensarte de tu pérdida, a veces de una forma maravillosa.»

Personas que hayan pasado por un abuso intrafamiliar o viceversa (no entraré en detalles), estarán de acuerdo conmigo cuando dicto que es un acto de empatía y cariño enorme el actuar desde una notoriedad comprensiva.

Las personas nos dejamos llevar por los patrones, somos igual que el experimento sobre el comportamiento de . Una vez aprendido ese abuso, es muy difícil discernir más allá de él, el llegar a comprender que, tras haber sido víctimas, se puede conseguir un afecto sin motivos secundarios detrás.

Con todas estas conjeturas que realizo, solo quiero jactarme de todos esos actos que una vez me hicieron tan pequeñita, minúscula, como una nuez.

Miedo a querer y miedo a ser amada, miedo a los cambios, miedo al afecto, miedo a la rutina y miedo al ser, con lo que, dicto la siguiente cita;

«Añoraba los años en que le bastaba con estar en su habitación desplazando la mano sobre un papel cuadriculado, sin tener que tomar decisiones ni andar en busca de su identidad, cuando sus padres lo decidían todo por él y en lo único que tenía que concentrarse era en el limpio trazo de una línea o la perfecta linealidad de una regla.»

No tengo más motivos para querer a este libro y todo lo que abarca, la pérdida del ello, de todo lo que fluctua, el poder volver a encontrarse y perderse en el proceso.

Espero poder encontrarme yo también algún día.

Cerrará el grifo de la ducha, se tumbará en la bañera y apoyará la mejilla en la baldosa con la esperanza de encontrarse mejor. Recordará lo atrapado que está, atrapado en un cuerpo que aborrece, en un pasado que aborrece, sabiendo que no será capaz de cambiar ni uno ni otro. Querrá llorar de frustración, de odio y de dolor [...] Sentirá que no es nada, tan solo una cáscara cuyo fruto se momificó y se encogió hace tiempo, y suena inútilmente si se la agita. Experimentará aquel hormigueo, aquel estremecimiento de asco que le sobreviene tanto en los momentos más felices como en los más desgraciados, y se preguntará quien se cree que es para molestar a los demás, para pensar que tiene derecho a seguir existiendo cuando hasta su cuerpo le dice que tiene que detenerse.

Diarios de una veinteañeraWhere stories live. Discover now