¡Maldita sea!

No quiero que Molly se vaya con el gilipollas ese, quiero que se quede como estamos hasta ahora; por otro lado quiero que Alara esté bien, quiero hacer todo lo que hace años prometí que aunque no he hablado más sobre el tema, son promesas que aún pesan sobre mis hombros, porque ella sí me las recalca cada segundo. Y por otro jodido lado está mi hijo, ni siquiera tengo el puñetero valor de llevarlo a un juzgado y ni menos separarlo de su madre...

Miro a la rubia y su piel es tan blanca que me invita a tocarla, pero con ella todo es tan diferente que hasta parece que solo la viera como una amiga. Ni siquiera en mi mente le doy el título de novia o pareja. Antes discutiendo con la madre de mi hijo y por lo cabreado que estaba la llamé "Mi Mujer", pero no es el caso. Me jode ver por todo lo que está atravesando sola y temo dejarla sola. Tenemos sexo pero ella es no es más que una importante amiga en mi vida. Aunque también es la única mujer que ha llegado más lejos que cualquier otra antes.

Recuerdo aquella vez que llegó hasta mí en la sala de rehabilitación. Tan elegante y preciosa como una modelo en plena sección fotográfica. Sus azules ojos me miraban con tanta admiración que ellos marcaron diferencia, una diferencia que le correspondí porque ella siempre me vio a mí como persona y no como un signo de dólar.

Con su tierna voz me preguntó:

—¿Lo llevas muy duro?

Solo sonreí tan naturalmente que aún me impresiona mi reacción. Al llegar ella a mi mundo, el mismo cambió. Antes todo me tenía de mal humor y me jodía a grandes medidas que la madre de mi hijo me hubiese dejado a mi suerte. En ese tiempo solo me cegaba el odio y el rencor por esa mujer de cabellos rojos, imaginándola con otro y con ese otro cuidando de mi hijo.

Pero esa rubia que ahora veo postrada en la cama, estuvo para mí. Luego de esa charla no fui nada agradable con ella, fui un maldito desgraciado porque seguía follando con cada par de tetas que me pasara enfrente. Pero hace unos meses atrás solo me centré en ella, y lo que hizo que tomara esa desición fue ese accidente que ocurrió con su padre.

Mi celular suena en el bolsillo y salgo tras tomar la llamada.

—Tengo datos sobre lo que me pediste en Ontario.

—Habla.

—Se trata de un tío bastante joven, pero él no es la raíz. Luego de días tras su paradero, dimos con él y tuvimos que usar de nuestros métodos para que habl...

—Ve al maldito grano Malcom, no estoy de humor.

—Se trata de la madre de Dereck —expresa a través del celular.

¿Dereck? ¿Quién mierda es Dereck?

—¿De quién rayos me hablas?

Un silencio al otro lado se hace perpetuo.

—Habla de una maldita vez joder —espeto y los que pasan por mi lado me miran mal.

—Disculpa señor, Dereck es el difunto marido de la señora Molly.

—¿Qué? ¿Por qué diablos justo me entero ahora que Molly tuvo otro esposo?

Mis músculos se contraen solo con la idea de que algo así haya sucedido. Mi guardaespaldas y mano derecha casi lo siento tragar grueso.

—Nunca quisiste saberlo, no querías saber nada sobre ella.

Suspiro pensando en eso, porque así mismo fue. Estaba tan cabreado que ni siquiera indagué sobre ella y su pasado. Solo sabía su nombre y sus movimientos para con mi hijo y los que los rodeaban.

—¿Él tal Dereck está muerto?

Un alivio me recorre por cada poro al saberlo.

—Así es, pero no sé como sucedió o qué fue lo que pasó, porque todos los papeles y datos sobre ellos están eliminados de todos y cada uno de los registros. El que hizo tal cosa debió ser alguien poderoso para hacer algo así.

Y por mi mente ya pasa quién podría haber sido, y obviamente fue el padre de Molly.

—¿Y qué sacaste de tipo de la moto?

—Nada solo le pagaban por vigilarla e incluso hasta tirar cosas a las ventanas, pero solo a la del niño. No dijo razones o motivos solo eso.

—Entiendo, gracias luego me explicas con más detalles.

Cuelgo y tomo lo primero que veo enfrente. Es una silla de madera de color blanco, la levanto en volandas y la lanzo contra el suelo. Se hace pedazos y cuando voy a por la siguiente, bajo los murmullos de los pacientes a mi alrededor, dos hombres fuertes casi como yo intentan agarrarme.

Pero les voy encima pegándoles con mis puños. Uno intenta darme una patada pero golpeo con fuerza su rodilla, mientras el otro me sostiene los brazos desde atras. Doy dos o tres codazos en sus costillas hasta que me suelta.

Se inquina jadeando de dolor en el estómago y cuando quedo frente a él, me da un puñetazo en la cara. Se lo devuelvo comenzando una dura pelea entre ambos. Pero a los minutos llegan cuatro hombres más y logran sostenerme en el lugar. Intento zafarme pero me es imposible. Mi pecho sube y baja y es tanta la furia que siento que creo que necesito más de esto.

—Tiene que calmarse señor Tohbías, estamos en un hospital.

Las palabras de la enfermera me caen como un balde de agua fría. Jamás y nunca he llegado a este extremo. Pero solo de pensar en el hecho de que alguien esté vigilando a mi esposa e hijo me haría caerle a bofetones al mismísmo presidente.

Me sueltan y termino calmándome por mi propio bien. No quiero tener que pagar al director del hospital o que mi padre tenga que pedirle favores a nadie. Me adentro de nuevo a la habitación donde está la rubia aún inconsciente, la chequeo una vez más y salgo fuera pidiéndole a la enfermera que me llame cuando despierte.

Salgo caminando hasta el auto dirigiéndome hasta la mansión. ¿Desde cuándo en mi vida no se acaban los problemas?

Suspiro al entrar y subo hasta la habitación donde justo dormimos los tres desde hace días atrás. Escucho los murmullos desde dentro y abro suavemente la puerta. Mi corazón se acelera y mi respiración está agitada, los ojos cafés de Molly me observan y se pone de pie.

Estaba agachada frente al niño completamente dormido al parecer hablándole. Camina hecha una furia hasta mí y sale de la habitación cerrándola tras si. Da pasos hasta la habitación de al lado y la sigo. Me pierdo en el movimiento de sus nalgas al caminar y cuando menos lo espero se gira.

Cierro la puerta de un portazo y sus ojos son puras llamas encedidas.

—¿Qué mierda de excusa le vas a dar a la rubia? ¿Cómo mierda se atrevió a hacer algo así? Apenas y se durmió porque se pasó horas llorando, no podía explicarle nada porque siquiera me salían las malditas palabras. Yo no sé que hac...

La jalo en segundos hasta mí y mis labios van a los suyos atropelladamente. Succiono los suyos perdiéndome en su sabor y calor. Mi lengua se adentra en su boca y mis manos comienzan a tocar todo su cuerpo cubierto por ese caliente vestidito. Pero justo cuando la madre de mi hijo se comienza a dejar llevar por mí, se separa.

De un tirón levanta su mano hasta impactarla completamente en toda mi mejilla.

—Maldito desgraciado, esta porque fui clarísima contigo cuando te dije que no te dejaría volverme a tocar.

Mis ojos están tan abiertos que tampoco espero cuando mi rostro se gira nuevamente, ahora al otro lado por otra de sus bofetadas.

—Y esta por permitir que lastimen a tu hijo.

Me quedo en shock notando el sabor metálico de la sangre en mi paladar. Antes por el puñetazo que recibí del tío ese y ahora por los suyos. Pero... ¿por qué mierda no me molesta?

¿En serio esta mujer tiene tanto poder sobre mí como para ponerme cachondo hasta luego de abofetearme?

¡Estás completamente jodido Tohbías!

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