27

3.5K 226 2
                                    

Molly

Me encierro en mi habitación y todo lo que sucedió hoy me pasa frente a los ojos. Los mismos se nublan con tristeza por lo que viví el día de hoy. No puedo simplemente ser indiferente a todo lo que siento teniéndolo cerca, no puedo evitar sentir mi pecho hincharse al ver a mi hijo con su padre. Todo es un cúmulo de sensaciones que sabía que iba a sentir cuando reapareciera.

Pongo mi pijama que consiste en una simple bata de seda bastante indiscreta, y de color blanco. Me meto entre las sábanas de la cama y apago la luz de la habitación. Decido escribir un mensaje a Max explicándole que mañana iré al trabajo en cuanto lleva al niño a la escuela. Enseguida la pantalla se ilumina con una llamada entrante de su parte.

—He pasado la tarde llamándote —habla y siento preocupación en su voz.

—Lo siento, con todo lo que está sucediendo no tuve chance —me sincero.

Se hace un breve silencio por un momento.

—¿Estás bien? —inquiere con voz grave.

—Me siento fatal Max —confieso y mis ojos arden.

¡Odio ser tan débil!

—¿Te sigue molestando él? —pregunta y siento su voz cambiar de tono.

—No, él no me ha molestado —respondo para tranquilizarlo.

—¿Se van a divorciar entonces?

—Así es, él quiere el divorcio —contesto a secas notando una leve punzada en mi corazón.

—Él no te merece Molly, no merece la preciosa mujer que eres —me tranquiliza diciéndo eso.

Lágrimas se escurren por mis mejillas, las limpio y sé que él me siente llorar.

—Gracias Max —añado.

—¿Por?

—Por estar siempre —le digo con nostalgia.

—No tienes que agradecer nada preciosa, para ti siempre estaré no importa qué o cómo.

—Gracias —agradezco nuevamente—, nos vemos mañana. Te quiero Maxi.

Doy un beso a través de la línea y cuelgo tras él despedirse. Al momento de cerrar los ojos caigo en un profundo sueño.

Pestañeo adaptándome a la claridad que entra por las ventanas, apago la alarma del reloj y me levanto para comenzar un nuevo día. Cuando abro la puerta el olor a café y tostadas llenan mi olfato, no tengo que ir para saber de quién se trata. Así que sigo en mi camino para despertar al niño.

Entro a su habitación y sonrío al verle dormido.

—Cariño despierta, vamos debes ir a la escuela —hablo y deposito besitos por toda su preciosa carita.

Él sonríe y se sienta en la cama, bosteza y pasa su manitas por sus ojos.

—¿Y papá? —es lo primero que pregunta.

—Abajo haciendo el desayuno, vamos a prepararte —digo y lo tomo en brazos.

Voy directo al baño y lo ayudo a cepillar sus dientes y limpiar sus ojitos. Sale fuera corriendo en dirección a la cocina supongo, y yo me quedo para asearme yo. Luego bajo y veo cómo su padre preparó hasta la mesa. Noto las tostadas con mantequilla y la leche en su jarra.

Los ojos de su padre recorren mi cuerpo entero al llegar frente a él. ¡Diablos!, olvidé cambiarme el pijama. Es demasiado tranparente y ni siquiera llevo sujetador. No me juzguen pero odio usarlos cuando estoy en casa. Aparte no tengo nada diferente que él no haya visto antes.

AtándonosWhere stories live. Discover now