Era una stigmata. Elegida por Dios para portar las llagas de Cristo, en señal del poder de su fe.

Fue ahí cuando se supo que Elisheva no era una persona cualquiera. Pocos poseían la convicción que la habían vuelto mensajera de Dios, y por supuesto que su poder espiritual debía ser utilizado. Fue enviada entonces al Vaticano a completar sus estudios teológicos. Nadie pensaba en que una mujer fuera exorcista, mucho menos ella que ya no quería nada que ver con el asunto de la religión.

Una tarde como cualquier otra, se le ofreció acompañar a un sacerdote a visitar una casa que se decía estaba embrujada. Hasta la fecha, desde la primera aparición de las heridas, estas no habían vuelto a sangrar. Se adentraron en la pequeña casita en un pueblo rural en Italia, charlando sobre las escrituras, cuando el dolor lancinante la atacó. Pronto, su sangre manchó el suelo y las mangas de su camiseta.

Resultó ser que la casa estaba efectivamente poseída; y los stigmas de Elisheva respondían a la presencia de los demonios. El vínculo entre ella y las presencias del mal, sería suficiente para dar inicio a su carrera como exorcista. Además, la desconfianza producida por los errores y atrocidades de los sacerdotes, significó que la Iglesia viera una oportunidad en ella: la posibilidad de redimirse con la presencia de una mujer.

Observadora, solitaria y valiente, nunca se ha negado a hacer un exorcismo ni se negará. Nunca ha expresado una gran fe, ni le interesa mucho la doctrina Cristiana más allá de lo que necesita saber para matar demonios y regresarlos al infierno, pero es una persona de moral dura y clara, que siempre hace el bien. No se espanta con nada a estas alturas de su vida, ni siquiera los horrores de los humanos; porque estos siguen siendo unos niños de pecho en comparación con algunas de las criaturas a las que se ha enfrentado.

Es habitual que esté viajando de acá para allá, y rara vez permanece en un mismo lugar por más de un par de meses. Este estilo de vida ha significado su aislamiento de la sociedad, y cuando comparte con los extraños que se cruzan por su camino, suele ser en algún bar. Ha desarrollado la mala costumbre de ahogar sus miedos y la dureza de su vida en el alcohol.

No solo exorcisa demonios, también persigue otras criaturas que le traen mal a la humanidad. Ha matado vampiros y otras cosas inhumanas, y aunque involucra un combate un poco más... físico de lo que frecuenta, puede hacerlo y lo hace bien.

—Tiene un pequeño problema con el alcohol. Cuando tiene la oportunidad, va a un pub a beber hasta que pierde el conocimiento por ahí. No ocurre con frecuencia, pero cuando ocurre, es extremo.

—A pesar de que se sabe todos los versos de memoria en latin y en arameo, se siente más segura cuando lleva su pequeña biblia y su rosario en su bolsillo. Junto con una daga de plata, y una estaca de madera.

—Usa una estrella de David colgada del cuello.

—Nunca se le ve sin sus guantes de cuero negro, que cubren los stigmas que con más frecuencia sangran, y que han permanecido abiertos desde que aparecieron en su cuerpo. Cuando le sangra la frente, en cambio, suele ser indicativo de que la criatura a la que se enfrenta, es mucho más fuerte.

 Cuando le sangra la frente, en cambio, suele ser indicativo de que la criatura a la que se enfrenta, es mucho más fuerte

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