- Capítulo 7 -

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–ROBERTO, MÍRAME –Tito seguía gritando con la esperanza de que Roberto se acercará al espejo.

Tito se sentó a ver todo el desastre que había, hasta que vio a Roberto acercarse al espejo, el se levantó para ver si Roberto tocaba el espejo. Espero unos minutos hasta que Roberto por fin tocó el espejo y tuvieron la oportunidad de intercambiar su lugar.

–Ya, ¡esto debe acabar! –Dijo Tito en el cuerpo de Roberto.–¡Ahora se calman todos! –El quitó la música, estaba muy molesto y le ayudo a los integrantes a sentarse en el sofá –Miren, miren como se pusieron, están muy borrachos pero esto se acaba ahora.

–Roberto deja de ser tan aguafiestas, vamos a divertirnos, hay que seguir la fiesta –Dijo Tavella, los demás estuvieron de acuerdo y a punto de levantarse.

–¡No, nadie seguirá la fiesta!, tengo sueño y les recomiendo que vayan a dormir… les propongo algo… por está noche los déjare dormir aquí en la sala, ¿Que dicen?

Todos asintieron, Tito recogía la basura que había en la sala.

–¡Ustedes son un desastre cuando están ebrios!, No deberían tomar tanto alcohol.

–¿Desde cuándo Roberto se convirtió en mi mamá? –Dijo Tavella que se veía que ya no se podía mantener ni un minuto más despierto.

–Mejor ya duermanse –Tito les aventó varias cobijas.–Para que no tengan frío –Tito se dirigió a su habitación, la cerro muy bien y empezó a dormir.

Era de mañana, Roberto se había despertado y estaba en el espejo mirando todo el desastre que había en la sala, este no recordaba lo que había pasado esa noche, se molestó mucho por qué el sabía que no era capaz de hacer eso, así que pensó que Tito era el responsable de todo eso.
Roberto se dirigió al espejo de su habitación para despertar a Tito.

–¿¡QUE HICISTE TITO!? –Roberto estaba demasiado furioso.

–¿Eh? –Tito estaba despertandose.–No mamá, hoy es sábado, no quiero ir a la escuela –.

–¡TITO! VEN ACA AHORA MISMO.

–Mamá, fue el gato –Tito se negaba a levantarse de la cama.

–NO SOY MAMÁ, ¡SOY ROBERTO!

–El que te dejo el cu…

–¡Cállate Tito!, tenemos que hablar.

–Ahi voy–dijo mientras se levantaba y se dirigió al espejo.–¿Que paso?, ¿Por qué tan enojado?

–Y hasta tienes el cinismo de preguntar eso, ¿Por qué estoy enojado?, ¡fíjate todo el desastre que hiciste en la sala!

–¿¡Que!?… Espera yo no fui… ¡Fuiste tu!, yo tuve que salir a controlar todo eso.

–¿Tienes alguna prueba?, ¿Cómo se que no estás mintiendo?

–Este… no tengo las pruebas suficientes para decirte eso, pero te juro que no fui yo.

–¡Deja de mentir y dame el control de mi cuerpo!

Tito y Roberto tocaron el espejo e intercambiaron lugares.

–¡Ahora mismo iré a verme como me puedo deshacer de ti! –Dijo Roberto cambiadose de ropa.

–¿Y como lo harás genio?

–Buscaré un psicólogo, quizá tú solo seas una alucinación y necesito medicación.

–Pero ya te explique lo que soy…quizás tengas razón, ve con el psicólogo… odio darte la razón.

–Primero iré a ver a los chicos, necesito saber cómo están y como se sienten.

Roberto se dirigió a la sala y empezo a despertar a cada uno.

–¡¿Que paso anoche?! –Dijo Roberto muy serio.

–Te pusiste a beber como un loco… después nos dijiste algo de un Tito –Dijo Topo tratando de levantarse del sofá.

–¿Tito? –Roberto le ayudo a Topo a levantarse – espera, ¿Es en serio eso?

–Eh si… y dices que se aparece en tus sueños y en el espejo, todos nos reímos y después seguimos con lo nuestro.

–Tiene razón Topo –Dijo Alvin.–Yo no estaba tan ebrio ayer, pero si recuerdo eso.

–Ay no… y yo culpando al pobre muchacho de todo esto... –Se decía a sí mismo muy preocupado.

–¿De que hablas?, ¿Quién? –Pregunto Topo.

–No, nadie… nada, debo salir, en un momento vengo.

Roberto salió de la casa, hacia algo de frío, el compro un cafe y comenzó a caminar por la calle, con la mirada perdida pensando en todo lo que me había pasado, tratando de recordar lo que había pasado esa noche.
Estaba tan concentrado en sus pensamientos y en tomar su cafe, se detuvo, miro hacia el viejo parque donde solía ir a jugar con Riki cuando eran pequeños.
De repente una oleada de recuerdos borrosos golpeó la mente de Roberto.

–¡Roberto! – Riki tocó el hombro de Roberto – ¿Que haces aquí?

Roberto recupero la conciencia y volteo a ver a Riki.

–Jaja, hola Riki, no te vi venir, ¿Que haces aquí?

–Vine a caminar un rato, estaba algo aburrido, ¿Hoy no ensayan?

–Ayer en la noche hubo, algo, no lo recuerdo muy bien.

–¿Cómo te sientes?, dime la verdad Roberto, veo que no estás bien, lo que pasó aquel día me ha dejando pensando, estoy preocupado por ti.

–No te preocupes, estoy bien, yo solo vine aquí a despejar un momento la mente, tu tranquilo que no pasa nada.

–Bueno, Roberto, está bien… cuídate, yo debo regresar a mi casa, nos vemos pronto.

Roberto llegó a su casa, no había nadie, todos se habían ido y la casa estaba muy limpia.
Arriba de la mesa de la sala encontró una vieja libreta que contenía las letras de las canciones que escribió cuando era joven.

–¡Ja!, esto es tan raro… tan bizarro… todavía no puedo creer que escribía cosas así – Roberto suspiró.

–Se te olvidó que mis letras son mejores –. Tito se hacía presente en el espejo de la sala.

–Tus letras casi me llevan a prisión, Jure que no volvería a escribir ese tipo de canciones, déjame en paz que sigo estando enojado contigo.

–Te estaba empezando a tomar un poco de cariño, Pero ¿Sabes que?… Después de que me echaste la culpa de algo que no hice todo ese cariño, ¡Desaparecio!

Roberto reflexionó por un momento, mirando su reflejo. Aunque había sido difícil admitirlo, sabía que Tito había sido una parte importante de su vida y que gracias a el se había hecho conocido en el mundo de la música... Se había puesto a pensar en quizás reconciliarse y llevarse bien... Todo en una perfecta armonía.

1026 palabras

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⏰ Last updated: Apr 30 ⏰

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𝗔 𝗧𝗿𝗮𝘃𝗲𝘀 𝗗𝗲𝗹 𝗘𝘀𝗽𝗲𝗷𝗼Where stories live. Discover now