Historia para practicar [Sin título por falta de creatividad]

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Una enorme urraca se posó en las gruesas raíces del árbol, sin emitir un sonido. Sin embargo, el animal estaba siendo vigilado por dos pequeños felinos que se acercaban poco a poco al ave.

Uno de ellos, un atigrado gris oscuro de ojos amarillos, dió una señal con su larga y delgada cola de punta blanca antes de lanzarse con fuerza hacia la urraca, usando sus afiladas garras para tomar al ave de sus alas y derribarla. A pesar de eso, la presa se soltó con agilidad, solo para ser atrapada nuevamente por el otro felino

– Esa fue una buena captura.– Felicitó el gato atigrado oscuro.

– Gracias.– Contestó el gato, lamiendo su pelaje grueso y color crema luego de soltar a la urraca sin vida.

– ¿Tendremos tiempo para cazar más? – Preguntó el atigrado, colocándose en posición para correr.

– Será mejor que volvamos, no quiero perderme la ceremonia de mi hermana.– El gato color crema entrecerró sus ojos verdes con calma.

– Puedes irte entonces, yo cazaré algo más.–

El gato color crema asintió con un ronroneo, alejándose de su amigo lentamente u con el menor ruido posible, aunque las secas hojas anaranjadas en el piso no lo hacían fácil.

Una ráfaga de viento helado le hizo sentir inseguro por un momento, pero no le dió importancia hasta que escuchó un grito desesperado no tan lejos de él. Reconoció casi de inmediato los maullidos de ayuda de su amigo y no dudó en ir hacia él.

Aprovechando la fuerza de sus patas traseras, dió un largo salto para impulsarse, pero justo cuando estaba tan concentrado en correr, se vió obligado a frenar en seco para no caer en un gran agujero, de donde provenían los maullidos de su amigo.

– ¿Qué ha pasado? – Interrogó el felino, maullando lo más fuerte que pudo para ser escuchado.

– Estaba persiguiendo una liebre cuando tropecé y caí aquí.– Su amigo gritó, pero el gato color crema lo oyó como un maullido suave.

– Los Dos Patas no tienen para qué meterse en nuestro territorio y hacer agujeros así.– Pensó el gato con odio, mientras intentaba que una de sus patas llegara lo más profundo posible.

– No lo lograrás, es bastante profundo....– Murmuró el atigrado gris oscuro.

– ¿Crees que con ayuda podríamos sacarte? – Consultó el gato desde arriba mirando nerviosamente a su alrededor.

– Quizás....–

Ante la respuesta de su amigo, el gato dió la vuelta para ir de regreso al campamento y pedir ayuda. Estaba seguro de que no iba a tardar demasiado, así que incluso aprovechó a limpiarse las patas antes de caminar.

Sin embargo, cuando se dió la vuelta, no pudo evitar erizar todo su pelaje y sacar las garras, mirando con terror la figura que se encontraba frente a él.

Un gran Dos Patas estaba justo frente a él.

Los Gatos guerreros - Historias De Los ClanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora