La promesa de Paloma

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Un suave maullido hizo que se levantara. Una gata anaranjada de manchas oscuras estaba a su lado maullando algo, mientras con sus ojos verdes miraba a otro felino de pelaje café que, por su aspecto, acababa de despertar.

– Hay un guerrero del Clan del Viento afuera. Creo que nos quiere decir algo.– Maulló Calabaza, sacudiendo su cola anaranjada.

– ¿Hablas en serio? ¡¿Un guerrero del Clan del Viento?! – Gritó con emoción el gato café, lamiendo apresurado su pelaje.

La joven gata empezó a arreglar también su pelaje grisáceo, mientras sacudía ansiosamente la punta blanca de su cola.

–¿Es acaso Pelaje Rayado? – Preguntó, con la leve esperanza de poder ver al guerrero nuevamente.

– Está todavía lejos. Creo que es él.– Contestó dudosa Calabaza.

Los tres amigos bajaron la larga tabla de madera que llevaba hasta la entrada del granero. No les preocupó hacer ruido y despertar a los felinos que estaban abajo, ya que estaban acostumbrados al ruido.

– ¡Está detrás de la valla! – Ronroneó Águila, el gato café, a medida que se acercaban hacia afuera.

Efectivamente, había un delgado macho gris atigrado, con la punta de la cola más oscura y con poco pelo. A juzgar por la mirada del guerrero, estaba impaciente y sin mucha energía.

Calabaza fue la primera en acercarse a la valla, pero tenía la cola erizada y movía las patas nerviosamente, a punto de sacar las garras.

– Pelaje Rayado.– Saludó la solitaria, lamiendose la punta de la cola.

El felino le respondió el saludo con una leve inclinación de cabeza, mientras examinaba a Águila con la mirada. Luego de observar al gato por unos segundos, señaló con la cola detrás suyo.

– El fuego alejó a las presas del bosque.– Comentó el guerrero, bajando las orejas. – ¿Habrán algunos ratones que le pueda llevar a los clanes? – Añadió.

Los tres solitarios maullaron de sorpresa y abrieron los ojos como platos. ¿Los clanes pidiéndoles presas? ¿Tan grande había sido el incendio?

Incluso antes de que pudieran discutirlo, Águila se apresuró a decir que sí y le indicó al guerrero que lo siguiera. Calabaza dió un suspiro por lo bajo antes de adelantarse hacia el interior del granero.

Paloma avanzó rápidamente hasta quedar al lado de Pelaje Rayado. El guerrero le saludó con un cariñoso lametón en la frente y un fuerte ronroneo. Se veía cansado, pero también parecía contento de verla de nuevo.

– Pensé que vendrías para quedarte.– Murmuró la gata.

– Soy leal al Clan del Viento, Paloma, además de que no les sería muy agradable que me fuera justo cuando más me necesitan.–Se excusó Pelaje Rayado, mirando como Águila cazaba un pequeño ratón.

– Me prometiste que vendrías a verme más seguido.– Gruñó la solitaria.

El guerrero hizo silencio y dejó de mover la cola por un momento, sus brillantes ojos verdes brillaron un poco más antes de hablar:

– Lo siento, ha sido una luna complicada.–

La mirada triste del gato y su suave ronroneo le dieron la impresión de que estaba arrepentido por no venir a visitarla. Paloma lo miró fijamente y, por esta vez, decidió perdonarlo.

Le dió un gran lametón en la mejilla y entrelazaron sus colas por un segundo. Calabaza los interrumpió con un maullido y señaló dos grandes ratones que Águila sostenía orgullosamente.

Los Gatos guerreros - Historias De Los ClanesWhere stories live. Discover now