Capítulo 20: Los inicios de Amber

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La madre de Amber, insegura de cómo manejar la situación, prefirió concentrarse en su comida. Un silencio incómodo llenó el aire mientras ambas compartían una comida sin palabras. Cuando ya estaban a punto de terminar, el padre llegó apresuradamente.

—¡Mis amores, lamento la tardanza! —dijo con su voz agitada y ligeramente culpable.

Les dio un beso rápido en la frente a ambas mujeres antes de tomar asiento para comer. Mientras lo hacía, notó la tensión en el ambiente y las miradas de reproche dirigidas hacia él por su familia.

—¿Trabajo otra vez? —ironizó Amber con amargura.

Sus palabras eran un reflejo de su constante descontento. Estaba acostumbrada a su padre ausente, alguien que pasaba más tiempo en la oficina que con su propia familia, apenas teniendo tiempo para compartir una comida.

—Tranquilo cariño, entendemos la situación —intervino la esposa, tratando de aliviar el tenso momento.

Después de ese incidente, Amber recordó cómo terminaban cada uno de esos desayunos. Ella siempre quedaba enfadada con su padre, y él, perdido en su mundo de deberes y compromisos laborales, nunca lograba entender completamente cómo sus lujos no compensaban su ausencia en la vida de su familia.

—Imagino lo que sentías —jack irrumpió en los recuerdos de la rubia.

—Sí, pero eso no fue todo —agregó Amber, su voz cargada de melancolía—. Lo peor estaba por venir.

Un nuevo torrente de recuerdos oscuros asaltó la mente de la chica, llevándola de vuelta a una noche que desearía olvidar, pero que estaba incrustada en su mente como una herida que nunca cicatrizaba.

La atmósfera estaba cargada de tensión en aquella madrugada. Amber despertó sobresaltada por los gritos estridentes que llenaban la casa. Las voces encolerizadas le indicaron que sus padres estaban de nuevo inmersos en una pelea. Aunque adormilada, no dudó en apresurarse, consciente de que algo grave estaba ocurriendo. Aun en su pijama, siguió los sonidos hasta el cuarto de su madre, donde la verdad estaba a punto de desvelarse.

—¿Dónde estabas? —la voz de su madre resonó furiosa y desgarrada.

—Lo siento, amor. Tuve problemas en la empresa —respondió su padre, intentando justificar su tardanza con una excusa que sonaba vacía incluso para él—. Tenía que quedarme y resolverlo.

—Desgraciado —la madre escupió la palabra, su ira era palpable—. Lo sé todo.

—¿De qué estás hablando? ¿Estás perdiendo la razón? —la confusión estaba pintada en el rostro de su padre, aún ajeno al hecho de que su infidelidad había sido descubierta.

Con una mirada cargada de desafío y dolor, la madre mostró unas cartas que sostenía en su mano, pruebas irrefutables de la traición que había estado ocurriendo a sus espaldas. El rostro de su padre pasó de la negación a la sorpresa y finalmente a la resignación.

—No tienes derecho a revisar mis cosas —espetó él, con un tono de voz que no admitía argumentos.

—¿Cómo pudiste hacerme esto? —la voz de su madre se quebró en un sollozo, la traición cortaba como un cuchillo.

—No estás satisfecha con nada —respondió él con frialdad, su mirada carente de remordimientos.

El llanto de su madre fue el telón de fondo de la siguiente escena. Un sonoro golpe resonó en la habitación cuando su padre la golpeó con fuerza. Su madre cayó al suelo, impactada por la violencia de aquel acto.

En un instante, Amber rompió su silencio y emergió de su escondite. Empujando sus propias lágrimas, enfrentó a su padre en defensa de su madre. Su voz sonó frágil, pero llena de determinación mientras le gritaba que la dejara en paz. La sorpresa en el rostro de su padre fue evidente; nunca había esperado que su hija lo enfrentara de esa manera.

Sentido MortalWhere stories live. Discover now