Capítulo 3: Escena siniestra

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Antes de entrar al pasillo donde había dejado los alimentos anteriormente, el hombre observó los dos cadáveres que había encontrado antes. Uno de ellos estaba intacto, pero el otro estaba siendo devorado por una criatura que no había visto antes.

Su cuerpo tembló ante la visión, y sintió un escalofrío recorrer su espalda. Había oído hablar de esas cosas, pero nunca había visto uno en persona.

La criatura se parecía a un ser humano, pero con muchas diferencias notables. La piel estaba pálida y desgarrada, y tenía un agujero enorme en lugar de cabello. Sus ojos habían desaparecido, y su mandíbula estaba llena de colmillos afilados.

—Mierda —murmuró el hombre en voz baja, deteniéndose en seco para evitar ser visto por la criatura.

Se escondió detrás de una estantería, tratando de recuperar el aliento. La criatura no parecía haberlo notado, ya que estaba ocupada devorando al cadáver.

La bestia estaba completamente concentrada en su comida, masticando y arrancando pedazos del cuerpo sin vida que tenía delante.

El sonido de sus mandíbulas triturando la carne era siniestro, como si fuera el rugido de una bestia salvaje devorando a su presa. El hombre se mantenía escondido, observando cautelosamente el comportamiento del mounstro.

El sujeto se encontraba paralizado por la visión de la criatura devorando el cadáver. Sus ojos, vacíos y sin vida, miraban fijamente hacia la nada, como si hubieran perdido toda humanidad mucho antes de que la muerte los consumiera por completo. La piel desgarrada y pálida de la criatura estaba llena de heridas y cicatrices, evidencia de su lucha por sobrevivir en este mundo despiadado.

Cada vez que la criatura masticaba un trozo de carne, sus colmillos afilados producían un sonido macabro que hacía que el hombre sintiera escalofríos en la columna vertebral. Era una imagen que ni en sus peores pesadillas habría imaginado.

El hedor a muerte y descomposición llenaba el aire, mezclado con el olor de la sangre fresca. El hombre sabía que debía alejarse de allí lo más rápido posible, pero no podía apartar la mirada de la criatura. Se sentía atrapado en un estado de parálisis, como si el miedo lo hubiera petrificado en su lugar.

Cada segundo que pasaba le recordaba la brutal realidad de este mundo postapocalíptico, donde la vida había perdido su valor y la muerte acechaba en cada esquina. Finalmente, con un esfuerzo sobrehumano, logró recuperar el control de sus piernas y comenzó a retroceder lentamente, asegurándose de no hacer ningún ruido que pudiera alertar a la criatura.

Su mente estaba llena de preguntas sin respuestas. ¿Qué había sucedido en el mundo para que criaturas como esta acecharan en las sombras? ¿Cómo podría sobrevivir en un lugar tan despiadado y desolado?

El hombre se encontraba atrapado en una situación delicada, con el corazón latiendo con fuerza mientras intentaba controlar su respiración y mantenerse oculto. La criatura continuaba con su grotesca comida, ajena a su presencia.

Los segundos se sintieron como minutos mientras el hombre observaba, tratando de entender qué tipo de abominación tenía frente a sus ojos. La escena era surrealista y aterradora, un recordatorio vívido de lo que había ocurrido en el mundo exterior.

Las sombras de la estantería proporcionaban cierta protección, pero el hombre sabía que no podía quedarse allí para siempre. Su mente trabajaba a toda velocidad, buscando una forma de escapar sin ser detectado.

Finalmente, con cuidado extremo, comenzó a retroceder lentamente, moviéndose silenciosamente por el pasillo en dirección opuesta a la criatura. Cada paso era un esfuerzo por mantener el equilibrio y no hacer ningún ruido que pudiera alertar a la criatura de su presencia.

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