Capítulo 42

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Darren

Ya todos se habían ido, y mi sola presencia era la única que permanecía en medio de una oficina en la que trataba de solucionar algunos asuntos respecto a mis otros dos restaurantes. Tal vez el volver al país iba a tomarme el tiempo de descansar; sin embargo, la gastronomía era lo mío; la cocina, el poder estar rodeado de lo que verdaderamente me apasionaba era algo que no podría dejarlo al lado de manera tan fácil.

Volví a mirar el reloj: marcando las once de la noche. Mi cabeza daba vueltas y quizá sea por no haber cenado o por no dormir bien los días anteriores. Sabía la razón de mi cabreo; pero, tarde o temprano iba a enterarse. Fue mi culpa el haberle ocultado datos respecto a lo que me había dicho Malcom en ese entonces, por más que haya querido protegerla, necesitaba conocer sobre esto y ser ella quien tomara sus propias decisiones.

Por más que necesitaba hablar con Madelyn, respetaba su espacio para que pudiera pensar. Aunque el hecho de no saber de ella comenzaba a preocuparme más de la cuenta. Si quería que esto vaya bien se precisaba de confianza. Aquel sentimiento en el que ambos estábamos dispuestos a dejar caer nuestros muros y ofrecer nuestras alegrías y miedos al otro. Tan solo aguardaba con bastante inquietud su comprensión.

Cerré los ojos con fuerza, soltando un claro suspiro de cansancio. Me levanté del asiento, apagando la lámpara sobre mi escritorio. Una vez listo y tras haberme asegurado de que todo estuviera bajo control, me predispuse a ir al estacionamiento. Subí al auto y me predispuse a volver a casa; en cambio, cuando estuve a punto de salir, alguien se situó de forma imprudente frente a mí, frenando de forma brusca. Lo que me faltaba.

Bajé del auto, para averiguar si la persona se encontraba bien ㅡpor más de que haya sido un sustoㅡ. Me fui deteniendo cuando a escasos pasos logré visualizar de quien se trataba. Arreglándose el cabello, con una mirada nerviosa en mi dirección una vez que sus ojos se encontraron con los míos.

ㅡ¡Me has dado un susto, Madelyn!

Caminó hasta quedar frente a mí, a medida que fruncía el ceño. Joder, la he extrañado, y necesitaba lanzarme a ella, envolver los brazos alrededor en un cálido abrazo.

ㅡNo te vi salir, lo siento ㅡdijo, con la voz casi apagada. Llevó la vista al otro costado, como si estuviera analizando nuestro encuentroㅡ. ¿Tienes algo que hacer? Necesito hablar contigo.

ㅡCon decirte que iba a casa para dormir ㅡCon delicadeza, cogí una de sus manos, llamando su atenciónㅡ. Estuve esperando para conversar contigo, Madelyn.

ㅡPues bien ㅡEn vez de apartar nuestra cercanía, intentó mostrarme su hermosa sonrisa, antes de ir hasta el autoㅡ. Vayamos a tu casa.

El lapso de tiempo durante el camino hasta nuestro destino, los dos nos mantuvimos en un silencio que nos solía caracterizar. Madelyn solo se limitaba a observar a través de la ventana, sumida en sus pensamientos, de los cuales no fui capaz de interferir.

Al aparcar el auto en el estacionamiento del departamento, me atreví a mirarla. Sin embargo, cuando el rugido proveniente de su estómago se escuchó. Ella volvió hacia mí de manera apresurada, intentando apaciguar su sonrojes que comenzaban a formarse en sus mejillas. «Por lo menos no iba a cenar solo», sonreí con tan sólo de pensarlo. Al percatarse de ello, Madelyn no dudó en bajarse del coche. Sí, esta noche iba a ser larga, pero de buena manera.

Cuando logré alcanzarla, ambos volvimos a permanecer en silencio mientras ingresamos en el ascensor hasta poder llegar frente a la puerta de mi casa. De reojo, observé como Madelyn mordía su labio inferior, nerviosa, como si toda esta situación ya le avergonzaba más de la cuenta, y, podía notar que aquello nunca cambió. El hecho de que cualquier situación que la llevaba a querer esconderse de las personas por el simple hecho de la timidez que recorría en ella.

El Sazón de la Moda©Where stories live. Discover now