En el mundo de Dominick Decker, la marca de flor con la que se nace lo es todo, por lo que él, siendo un desmarcado no puede más que sentirse excluido, al fin y al cabo, la popularidad y el valor están definidos por aquello que no tiene.
Con la ment...
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Fue un día inquieto y solo quería no tener que pensar en nada más. Una vez que terminé de bañarme, el agua resbaló por mi cuerpo y creó un charco alrededor de mis pies.
Me envolví en una esponjosa toalla blanca que colgaba en la repisa. Al quitar el vaho del espejo, mi reflejo se volvió claro y nítido. Con el dedo índice, recorrí el lugar donde hacía unos días estaban las marcas de mi pelea con Saul y Andrew. Ahora solo eran tenues manchas que se perdían en mi piel.
Al retirar la toalla, el suelo helado se hizo más notorio. Una oleada de nostalgia me puso al borde de las lágrimas. Recordé la época cuando buscaba mi marca. Parecía como si nada hubiera cambiado. Seguía siendo el mismo, el desmarcado al cual los demás rechazaban.
Las palabras de Reynold resonaron en mi mente, y aunque consideraba la posibilidad de que mi falta de marca no hubiese sido la razón para terminar, lo cierto era que él fue quien puso fin a nuestra relación.
Inspiré hondo, en un intento de ordenar mis pensamientos. No tenía sentido pensar en ello. Tomé mi ropa para vestirme en la habitación, donde la alfombra mantendría mis pies tibios.
Cerré los ojos por un momento antes de abrir la puerta y apenas crucé el umbral, escuché un suspiro proveniente de mi habitación.
—Oh, terminaste —dijo Ewart levantando la vista de su teléfono, sus ojos se posaron en mi cuerpo desnudo.
