🌼Cardo🌼

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La mayoría de las noches se resumían al ardor en la garganta, la opresión en el pecho, las lágrimas que se negaban a cesar y las pesadillas que me acosaban sin piedad

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La mayoría de las noches se resumían al ardor en la garganta, la opresión en el pecho, las lágrimas que se negaban a cesar y las pesadillas que me acosaban sin piedad. Aunque últimamente había dejado de llorar hasta quedarme dormido, esa noche en particular parecía prolongarse más de lo habitual, atrapándome en la desolación.

Ya era mediodía y mi madre debería haber llegado hace un par de horas, pero en cambio me encontraba solo. Mi tío estaba dando clases en la escuela de pole dance y mi abuelo había salido a reunirse, como solía hacer los sábados, con sus amigos del club de ajedrez.

Desesperado, marqué el número de mi madre una vez más, pero solo obtuve la desalentadora respuesta que me enviaba al buzón de voz. ¿Era demasiado pronto para que mi mente comenzara a tejer escenarios catastróficos?

Las ideas iban y venían, rebotando en los recovecos retorcidos de mi mente y picando en mi piel con cada idea sombría.

La vibración de mi teléfono rompió mi trance. Lo agarré rápidamente, aliviado al ver su nombre en la pantalla.

De: mamá.

"Domi, perdón por no haber llegado. Me surgió un asunto importante y tuve que atenderlo"

Algo parecido a la desilusión se instaló en mi pecho y luego el sentimiento floreció en uno de decepción.

«No es su culpa. Cualquiera puede ocuparse», me repetí para evitar caer en la trampa de la desesperanza.

Una primavera llamada AsherWhere stories live. Discover now