18. Lo agridulce de un recuerdo

Start from the beginning
                                    

Ian no. Ese perro cochino y pervertido, incluso cuando terminé de hacerlo, siguió chupando y tragando hasta le tuve que decir que parara. Parecía entre confundido y un poco ido, pero sólo lo achaqué al calentón del momento; y porque él seguramente pasó mucho tiempo en la isla matándose a pajas. No era un secreto para nadie que, entre los Omegas, habían algunos muy interesados en él por muchas razones —algunas bastante asquerosas— pero como era extranjero y no tenía nada que ofrecer preferían tomarlo como un objeto de deseo para tus masturbaciones nocturnas.

Cuando terminamos de todo aquello, no vi venir que me diera la vuelta y me limpiara el culo para quitar el líquido que todo Omega le sale de ahí por bastante razones, entre ellas una señal de "estar cachondo", "ser una criatura fértil" y para que cuando te saquen un niño del culo no te lo deforme. No sé si eso es posible, porque yo no quiero tener niños jamás. La cosa es que Ian, sin siquiera pensárselo, terminó haciendo una comida de culo que no me había hecho nadie en toda mi vida. Eso, para mi desgracia, subió más puntos de compatibilidad sexual con él y consiguiendo que me pusiera un poco cachondo aunque no podía correrme más.

Al termina, casi como si tuviera un animal a mi lado en lugar de una persona, me gruñó bajo y ronco contra su pecho y murmuró un "mío" que le quité de un bofetón instantáneo que me salió solo. Supongo que el golpe le avivó alguna neurona, porque jadeó un "lo siento" y me sacó su teléfono moribundo para decirme lo de la bolsa.


Ian despierta un buen rato después, soltando un ruidoso y exagerado bostezo. Puedo sentir como su brazo llega hasta sus pelotas y se las rasca, algo típico de lobo y que a mí me parece algo asqueroso, hasta que repara en que literalmente tengo su cabeza hueca sobre mis piernas.

—Hola —murmura junto a una sonrisa muy tonta, lo que hace que le dé un manotazo en la cara—. ¡Au, mi nariz es sensible! 

—Sí, como tu polla de sensible —aseguro—. No creas ni por un instante que voy a mimarte, perro bobo. Sólo es mi manera de agradecerte que hayas sido tan obediente, así que no imagines nada raro ni guardes sentimientos incómodos conmigo, ¿vale?

—Me esforzaré mucho más para que me des las gracias de esta manera —mueve su nariz con un movimiento tonto de su cara, pero en cuanto ve mi mano a nada de darle esta vez con fuerza en la cara, dice en voz alta—: ¡L-lo siento, no quería decirlo en ese sentido! —Suelta un gemidito raro a modo de queja, y sus ojos se entrecierran un poco, así que dejo la mano descansando en su frente para juguetear con los mechones de su cabello—. No hace falta ser tan agresivo conmigo, Glass...

—Es tu olor.

Él suelta un vago "hmmm", por lo que suspiro.

—Por cada momento que nos acercamos a Galliant, más expresas una sensación rara e incómoda en tu aroma natural, como si tuvieras miedo de volver.

—Tú... ¿puedes discernir olores hasta ese nivel? —pregunta sorprende. No entiendo que eso sea raro, ya que mis hermanos me enseñaron y yo aprendí más rápido de lo habitual—. ¡Oh, eso es asombroso, Glass! —exclama, pero para mí no es nada impresionante—. Respecto a lo de Galliant... es un lugar que genera muchos recuerdos agridulces, ya que allá pasaron muchas cosas de las que no estoy muy orgulloso. También cosas malas.

—Lidia con ello.

—Eso hago e hice aunque pasara el tiempo. —Ian se endereza y su espalda cruje, en lo que aprovecha para levantarse y empezar a vestirse mientras habla—. Este tren tiene varias paradas según he investigado, y hay una en concreta que se utiliza para que la gente estire las piernas por unos minutos y los trabajadores coman algo en las tiendas que hay en la estación exterior. Eso significa que...

𝕰𝚕 𝓢𝚎𝚗𝚝𝚒𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘Where stories live. Discover now