Cumpleaños Del Infierno

42 6 1
                                    

El abrir de mis ojos dolorosos por las pocas horas dormidas no ayuda a levantarme. ¡El hecho de que me tenga que levantar quemándome los ojos es horrible! ... Y sí, sé perfectamente que tengo que dormir más, pero mi mente por la noche dice: - Tienes que aguantar más porque sabes que mañana tienes instituto, así que aguanta el tiempo que te queda, y oye, no pasa nada, si total, ¡mañana es tu cumpleaños!

Mi mente sabe que hoy es mi cumpleaños, pero el hecho de haber dormido tan poco dudo que me ayude a tener una clase productiva... clase que, sinceramente, no quiero tener.

Resulta que el lugar donde yo estudio se encuentra a varios kilómetros de donde vivo, lo que provoca tener que coger un bus todos los días para poder llegar a mi destino. Lo bueno es que para ir solo tengo que coger uno, pero para volver, tristemente, son dos.

Mientras me vestía, no paraba de pensar que ya estaba en bachillerato. El tiempo pasa tan rápido que no te das cuenta de que ya acabaste la educación secundaria obligatoria, y que en verdad aún no sabes qué hacer con tu vida. Estoy haciendo un bachillerato de artes escénicas porque, según lo que yo tenía informado, no había nada más que cuadrara con mis gustos.

Oh, espera, tanto hablar de mí y no sabes ni cómo me llamo. Deja que me presente: Mi nombre es Yarek, tengo 16 años, hace poco empecé bachillerato pero no estoy nada seguro de lo que estoy haciendo exactamente... Y sí, muchas veces hablo solo.

El silencio de la casa se escuchaba por toda la habitación.
El sonido de las ropas chocando por mi cuerpo al ponerse poco a poco y el dolor de los ojos pidiendo un remojo de agua daban el comienzo del día.
Después de haber pasado por el baño, antes de salir de casa, me dispuse a ponerme los tenis negros que tenía. Combinado esto con mi sudadera blanca de anime, no había frío por la mañana que se interpusiera en mi camino.
«Si se supone que es mi cumpleaños, esperemos que sea un buen día» me paré a pensar antes de salir.

Mirando hacia el cielo, aun escuchando las luciérnagas, veo como la luna me va siguiendo por el camino. De pequeño, siempre pensaba que de verdad quería estar conmigo. A veces me paro a reflexionar en el porqué sigo atrapado en estos pensamientos tan inmaduros, pero también creo que el término "madurez" es bastante subjetivo.

Esperando varios minutos demás en la parada, me doy cuenta de que aún el bus no llega. Parece ser que de nuevo se ha atrasado. Debería empezar a agarrar otro todas las mañanas.
Con diez minutos de retraso, me subo al transporte público que me llevará al instituto.
Subiendo el escalón del vehículo, miro al chófer y le hago una falsa sonrisa. No quiero que se lleve un mal día por un pasajero enfadado.
¿De verdad estoy enfadado o feliz por haber llegado tarde?

En lo que llegaba, me entretuve la mayoría del tiempo con el móvil, así que sin darme cuenta la siguiente parada ya era mi destino. Menos mal que el mismo aparato que estoy utilizando me avisa de cuánto me queda para llegar.

Al salir, el frío del lugar me atrapaba por todo mi cuerpo. No me esperaba que habría tanta diferencia de temperatura aquí por la mañana.

El lugar donde estudio se llama La Laboral. Es famoso por sus artes escénicas y su supuesta libertad creativa (bueno, sí, y por tener un escenario bastante grande, pero no mucho más).
La atención al cliente es bastante pésima y mi futuro académico aquí dudo que sea malo, pero cada vez que me adentro más al instituto, me doy cuenta que no es lo que estoy buscando.

-Tengo sueño. -Me digo a mí mismo mientras por fin cruzo la puerta. Tengo la suerte de que mi clase está nada más empezar el instituto, pero a la vez no tanta si quieres "fugarte" de alguna clase por aburrimiento, y más la de la tutora. Iug, que asco de persona es sinceramente.

Pasaron las horas y no pasó nada interesante. Simplemente la misma chapa de todos los días de los profesores, que si tarea por aquí y por allá. Me dedico a usar el móvil en prácticamente todas las horas hasta la última, y me como un bocadillo de pollo mientras veo videos en el recreo.

Como clase final, tengo educación física. El profesor se llama Hernán. Si bien me cae bien, el centro no, y prefiero que se acabe la clase para irme a casa a jugar a la consola.

La asignatura de educación física empieza bien, yo y mi mente narrando toda mi vida. Hasta ahora es lo que me mantiene entretenido de este martirio.
Luego de hacer todos los ejercicios físicos que nos mandaba a hacer el profesor, mi cuerpo bañado en el frío y húmedo sudor, conjuntamente con el calor que sentía en ese momento, me hacía sentir una sensación contradictoria, pero justo, cuando menos me lo espero, pasa algo que me hace sacar una sonrisa.
Suena un timbre.
El sonido del timbre que hacía que mis oídos se afinasen, y mi sonrisa del momento, me daban como resultado mirar directamente a mi mochila que se situaban en las gradas.
Luego de coger mi mochila y caminar hacia la puerta de salida, agarro mi móvil y lo utilizo de manera normal, procurando distraerme incluso saliendo de educación física.
En ese momento, me parece oír algo que me llamaría la atención.
-¡Le gusta Inazuma! -Una chica misteriosa grita en voz alta sin darse cuenta.
Me giro inmediatamente.
-Reconociste mi sudadera, felicidades, ¿cómo te llamas? -Mi ser confiado actuó en ese momento, no sabía lo que le esperaba.
-Me llamo Aura, ¿y tú? -Responde avergonzada por la situación inesperada.
-Me llamo Yarek. Una persona que reconoce esta serie merece mi número, ¿te lo paso?-
-Eh... Sí, gracias. -Responde feliz, pero algo impresionada de la actitud confiada del chico.

Y así fue como vendí mi alma al infierno, un día tan simple como mi cumpleaños, más un cambio de números haría que mi vida...
Cambie para siempre.

El camino del Corazón Where stories live. Discover now