17. El control es mío

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Espero que seas ordenado en este caso, porque tu oficina es un desastre... —burla Albert con una sonrisita burlona.

Oliver se sonroja de inmediato. Creo que jamás he visto a este hombre sonrojado, ni siquiera cuando se ha sentido caliente en mi habitación del prostíbulo. Sus orejas se aprecian también rojas. Por lo que acaba de pasar, Albert termina riéndose.

¡¿D-D-D-E QUÉ DEMONIOS HABLAS, IDIOTA!?

Eres demasiado hombre para sonrojarte como un Omega, Oli —pincha él, ganándose un gruñido bajo y ronco del hombre que se siente ofendido por ello—. De todos modos, estoy cansado y prefiero irme a casa para sacar las fotos. Necesito organizarme bien y tenerlo todo preparado, así que supongo que tardaré unos... dos o tres días a lo mucho si no surge ningún inconveniente.

Albert asiente y se adelanta, por lo que yo y Oliver caminamos a un buen ritmo con intenciones de volver a Galliant. 

Durante el trayecto, yo lo observo de reojo y observo que su rojez en la cara y orejas le hacen ver adorable, especialmente porque es un hombre que no suele expresar muchos sentimientos en el exterior. Muchos en este pueblo opinan que quizás no tiene ninguno más allá de la frialdad, el odio, la lascivia y el enojo. Se equivocan. Oliver es alguien que se protege siempre que puede de los demás, ya que ser policía y de un alto nivel, es algo que puede acarrearle problemas en el futuro; especialmente por los citadinos, los cuales suelen estar encontrar de la policía y los miran como si fueran mierdas andantes. La televisión también ofrece imágenes terribles de peleas entre ciudadanos y policías en revueltas.

De todas maneras, confío en que Oliver hará todo lo que esté en su mano para que todo salga bien. Sé, de alguna forma que no puedo expresar, que será alguien importante en el futuro y me ayudará a que las cosas más adelante me salgan bien para que pueda volver a casa. Quizás, y sólo quizás, pueda decirle todo sobre mí aunque se entere que sólo tengo quince años y él se acostó con un adolescente. 

No es que esté prohibido, pero la edad mínima de consentimiento sexual es a los dieciséis.


Llegamos a la oficina de Oliver, justo la que tiene un cupo limitado y pocos pueden ingresar dentro, salvo si tiene una llave muy concreta. Normalmente es el lugar donde se quedan los testigos que no se sienten seguros en un motel, aunque eso haga que Oliver se vea obligado a dormir en el incómodo sofá del minúsculos salón de la esquina.

Creo que el rubor te hace ver adorable, Oliver —le susurro en el oído, justo cuando está a nada de llevar su mano al pomo de la puerta.

Sus ojos, rápidamente, me dedican una mirada enfadada, pero el rubor de su cara vuelve con un notorio color instantáneo.

Te puedo encerrar con una excusa de mierda, Ian... —gruñe.

Eso no lo hacen los buenos policías —me defiendo, sonriéndole con un toque divertido—. Y tú eres uno de los mejores policías de Galliant, porque gracias a ti la ley no es ciega en su totalidad y la corrupción no te afecta por muy mal que esté tu situación.

Aquello lo enorgullece, así que sin decir nada abre la puerta y entra el primero para que ingresemos. Al parecer hay alguien, el cual es Toman que está en su escritorio de madera ordenando diligentemente todas y cada una de sus cosas como si necesitara hacerlo antes de marcharse. 

Me encanta la gente que es tan ordenada con sus cosas, porque yo soy demasiado dejado con mis pertenencias al no ser demasiadas. Supongo que me lo puedo permitir.

Oh... —El hombre levanta la cabeza después de guardar un fajo de papeles en una transparencia, dejándola con las demás—. ¿Ya habéis vuelto? —Nos sonríe a ambos, alegrándose de nuestra llegada.

𝕰𝚕 𝓢𝚎𝚗𝚝𝚒𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘 𝕰𝚚𝚞𝚒𝚟𝚘𝚌𝚊𝚍𝚘Where stories live. Discover now