- ¡Ya estamos en casa abuela! – Se anunció Alba.

- En la cocina.

Ambas de dirigieron a la cocina.

- ¿Y bien? ¿Qué habéis hecho?

- Hemos ido al lago a ver la puesta de sol.

- Bonito plan ¿no?

- Mucho. – Confirmó Natalia.

- Nos vamos a cambiar. – Dijo Alba.

- Vale. – Dijo su abuela. – Natalia he dejado tus cosas en la habitación de al lado de la de Alba.

- Vale. – Dijo Natalia algo ruborizada.

Subieron al piso de arriba dispuestas a cambiarse.

- ¿Tienes de todo? Si no te puedo dejar algo.

- Tranquila. Creo que sí.

- Está bien. Cualquier cosa ya sabes dónde estoy. – Dijo Alba dirigiéndose a su habitación no sin antes guiñarle un ojo a Lexa que le sonrió.

Una vez cambiadas, volvieron a bajar y ayudaron a la abuela a terminar de preparar la cena y poner la mesa. Cenaron con tranquilidad hablando de cosas banales y después continuaron la charla mientras recogían todo. Ese día todas se retiraron pronto a sus habitaciones, había sido un día con demasiadas emociones.

Cuando Alba estuvo lista para irse a dormir salió de la habitación dirigiéndose a la de Natalia. Picó a la puerta y esperó que la morena le diera paso.

- Solo he venido a darte las buenas noches. – Dijo Alba acercándose a la cama donde estaba sentada la morena.

Y cuando llegó a su altura se fundió en un beso, al principio rozando los labios de la morena y después aumentando ese contacto, haciendo el beso un poco más pasional y empezando a mover los labios sobre los de Natalia que se acompasaron al movimiento.

- Buenas noches. – Murmuró Alba con los labios todavía sobre los de Natalia.

- Buenas noches. – Susurró Natalia también.

Alba se separó de la morena y se dirigió a su habitación sin muchas ganas. Intentó leer un rato, pero su mente no estaba para eso, solo podía pensar en que Natalia estaba en la habitación de al lado y que le había dicho que sus sentimientos eran correspondidos ¿Cómo concentrarse así? Al final decidió acostarse, apagó la luz e intentó dormir, aunque sin mucho éxito ya que en su mente no dejaban de aparecer unos apetitosos labios carnosos.

Un rato después, le pareció que picaban a la puerta, pero no estaba segura de sí se lo había imaginado.

- Pasa. – Dijo en voz baja por si no era cosa de su imaginación.

Y no lo era, por el umbral de la puerta apareció una cara conocida para ella pese a no verla bien en la oscuridad. Alba se incorporó sentándose apoyada contra el cabezal y encendió la luz, ahora sí, viendo la cara de Natalia, que parecía nerviosa. Señaló el otro lado de la cama y Natalia se apresuró a meterse debajo de las sábanas ya que hacía bastante frío.

- ¿Qué pasa? – Le preguntó Alba.

- Es que no dejo de darle vueltas a una cosa ¿Y ahora qué? – Preguntó Natalia. – No es como si pudiéramos besarnos por todas las esquinas, ni hacer según qué gestos o...

- Ya... Te entiendo. – Dijo Alba cortando a Natalia. – Supongo que tendremos que mantenerlo en secreto. Bueno, más bien en la intimidad. Saber con quién podemos permitirnos según qué gestos y con quien no.

- Será complicado.

- Si. Pero tú lo vales. – Dijo Alba con convencimiento y haciendo sonrojar a Natalia.

Serendipia (Albalia)Where stories live. Discover now