Y efectivamente Natalia se ruborizó, pero esbozó una tímida sonrisa.

- Me gusta pasar tiempo contigo. - Dijo tímidamente.

- Y a mí contigo. - Confirmó Alba. - ¿Entramos? - Preguntó señalando una cafetería por la que pasaban en ese momento.

- Vale. - Dijo Natalia.

Entraron en la cafetería, se sentaron en una mesa y cada pidió algo para merendar. Merendaron mientras hablaban de su fin de semana que se podía resumir de forma fácil. Alba había pasado el sábado con Julia y Maria en casa de los Medina y el domingo entero se lo pasó leyendo, ya casi había terminado el libro favorito de Natalia, en breve se podrían con el segundo. Por su parte Natalia se pasó prácticamente todo el fin de semana leyendo, nada novedoso, y había avanzado mucho con la lectura de ese libro que siempre le había dado pereza leer pero que por mucho que le costara antes, tenía que admitir que le estaba gustando mucho.

Cuando terminaron de merendar y Alba pagó las consumiciones pese a las protestas de Natalia, se dirigieron al parque a dar una vuelta.

- ¿La comida será este domingo? - Preguntó Natalia.

- En principio sí. Ya te lo confirmaré. Así tengo una excusa para pasar a verte. - Dijo Alba con una sonrisa pícara.

- También podrías llamar. Te di el teléfono.

- Pero es mejor verte ¿no?

- Si. - Dijo Natalia ruborizándose. - ¿Por qué siempre me ruborizo?

Alba soltó una pequeña risa al oír el comentario de Natalia.

- ¡Mierda! ¿Lo he dicho en voz alta? - Preguntó mientras se ruborizaba todavía más, más bien ahora toda su cara era del color del tomate.

- Si. - Dijo Alba divertida. - Pero me gusta.

- ¿Eh? - Dijo Natalia nerviosa.

- Me gusta que te ruborices, te hace adorable.

- Me hace tonta. - Murmuró Natalia.

- ¡Eso no es verdad! - Se quejó Alba. - No digas esas cosas.

- Si que lo es. - Dijo Natalia ahora algo menos roja.

- ¡Mírame! - Le exigió Alba. - Tú no eres tonta así que ni se te ocurra volver a decirlo.

- Va... vale... - Dijo Natalia algo asustada ante el arrebato de la rubia.

- Vamos. - Dijo Alba cogiendo a Natalia de la mano y obligándola a avanzar de nuevo.

Siguieron paseando, ahora en silencio, aunque esta vez no parecía un silencio cómodo.

- Lo siento. - Rompió el tenso silencio Alba.

- ¿Eh? - Dijo Natalia.

- Lo siento. - Repitió Alba. - Siempre termino haciéndote sentir incómoda.

- No es tu culpa, es solo que... No estoy acostumbrada a que me digan esas cosas.

- Pues acostúmbrate. Porque pienso seguir diciéndolas. No eres tonta. - Insistió Alba.

- Lo sé... solo excesivamente tímida.

- Pero me gusta, te hace adorable.

- ¿Todo me hace adorable? - Preguntó Natalia ruborizándose.

- Si. - Afirmó Alba.

- Se siente bien. - Dijo entonces Natatalia.

- ¿El qué?

- Tener una amiga.

Alba sonrió ante el comentario de la morena. No recordaba que le hubiera llamado amiga nunca, puede que lo fueran, al menos Alba lo sentía así, pero no tenía claro que es lo que pensaba Natalia.

Serendipia (Albalia)Where stories live. Discover now