Capítulo 12: Vigilancia

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«Han pasado cuatro horas», recordó Lucían, «y no hemos recibido alguna señal».

Aire, dióxido de carbono, bolsas de plástico, muerte...

Allí estaba él, empapado de sangre, con la cabeza cabizbaja y los pensamientos mezclados.

Ulises le entregó un pedazo de papel, a pesar de que no serviría, la sangre se había secado para simular ser pintura.

Camile se hincó para rezarle al sujeto que tenía delante de sí, simulando que era como su Dios o un guerrero Celestial.

Marie estuvo a punto de tener un paro cardiaco porque su amigo, a quien quería besar, se estaba convirtiendo en el peor enemigo de la humanidad.

Lucían no sonrió ni estaba feliz por la presencia de Anthony, solo deseaba que el ser humano dentro del joven de ojos grises regresara.

Ann dio la vuelta para sacarse de encima su vestimenta y mientras lo hacía gemía: —Matar se siente mejor de lo creía, me llena de mucha paz.

»¿Alguna vez se han sentido de esa forma? Todo lo que sucede a tus alrededores no importa más que tus propios pensamientos.

»Y, entonces,  cuando dejas de ensimismarte, recuerdas que el universo no es la mierda que pensabas hacía un par de segundos.

»Así que, sonríes para agradecer que estás vivo y que los demás morirán en tus manos.

—Debemos apresurarnos para llegar al cuartel —indicó Lucían, lanzándole a Anthony la mochila en la cual estaban sus pertenencias.

—No iré —Tony se vistió con agilidad—, tengo asuntos pendientes que resolver antes de reencontrarme con tu clan.

—¡Vendrás con nosotros! —gritó Fernández, tomándole la muñeca a Tony.

—¡Lucifer, regrésate al Infierno! —Ann comenzó un encuentro agresivo con su pareja.

La pelea se intensificó hasta el punto de hacer que Camile no dejara de rezar a favor de ¿Bowie? Un momento.

¿La casera estaba apoyando los deseos morbosos y sádicos de su hermano menor?

¿Qué estaba pasándole por la cabeza para que sus valores quedaran fuera de la realidad?

—Camile, ¿qué estás haciendo? —chilló Ulises tras observar que la señora estaba apoyando al Monstruo.

—Él ganará y nos salvará a todos de la miseria —la mujer se levantó, demostrándole al muchacho que ella también estaba enferma.

Marie, quien estaba sosteniendo la mano de Ulises, se alejó para unirse al equipo de Ann.

—Tú puedes, mi amor. ¡Lucían no te merece! ¡Tómame y haz conmigo lo que pienses!

Scott se escondió de la escena detrás de un edificio, reflexionando acerca de lo que sus ojos acababan de ver.

Risas, burlas y sonrisas.

Marie fue por Ulises, conduciéndolo de vuelta con el grupo porque le estaban haciendo una broma para probar su confianza.

—Se las haremos a los demás en otro momento —admitió Anthony, estrujando a su amigo—. Es necesario comprobar que seguimos sanos.

—¿Lo que dijiste acerca de que amabas matar era parte de la falacia?

—¿Qué cosa? Nunca diría eso, aprecio la vida ajena... a menos que ponga en peligro a cualquiera de ustedes.

—¡¿Qué?!

—Los amo.

Ulises no se sacaba de la cabeza que Anthony se había perdido, el Monstruo era quien estaba controlando el cuerpo.

Coleccionista de TormentosWhere stories live. Discover now