Capítulo 15: Intensión hipócrita

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—Pensé que eran unas personas malas —respondió Amber, explicando que su desconfianza se debió a unas fotos que encontró en el cuarto de Lucy.

Lucy se sorprendió al escuchar que Amber entró en su cuarto y revisó sus cosas, pero trata de disimular su incomodidad y dijo:

—Querida, no debiste entrar en ese cuarto. Pero está bien, a veces la curiosidad nos invade.

Lucy se preparó para el momento justo en el que Amber estaba más vulnerable y no tenía oportunidad de defenderse. Sabía que la joven es más fuerte físicamente que ella, por lo que necesita esperar el momento adecuado para poder cazarla como si fuera un animal.

A pesar de la aparente calma que reinaba en la cabaña, las tensiones estaban a flor de piel y el peligro acechaba. Amber no sabía en quién confiar y se preguntaba si debería intentar hablar con Jack y aclarar las cosas de una vez por todas. Pero antes, necesitaba estar segura de que estaba a salvo y de que no había nadie más en la cabaña que tenga intenciones de hacerle daño.

Amber inhaló profundamente, decidida a abordar la conversación pendiente con Jack y resolver las tensiones que habían surgido entre ellos. Era consciente de que no podía permitir que las cosas empeoraran entre su amigo y ella. Sin embargo, antes de que pudiera dar el primer paso hacia la puerta de la habitación, Lucy emergió en el umbral como una presencia ominosa que bloqueaba su camino.

Con voz serena, pero ligeramente temblorosa, Amber expresó su necesidad:

—Necesito hablar con Jack.

Lucy la observó con una expresión que pretendía ser comprensiva, aunque sus ojos revelaban un oscuro secreto que ocultaba detrás de su aparente amabilidad. Sin embargo, Lucy decidió mentir en un intento de ganar tiempo y llevar a cabo su macabro plan.

—Oh, lo siento. Jack está en el comedor con Thomas en este momento —mintió con una sonrisa falsa mientras bloqueaba sutilmente el acceso a la escalera.

Aunque Amber percibía la extrañeza en el comportamiento de la anciana, decidió no indagar más y asintió con una mezcla de resignación y determinación. Sin embargo, siguió con su búsqueda, bajó las escaleras con la esperanza de encontrar a Jack y resolver las tensiones que los habían distanciado.

Pero lo que Amber no sabía era que Lucy ocultaba un cuchillo afilado bajo su delantal, listo para llevar a cabo su siniestro plan. Cuando Amber le dio la espalda para dirigirse hacia las escaleras, la anciana actuó con frialdad y sigilo. Sin previo aviso, clavó el cuchillo con violencia en la parte alta del hombro de Amber.

El grito de dolor de Amber llenó la habitación, resonando como una alarma de emergencia. Un dolor insoportable se apoderó de su cuerpo, irradiando desde el punto de impacto y extendiéndose por todo su ser. La joven cayó aturdida y confundida, incapaz de comprender la traición y la violencia repentina que había experimentado a manos de alguien en quien había confiado.

—¡No, por favor! —suplicó Amber con desesperación, sus ojos llenos de lágrimas mientras se retorcía de dolor en el suelo. Su mente luchaba por procesar la situación, y la traición de Lucy la había dejado en un estado de shock.

Mientras Amber intentaba alejarse instintivamente de su agresora, Lucy mantenía su rostro impasible, como si estuviera cumpliendo con un acto rutinario. La anciana se inclinó hacia adelante, observando a Amber con una mirada fría y calculadora, mientras sostenía el cuchillo ensangrentado en su mano. Los oscuros secretos de Lucy se habían revelado de la manera más espeluznante posible, y el destino de Amber pendía de un hilo en manos de esta mujer que había resultado ser un monstruo oculto bajo una máscara de amabilidad.

—Lo siento, cariño, pero no podía arriesgarme. Tú y Jack lo arruinaron todo. Pero no te preocupes, no te dolerá mucho más tiempo —dijo con frialdad escalofriante, mientras sacaba el cuchillo de la espalda de Amber.

La joven sintió cómo la sangre empapaba su ropa y el dolor aumentaba en intensidad. Sabía que estaba en una situación peligrosa y que debía intentar escapar de allí cuanto antes. Con todas sus fuerzas, trataba de levantarse, pero el dolor y el mareo se lo impedía.

Lentamente, Lucy se acercó a Amber mientras se arrastraba por el suelo, su herida en el hombro dolía cada vez más y sentía como la sangre le empapaba la camisa. La anciana disfrutaba del sufrimiento de su víctima y quería ver hasta dónde era capaz de llegar con la herida. Amber gateaba desesperada para salir de la habitación y bajar las escaleras, tratando de huir de su agresora.

—Eso le pasa a las zorras que tocan las cosas que no son suyas —expusó. Dejando saber que no olvidaba la falta de respeto, ahora disfrutaba como la rubia se arrastraba muerta de miedo y llorando por su vida.

—¡Estás loca! —Gritó la lastimada. Ahora sabe que todas sus sospechas eran ciertas.

Desde un principio había dudado de la bondad de la señora, ¿por qué hacía todo eso? ¿A cambio de qué? Ahora sentía arrepentimiento de no haber seguido sus instintos.

—Pronto morirás —predijo la agresora—. Pero tranquila, también morirá tu noviecito.

Al escuchar eso, la chica entro en pánico. No sabía dónde se encontraba su amigo, no estaba por ningún lado de la casa. Pero el comentario de la anciana le dejo saber que Jack no estaba muerto aún.

Amber se arrastraba penosamente por el pasillo, dejando un rastro de sangre de su herida en el suelo detrás de ella. La sensación de estar atrapada en una pesadilla de terror se apoderaba de su mente, y la figura de su agresora se cernía amenazante sobre ella. Con cada movimiento, el dolor en su hombro la torturaba, pero sabía que debía encontrar una forma de escapar.

Sin embargo, cuando estaba a punto de alcanzar la libertad, la puerta hacia el exterior, sintió cómo Lucy la tomo por el cabello con fuerza, deteniendo su huida. El dolor en su hombro se intensificó y Amber soltó un grito de agonía.

—¡No he terminado contigo! —advirtió Lucy con voz ronca, apretando aún más el cabello de Amber, para luego estrellar su rostro contra el suelo.

Los ojos de Amber recorrieron el pasillo en busca de cualquier objeto que pudiera utilizar en su defensa. Su vista era nublosa por la sangre que brotaba en su frente. Finalmente, diviso un jarrón de cerámica cerca. Su cara sangraba y su herida se intensificaba, pero aun así, con un esfuerzo sobrehumano, se arrastró hacia él.

Con todas sus fuerzas, Amber levantó el jarrón y lo arrojó con desesperación hacia Lucy. El objeto se estrelló contra la cabeza de la anciana, quien tambaleó unos segundos antes de recomponerse del ataque. La rubia aprovechó la oportunidad, a pesar del intenso dolor en su hombro, y corrió hacia la puerta principal, desesperada por escapar de la casa de la psicótica anciana.

La anciana, que se recuperaba, la alcanzo para darle una patada certera en el estómago, haciendo que Amber perdiera el aliento del golpe. La joven cayó nuevamente al suelo, jadeando y tratando desesperadamente de recuperarse mientras sentía que el mundo giraba a su alrededor.

—¡Maldita seas! —gritó Lucy con ira antes de colocarse encima de Amber.

Amber podía sentir el aliento de la anciana en su rostro, era un aroma a alcohol mezclado con algo metálico. Lucy estaba exaltada, frustrada de que su nueva víctima no le prestara la atención que ella deseaba. Amber luchaba por zafarse de su agarre, pero era inútil.

Ya cruzando miradas con su agresora, se dio cuenta de que la anciana estaba dispuesta a acabar con su vida de inmediato. La terrorífica imagen del cuchillo reluciendo en la penumbra de la habitación hizo que Amber temblara de miedo. Sabía que estaba en un momento agónico, con su vida en juego.

—¡Muere! —gritó Lucy mientras levantaba el cuchillo y se disponía a clavárselo.

El momento se hizo eterno para Amber, quien veía la muerte acercarse a ella de forma inexorable. Cerró los ojos y esperó lo peor, sintiendo como su cuerpo se tensaba en una mezcla de dolor y miedo.

Sentido MortalWhere stories live. Discover now