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A sus diecisiete años, Monkey D

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A sus diecisiete años, Monkey D. Luffy no seguía ninguna regla que le impusieran.

Si su padre —o quien fuera—, decían arriba, él automáticamente escogía abajo; si era negro, Luffy escogía blanco.

Odiaba las reglas y obedecerlas no era discusión simplemente porque no lo hacía; darse el tiempo de pensar en si estaba bien o no seguir un orden establecido, provocaba en Luffy más molestia que quedarse sin Internet en pleno juego online. Por esta razón, era que ningún castigo era suficiente para él, porque de todos modos, Luffy no los cumplía.

Es que Luffy era, a todas luces, un caso perdido de rebeldía. No tenía una razón para esto, simplemente vivir a su ritmo y bajo sus reglas era lo mejor que podía existir en todo el infiniverso —según él.

Y como siempre, ahora se encontraba enfrentando al sistema que buscaba someterlo, con un nivel de alcohol en su sangre que lo mantenía apenas consciente, un cigarrillo en su boca y una chica —de la cual no recordaba ni su nombre—, perdida entre sus muy perfectas piernas.

—Espera... —Tiró su cabello y frunció el ceño, lanzando lejos el cigarrillo al sentirse repentinamente incómodo con la situación.

— ¿Ahora qué? —. La desconocida pero linda chica pelirosa se levantó, sin dejar de mover su mano en aquel lugar entre sus piernas; Luffy intentaba concentrarse en aquel pensamiento que lo asaltó, tan concentrado como si necesitase subir de nivel su personaje de Overwatch.

—Deja de moverte, olvido algo...

—Sí, que tengo tu pene en mi mano —la chica dijo rodando sus ojos ante la obviedad.

— ¡Monkey D. Luffy! —. El grito del profesor de biología llenó el laboratorio y la chica automáticamente dejó sus atenciones, asustada por haber sido descubierta en sus artes manuales.

— ¡Claro! —Luffy palmeó su frente, dándose cuenta del error que lo mantenía pensando en vez de disfrutar el momento. —Olvidé poner el seguro shishishi...

Soltó una carcajada antes de levantarse y subir sus pantalones; trastabilló por el alcohol en su cuerpo y se sostuvo de una mesa antes de darse contra el suelo. Ni siquiera recordaba cuánto había bebido, pero seguramente no lo suficiente si pudo recordar —muy tarde— que el salón estaba sin seguro.

—A la oficina del Director los dos. Ahora.

Luffy caminó riendo, no sin antes palmear el trasero de la chica que molesta, seguía el camino que el maestro les marcaba, cual guía turístico.

El pasillo que los dirigía hacia la Dirección parecía serpentear y no supo bien en qué momento habían cambiado la arquitectura del edificio o si realmente estaba tan ebrio como para ver todo como el maldito camino amarillo del Mago de Oz.

Wow... Quizá me encuentre un león sin corazón... Espera, así no era

¿O sí?

—Adentro—. El profesor empujó a Luffy dentro de la oficina y tomó a la chica para devolverla a su salón. Porque, bueno... Todos sabían que esa pobre criatura no tenía la culpa de que el protagonista tuviera tanto carisma.

Baby Boy!Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang