40; Nuevo amigo

335 41 3
                                    

-Y así se logró bla bla bla, ¡Fin!- cerro con fuerza el libro de tapa dura, después se tiró en su cama dispuesta a dormir pues no lo habia hecho en la noches por seguir con su lectura.

*Toc toc Toc*

-No estoy.

*Toc toc Toc*

-Que no estoy...! ¿No escucha?- se levantó y abrió la puerta, sus ojos de abrieron al ver al vizconde Roteshu -B-buenos días vizconde.

-Buenos días su alteza- hizo una reverencia.

-¿En que puedo ayudarlo?

Sonrió con malicia -¿Puedo pasar?

La pequeña asintió con la cabeza y abrió la puerta dándole pase al mayor que vio cada rincón de la habitación.

-Y bien... ¿Que desea?

-Hablar de usted.

-De mí?- estaba confundida.

-Claro, todos hablan de usted, que es amable y sonriente pero no hablan de su sufrimiento y supuse que querría hablarlo.

-Prefiero que así se mantenga y le agradezco que se interese en mi sin embargo no quiero hablarlo y si querría tengo a mi dama de compañía, al príncipe Heinrey, mi maestro, maestro de magia, a mi madre y a mi... padre.

-¿Sufre por el emperador y su amante, verdad?- río silenciosamente mientras observaba un cuadro familiar -Es obvio que le molesta la desición que tomo su padre al hacer de Rashta su amante, por este enojo que se guarda se desquita con la amante, bueno ella recibe el trato que merece pero... Es algo irónico que sea así, si ambas son... similares.

-¿Similares? ¿Se refiere a que ambas somos despreciables?

-No quise decir eso, ¿Sus padres no se lo han contado?

-¿Que cosa? Hablé con claridad por favor.

-Si no lo hace entonces no puedo seguir hablando, me retiro su alteza y lamento haberle robado de su tiempo- y así se fue con una sonrisa victoriosa.

-Ash... Aquí no conseguiré tranquilidad- pensó un rato hasta que se le ocurrió una idea.

Se cambió poniéndose un vestido sencillo color verde y zapatos del mismo color.

Después se dirigió a un carruaje indicando su destino; La capital.

Paso un buen rato y llegó -Ven aquí a las... seis de la tarde- le dijo al conductor del carruaje.

-De acuerdo su alteza, tenga mucho cuidado.

-Si lo tendré, adios- empezó su paseo, llegó a un área donde habían tiendas, una de ellas vendían sus chocolates favoritos y decidió comprarlos -¿Cuanto valen?

-70 cranes.

-Oki doki, me llevo uno- saco su billete y vio que solo tenía billetes de 200 cranes para arriba -Disculpe... ¿Tendrá ca-

-Mire niña, si no tiene entonces váyase.

-¡Si tengo! Solo que-

-Yo pagaré por ella.

-¿Que? ¿Quien...?

Cabello castaño y ojos carmesí, este niño... ¡Alex Kleirl!

-Espera... Yo tengo dinero.

-Si claro... Tome- le entrego el dinero al vendedor y agarro el paquete de chocolates -Toma.

-No era necesario.

-Ayuda mutua.

-¿Eh?

-La señora de rojo que está allá, es mi mamá, me escape de ella con la excusa de que había visto a una amiga y que no volvería en un buen rato.

Soy la hija de la emperatriz |La emperatriz divorciada|Where stories live. Discover now