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Llovía a cántaros.

Dibujando un hilo de gotas sobre el cristal.

La tetera chilló y se levantó en seguida a preparar el té.

Jeongyeon estaba en su escritorio, terminando de perfercionar algunos contratos en su laptop.

Le sirvió el té seguido de unas galletas que había horneado hace unas horas, y se sentó sobre sus piernas luego de dejarle un beso en su sien, pasando un brazo por sus hombros.

Le encantaba ver su ceño fruncido y su rostro concentrado.

Jeongyeon rodeó su cintura y continuó revisando algún que otro documento, debía enviarselos a su secretaria lo antes posible.

Nayeon la observaba en silencio.

Le gustaba esto. El sonido de la lluvia, la calidez de su cuerpo y su enorme sala de estar. Amaba su penthouse en París, con vista a la Torre Eiffel y a todos los atardeceres en la ciudad.

Estos días debía pensar que decisión tomar con respecto a su futuro, cuando estuviese de regreso en Corea, debía darle la cara a su padre.

¿Era malo no tener un sueño?

¿O que sus sueños no entraran en la normativa?

Quizás fuera un poco mediocre viniendo de ella, una chica de alta sociedad. A la cuál sus padres la habían inculcado y educado con un propósito, siempre esperando algo de ella.

Pero no quería nada.

Nada más que esto.

Esta sensación de familiaridad con Jeongyeon.

Deseaba ser ella su prometida.

Quién la esperara de regreso a casa. Quién le calentara la cena, con quién se trasnochara hasta alta horas, discutiendo sobre asuntos del trabajo. Quería ser su esposa, quién tuviese sus bebés.

Pero la sola idea de que Taeyeon tomara su lugar la enfermaba.

Jeongyeon observó como su postura se volvía rígida y su expresión molesta. Besó su cuello y Nayeon suspiró hondo.

Debía deshacerse de esa tipa.

Si quería continuar allí.

No quería volver a casa sin antes no solucionar esto.

¿Qué harían cuando Jeongyeon ya no tuviese excusas sobre posponer la boda?

Si lo suyo era una estrategia de compartir bienes y crecer, amplificando sus acciones.

Debía saber usar bien todas sus cartas.

Quizás a fin de cuentas, dirigir la empresa de su padre, le trayera otros beneficios aparte de los obvios.

Tenía que analizar todo desde afuera.

Podría invertir, convertirse en una socia para Jeongyeon, así podría trabajar a su lado. Aunque estar en Corea y en París al mismo tiempo era una tarea imposible, podía encontrar una manera de todos modos.

Pero debía centrarse primero en un objetivo.

Lo más relevante ahora.

Era hacer que Jeongyeon rompiera su compromiso con esa tipa.

Quizás, ella estaba ciega de amor y aunque fuese complicado. Debía lograr hacer que decidiera terminar su compromiso voluntariamente, sin dejar a su tía con otra opción. 

Es por eso que cuando esa noche Taeyeon las visitó, trato de aferrarse a su plan, aunque le viera desde la cocina, enredar sus dedos en el cabello de su tía y besarla con demasiada ímpetu para su gusto.

ALL MINE. //2YEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora