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El verano por fin se asomaba de entre los días, final de semestre, entrega de calificaciones y una ola de calor que sólo le provocaba vestir un bikini y estar en la playa.

Además.. Ella estaba de regreso, mucho mejor que nunca.

Tenían todo el verano planeado.

Bueno, al menos Nayeon se había encargado de planearlo todo en cuánto pusiera un pie en Seúl.

Iría a recogerla al aeropuerto, hoy era su último día de clases, cuando llegara a casa se alistaría para ir a recibirla.

¿Qué atuendo debería usar para su tan esperado reencuentro?

Quizás un vestido de cuero, lo suficiente ajustado para que tuviera su vista fija únicamente en ella.

Pero sería demasiado llamativo para algo tan casual..

Usaría el vestido que le obsequió el año pasado en navidad para beber brandy con los del concejo empresarial de sus padres cuando anunciaron públicamente que era la siguiente sucesora en proceso.

Tenía cierto aire ejecutivo, sin dejar de parecer elegante y sofisticado, se ajustaba a sus curvas y más de una vez que lo había usado Jeongyeon no había parado de observarle, le encantaba admirar su trabajo en otros cuerpos.

O eso solía decir siempre que le pillaba mirándola.

Desearía que no fuese sólo eso.

En ese entonces aún no se había marchado a vivir en París.

Nayeon debía asistir regularmente a la empresa que dirigía su padre, se mantenía al tanto de todo lo que ocurría y su administración, estaba encargada de verificar cada acción que realizara la empresa, puede que fuese un poco tedioso al comienzo, pero ahora mismo ya estaba tan acostumbrada que se sentía como si realizará una tarea más del día.

Regresó a su casa en el coche que le habían que le regalaron sus padres en su cumpleaños número quince, un Mercedes Benz, de último modelo en aquel entonces, realmente no sabía de autos, no era lo suyo así que eso no le impresionó mucho.

Cuando abrió su habitación reprimió un grito de emoción al ver un enorme ramo de rosales frente a la cabecera de su cama.

¡¡No podía ser cierto!!

Eran de Jeongyeon.

¡De seguro!

Le encantaba su estilo anticuado.

Estaba dando saltitos de emoción en su lugar, con sus mejillas hirviendo acompañadas de una enorme sonrisa, hasta que desenvolvió la carta que venía entre las rosas y vió que no era un obsequió de su amada y querida peligris. Su rostro cambió casi enseguida, su expresión tornandóse sombría e irritada.

Kim Taehyung

¿Cuántas veces tendría que dejarle claro a ese imbécil que dejara de hostigarla?

Peor aún, ¿como había obtenido su dirección?

Levantó el ramo como pudo y lo arrojó a la cesta de basura.

Estaba mal recibir regalos cuando claramente le interesaba otra persona, y aún más cuando conocía las notorias intenciones de Taehyung, no pensaba darle ni la más mínima muestra de interés, tipos como él solían mal interpretar la cosas muy fácilmente.

Desde hace más de un par de años, sus padres firmaron un acuerdo, que entrelazaba entre sí sus empresas, compartiendo varias acciones.

No se casaría con él sólo para extender su legado o hacer crecer su fortuna.

ALL MINE. //2YEONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora