Miranda ha estado encerrada en una capsula del más allá, en una terrible oscuridad viendo lo que otros no ven; terribles fantasmas que más de una vez que han intentado apoderarse de su cuerpo para seguir permaneciendo en el plano terrenal. Todo es c...
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Toc, toc, toc.
Escuché cómo tocaban la puerta de mi habitación a lo que permití que pasaran, la cabeza de mi abuelo se asomó por detrás de la puerta con una gran sonrisa por lo que tuve un ligero presentimiento sobre lo que se trataba.
— ¿Qué noticias traes? —pregunté dejando el bolígrafo sobre el cuaderno.
El abuelo me extendió una invitación con un sello floral, fruncí el ceño al suponer de quién provenía.
— ¿Para eso pidió tanto dinero, para su boda con el drogadicto? —gruñí, tirando la carta a la basura —. No iré, ustedes verán si van.
— Koinu, por favor, ve con nosotros así sea a la ceremonia. —pidió, sentándose en la orilla de la cama mientras yo lo observaba desde la silla del escritorio.
Miré al suelo, dudosa ante lo que tenía qué hacer, no podía jamás decirle que no ante una petición de mi abuelo: el señor que me lo había dado todo, que era mi figura paterna más cercana y quién me ponía a mí antes que a él. Siendo sincera, tenía más cariño por obaa chan que por la abuela.
— No lo sé abuelo, no creo que sea buena idea. Sabes que Leslie y yo nunca nos hemos llevado bien...Ella cree que soy de mal augurio. —suspiré mirando al abuelo.
— Pero ya maduró. Ella me llamó por la mañana diciéndome que quería que fuéramos a su boda, incluyéndote. —confesó llenando de sorpresa todo mi cuerpo.
Leslie nunca antes me había invitado a ninguno de su cumpleaños, ni siquiera cuando éramos seres llenos de inocencia. Su padre siempre fue un bastardo que sintió envidia por el mío —solo por atraer más a las chicas y por sí tener talento—, por ende Leslie también era así conmigo, solo que ella prefería humillarme y hacerme sentir menos. Me extrañaba mucho que ella haya decidido invitarme a su boda, desde que éramos adolescentes ella hablaba sobre su gran boda y que nunca me invitaría, ¿Porqué cambió de opinión?