Extra VII: Un vistazo a lo que somos hoy.

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Rachel.

Un pequeño torbellino en mis brazos se remueve, obligándome a reaccionar de golpe, bajo la mirada a él, ladeando la cabeza cuando suelta un bostezo que me enternece el corazón.

—Hola, mi vida, ¿Dormiste bien? —susurro, miro sus ojitos pestañear lentamente, hasta que el azul en ellos queda fijo en el azul de los míos—, claro que dormiste bien, ¿Verdad que sí?

Se lleva el puño a la boca, indicándome que tiene hambre, por lo que me aparto un poco para bajar el tirante de mi blusa y alimentarlo.

El silencio en la enorme casa inquieta un tanto, pero procuro relajarme, su manita se coloca sobre mi seno con posesividad, así como su boquita succiona mi pezón con fuerza.

Mis bebés se fueron con su padre a Rusia, mi marido intento que fuera con ellos, pero con la operación y los dos meses de reposo —que ahora sí tengo que cumplir si o sí—, no es que pueda andar de un lado a otro. Owen protestó y se intentó quedar, pero el coronel de la central de Moscú quiere darles un entrenamiento especial, lo que los deja dos semanas fuera —de mientras solo a Milenka y Owen— las niñas no se pueden despegar más de tres días sin su padre y Christopher tenía que estar allá para ver no sé que asuntos, aprovecha para cuidar a sus hijos.

Dos semanas solitos.

Me alejo de todo el estrés que es la administración y demás durante los primeros seis meses de mi bebé y los dos últimos de embarazo, lo cual no me molesta, claro, me gusta dar lo mejor de mi en los primero meses de mis bebés —no por eso dejo de darlo después— pero tengo una necesidad de no separar la mirada de mis bebés durante ese tiempo. Sin embargo, también me aburro un poco mientras duerme. 

El sonidito se protesta me hace enarcar una ceja.

—¿Que paso, mi vida?

Parece molesto.

—Amor... ¿que tienes? —le hablo con una voz melosa, provoca que intente sonreír con mi pezón en la boca, suelto una risita baja—, sabes, tus hermanas hacían lo mismo, pero con tu padre. A mi ni me miraban, pero él parecía su cielo y estrellas... claro que siguen siendo así...

Aprieta los labios aún con mi pezón en la boca, lo que me saca un quejido, por qué, joder, parece que lo hizo con fuerza de manera intencional.

—¿Que?, ¿No te gusta que te diga que tienes papá y hermanos?

Frunce el ceño, su manita se comienza a cerrar contra mi piel, pellizcandome en el proceso. Parpadeo, mirando la misma, va dejando una marca roja en mi piel, hasta que no le queda nada que pellizcar.

—Oye, Ethan, eso me dolió.

Ahora la misma mano recae sobre mi pecho, ¿Como un niño de un mes es capaz de hacer eso?

—Bien, bien —suspiro—, yo no dije nada, solo existimos mi bebé hermoso y yo.

Se relaja en mis brazos de nuevo, después de quince minutos más, lo separo, le saco los gases y me levanto de la mecedora para sacarle su ropita, necesito ducharlo ahora que está tan tranquilo.

No despega la mirada de mi, intento hacer lo mismo, pero yo si tengo que ver otras cosas para prepararle la tina... Y arreglar la cuna que le tuvimos que poner en nuestro propio baño.

Este bebé es muy delicado con todo, no me le puedo alejar dos segundos por qué grita y llora de una manera que hasta parece que le duele algo, y siempre, siempre quiere estar pegado a mi cuerpo, lo aprendí a las malas. Es por eso que me meto a la tina con él envuelto en una manta muy delgada, cierra los ojos antes de abrirlos de nuevo, comienzo a echarle agua con la esponja, se relaja más.

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Where stories live. Discover now