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Christopher.

La repartición de invitaciones se canceló por hoy después de una llamada de Alex. Los padres de Rachel estaban ya aquí.

Y dudo que fuera para dar las buenas noches. Venían a joder.

Rachel se ve algo nerviosa, su pie no deja de moverse con ansiedad de arriba a abajo, pero también está la determinación en su mirada. No va a dejar que la afecten.

O al menos por ahora, porque con el embarazo está muy hormonal y llora por todo y por nada. Y también sé que, si la hacen llorar, no vuelven a pisar Londres.

—Calmate ya —coloco la mano sobre su muslo, obligandola a detenerse.

—Es que me imagino la cara de Luciana y... —ruedo los ojos, negando con la cabeza.

—No te va a decir nada —si no quiere un tiro entre las cejas.

—Es que no la conoces, Chris —insiste—, la mujer está loca. Y con lo que odia tu apellido...

—Pues va a ser el tuyo, así que no queda más que aguantarlo.

Sonríe ligeramente ante eso.

—Creí que había dicho que quería quedarme con mi apellido. 

—Y yo haberte respondido que no va a ser posible —mascullo.

La conversación es tonta, pero la distrae hasta que llegamos. Entonces sus nervios se hacen presentes de nuevo. Bajamos del auto y vemos a Reece primero. Rachel lo abraza como si no lo hubiera visto hace unas cuantas horas.

—Estaba pensando, belleza, en que podríamos desparecernos el día de la boda, ¿Tu que dices?

—Que si nos desaparecemos, Christopher nos va a buscar y matarte, a mi hacerme la esposa cautiva. Imposible que deje que mueras por mí culpa, luego no voy a tener con quien ponerle el cuerno y eso sería tan trágico.

Bufo.

—Tengo buenas ubicaciones para escondernos hasta que se canse de buscarnos.

Rachel da un suspiro fingido de pesadez.

—Lamento ser yo quien lo diga, Daddy, pero es imposible que se canse, ya sea para matarnos, pero no sé cansaría. Mucho menos si lo dejo plantado en el altar.

—Ya. A joder a otro lado —lo separó de mi mujer.

—Es broma, muñequito, si en verdad me la fuera a robar no lo hablaría frente a ti.

Ruedo los ojos. Seguimos avanzando hasta adentro, dónde se escucha la batalla campal de gritos por todos lados.

Rachel suspira, antes de tomar su postura erguida y de mentón en alto.

Me rodea con sus brazos y seguimos caminando hasta donde los padres de Rachel le reclaman no se que mierda a Alex.

—¡Pero que bonita recibida familiar! —exclama Rachel con fingida alegría—, pero hubiera preferido los globos.

Todos se vuelven a nosotros con rapidez.

Ruedo los ojos, negando, los gritos de reclamos vienen por los dos para Rachel y para mí.

—¡Te dije una y mil veces que no te volvieras a meter con el! —le reprocha Luciana.

—Creo que soy lo suficientemente mayorcita para hacer lo que me plazca, madre —le aclara, cruzando los brazos.

—¿Y tenía que ser con él?, Te dije que no era para...

—Te aprecio y respeto, pero agradecería que dejaras de intentar que tome decisiones pensando en tu apellido y no en lo que yo quiero.

Si Rachel no hubiera ido con Stefan.Where stories live. Discover now