Capítulo 2: Sentido de pertenencia

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El hombre se detuvo por un momento para mirar hacia atrás a su cabaña. Le dijo adiós con el corazón pesado, sabiendo que tal vez nunca volverá a verla. Aunque lo que le deparaba el futuro era incierto, su espíritu estaba decidido a sobrevivir y superar cualquier obstáculo que se presente. Con esto, el hombre siguió su camino hacia lo desconocido, listo para enfrentar los desafíos que se avecinaban.

El hombre sostuvo la escopeta de doble cañón en sus manos y se ajustó el arma que llevaba en la parte trasera del pantalón, la cual le había incomodado un poco. Con todo resuelto, empezó a caminar por el bosque, seguro de hacia dónde se dirigía.

Mientras avanzaba, el hombre recordaba todo lo que había pasado para llegar a ese lugar. Estaba inquieto y turbado por los recuerdos, y su cuerpo estaba cubierto de sudor. Tras unos quince minutos de caminar, llegó al final del bosque y avistó lo que parecía ser la entrada a un pequeño pueblo.

—Ca... —trató de leer el letrero, pero estaba muy deteriorado por el paso del tiempo.

—Olvídalo —resignado, el hombre decidió no preocuparse por el nombre del pueblo y simplemente buscar algo de comida para regresar a su estilo de vida anterior. Aunque estaba acostumbrado a vivir en circunstancias difíciles, deseaba desesperadamente dejar aquel sitio.

Una vez dentro, el hombre se dio cuenta de que era un lugar abandonado. La vegetación cubría el suelo y los vehículos, y el moho y los hongos se apoderaban de todo el pueblo. A pesar de que la posibilidad de encontrar a alguien era escasa, el hombre no bajaba la guardia. Estaba alerta y observador, tratando de escuchar y oler todo lo que pudiera para evitar encontrarse con algo que ya había sufrido antes.

Mientras caminaba, el hombre se escondía detrás de vehículos abandonados y árboles emergentes para evitar ser visto, a pesar de que la oscuridad de la noche ayudaba a que pudiera permanecer invisible. Cualquiera que lo viera podría pensar que estaba loco o que necesitaba supervisión. Sin embargo, para él, lo importante era no ser detectado y mantenerse a salvo.

El hombre llegó a una pequeña tienda que se encontraba en la esquina de la calle, en la que observaba que la puerta ha sido forzada y hay signos de que estaba saqueada. A pesar de esto, decidió entrar y revisar lo que quedaba en su interior. Al entrar, se dió cuenta de que estaba completamente vacía, lo único que pudo ver fue el polvo y la suciedad acumulada en las estanterías vacías.

—Nada —dijo para sí mismo.

Continúo su camino por la calle principal, pasando por edificios abandonados y en ruinas. Se detuvo un momento en una iglesia, claramente había sido saqueada y vandalizada. Se asomó por una ventana rota y vió bancas y objetos destrozados. Siguió caminando hasta llegar a lo que parecía ser un mercado, la puerta estaba cerrada, pero no tenía candado, la empujó con facilidad y entró.

Dentro del mercado, la escena era desoladora, todo estaba en completo desorden y había comida podrida en el suelo. Se dirigió a la sección de enlatados, buscando algo que aún sea comestible.

El sujeto se sintió decepcionado al ver que el pasillo de comestibles también estaba vacío, lo que significaba que su búsqueda de comida no iba a ser fácil. Observó detalladamente los estantes y se dio cuenta de que algunos de ellos estaban rotos y otros estaban cubiertos de polvo, lo que daba a pensar que el lugar había sido abandonado durante mucho tiempo.

Se movió hacia el siguiente pasillo, el de Mecánica, aunque no tenía muchas expectativas. Al igual que los otros pasillos, este también estaba en mal estado, con herramientas y piezas de automóviles dispersas por el suelo. A medida que avanzaba, su mirada se posó en una pequeña mesa al final del pasillo. Sobre la mesa había algunas latas de comida y botellas de agua.

Se acercó cautelosamente a la mesa, examinando las latas de comida. Afortunadamente, parecía que todavía eran comestibles. Tomó todo lo que pudo y lo colocó en su mochila. Agradecido por su suerte, comenzó a dirigirse hacia la salida del mercado.

De repente, escuchó un ruido detrás de él. Giró rápidamente, Apuntando con la escopeta. Al principio, no vio nada, pero luego notó un movimiento en una de las esquinas de los pasillos.

—¿Hay alguien ahí? —preguntó con voz firme y fuerte.

Al no recibir respuesta empezó su investigación. Continuó avanzando. Mientras se adentraba en el lugar, notaba cada vez más signos de la devastación que había ocurrido. Estantes vacíos, latas abiertas y tiradas en el suelo, cristales rotos y objetos dispersos eran parte de la escena.

A medida que avanzaba, notó que no había encontrado lo que estaba buscando. Sin embargo, lo que realmente llamó su atención fueron los dos cuerpos sin vida que yacían en medio del pasillo, junto a unas latas de comida y algunas sopas instantáneas. Parecía que había habido un conflicto por la propiedad de los suministros, o tal vez alguien había aprovechado la distracción de las víctimas para acabar con sus vidas.

Al acercarse para tomar los alimentos, se dio cuenta de un detalle que lo dejó asombrado: el estómago de uno de los cuerpos estaba completamente destrozado, como si alguien o algo hubiera arrancado sus órganos. La escena era impactante y difícil de mirar. Sin embargo, después de unos segundos, se enfocó en lo que consideraba importante y se estiró lo suficiente para tomar los suministros sin tener que interactuar con los cuerpos.

Mientras recogía las latas de comida, el hombre notó un movimiento leve en uno de los cadáveres cercanos. En un instante, su instinto de supervivencia lo alertó y dejó las latas a un lado, mientras sus dedos se cerraban firmemente alrededor de la empuñadura de su escopeta. Sus sentidos estaban agudizados, y su mente se preparó para cualquier amenaza sobrenatural que pudiera surgir.

El cuerpo inerte se movió de nuevo, y el hombre apuntó con firmeza hacia él, listo para disparar en un abrir y cerrar de ojos si detectaba cualquier señal de peligro. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la causa del movimiento era mucho menos amenazante de lo que temía. Una pequeña rata correteó desde el interior del cadáver y se alejó en busca de refugio.

El hombre dejó escapar un suspiro de alivio, una mezcla de nerviosismo y diversión ante la situación absurda. Se permitió un pequeño atisbo de humor en medio de la oscuridad que lo rodeaba.

—¿Quieres que te dispare? —preguntó irónicamente al roedor que se alejaba velozmente, como si hubiera entendido sus palabras. La rata, sin embargo, no pareció impresionada y desapareció entre los escombros.

Con las latas de comida en su mochila, el hombre estaba a punto de irse, pero algo en la distancia captó su atención y le heló la sangre en las venas. Una sensación de miedo profundo y visceral lo invadió, como si su cuerpo supiera antes que su mente que algo terrible estaba a punto de suceder.

Sus músculos se tensaron, su respiración se volvió superficial y su mente se iluminó con una claridad aterradora mientras analizaba la situación. No podía verlo claramente desde donde estaba, pero sabía que algo, o alguien, se acercaba. La adrenalina fluía a través de sus venas, y la necesidad de encontrar una solución urgente se apoderó de él mientras enfrentaba lo desconocido en la oscuridad aplastante.

El hombre permaneció inmóvil, con la escopeta en alto y los ojos entrecerrados mientras observaba la figura que se acercaba. La oscuridad hacía que fuera difícil distinguir detalles, pero su instinto le decía que debía mantenerse alerta. Los latidos de su corazón resonaban en sus oídos, y podía sentir el sudor frío en su frente mientras esperaba a la amenaza.

La figura se acercaba lentamente, moviéndose con una especie de sigilo que enviaba escalofríos por la espalda del hombre y lo hacía tragar su propia saliva. No emitía ningún sonido, lo que aumentaba su sensación de inquietud.

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Sentido MortalWhere stories live. Discover now