Capitulo 3

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— Eee.. Einaaaa…

Balbuceo Bell, pero la semielfa le hizo callar.

— no te preocupes… Esto… esto es un examen para corroborar el… Esto solo tiene un propósito médico…

Confundido, Bell quiso replicar pero prefirió quedarse callado, Eina le había ayudado mucho desde que comenzó su carrera como aventurero, ella no iba a mentirle.

Con una mueca indescifrable en su rostro, Eina, era incapaz de creer lo que venía delante suya.

Nunca lo había visto en persona, pero sabía que Wallenstein, quitando a algunas diosas de Orario, era la que tenía el mayor monstruo entre sus piernas, es por eso que esperaba que el agujero de Bell estuviera estúpidamente estirado, e inutilizable, sin embargo, aunque solo había metido su dedo meñique en el ano del chico, este se sentía terriblemente apretado.

Queriendo retirar su dedo, el ano del chico le succionaba de devuelta, por lo que tras hacer un pequeño esfuerzo, su dedo finalmente salió junto a un pequeño "puff" de la succión.

— que agüero tan demoníaco…

Murmuró la semielfa mientras sentía como la tela alrededor de su entrepierna se empezaba a romper.

— ¿dijiste algo Eina San?

Pregunto Bell desconcertado, más cuando apenas terminar de hablar, un sonido de tela resguardarse, le llegó a los oídos.

— Ehh, si…

Respondió Eina soltando lo que sea.

— solo tengo… ehh… un problema que no recordaba que era tan grande… pero creo que te has enfrentado a cosas peores así qué… estoy divagando demasiado…

Confundido, Bell quiso girar la cabeza, solo para encontrarse con una negativa de su asesora.

— No te muevas, eh, necesito que cierres los ojos y relajes el cuerpo, voy a…. Proceder a otro examen, ¡Pero no te hagas una idea equivocada! Esto es solo un examen médico.

Sin entender qué ocurría pero confiando plenamente en Eina, Bell inclinó más la espalda, y levantó un poco más el trasero.

— ¿Así está bien Eina San?

Con una mueca en su rostro, Eina luchaba con los últimos vestigios de su cordura. Ella realmente tenía un libido casi inexistente, por años, había prácticamente ignorado su polla como algo inútil, pero desde que el albino había entrado al gremio hace dos semanas, algo había cambiado en el interior de Eina.

— Solo serán unos minutos Bell…

Soltó, sabiendo que esto era algo que iba a ocurrir sí o también.

Mirando a su polla, aunque perdía y por bastante con Wallenstein, y sus monstruosos 55 centímetros de largo, ella y sus 31 centímetros, que insistía que no recordaba ser tan grande, se defendía.

— qué más da…

Soltó rindiéndose ante su libido.

De una sola estocada, la polla de Eina penetró el trasero Bell, que no pudo hacer otra cosa que abrir mucho los ojos.

— E…Eina Sannnn….

Logró balbucear Bell, ¿Ella también había..?

— Por favor, haz silencio un rato…

Replicó Eina, que usando los trozos ahora reventados de sus bragas, tapó la boca de Bell para que no pudiera hablar.

Moviendo sus caderas, la sensación en la polla de Eina era indescriptible, el apretado trasero del chico se envolvía a su alrededor de una manera maravillosa, y la succión que aquel agujero ejercía por momento amenazaba con arrancarle la polla.

Tosiendo, y agitando la cabeza, Bell logró sacar las bragas de la semielfa de su boca, y una vez más, intentó hablar…

— Einaaa saannn…

— ¡Que te calles un rato!

Rugió la elfa mientras colocaba ambas manos en el cuello del chico, y empezaba a apretar con fuerza.

— Necesito ésto, me lo merezco, ¿tienes una maldita idea de lo estresante que es mi trabajo?

Pegando su cuerpo al de Bell, Eina dejó caer todo su peso, para apretar el cuerpo del muchacho contra la tierra.

— Nunca me hacen caso, doy consejos simples y fáciles de seguir, ofrezco mi mejor guía y mi mejor sonrisa, ¡Pero esos idiotas siguen muriendo por no obedecer!

Junto a cada queja, el agarre en el cuello del muchacho se hacía más apretado, y una fuerte embestida hacía vibrar todo el cuerpo del albino.

— ¡Formen grupos!, elijan bien a sus cargadores, nunca confíen en desconocidos que se muestran demasiado amables, y por sobretodo, ¡Nunca bajen a los pisos inferiores sin permiso!

Con cada fuerte azote en el trasero del chico, una colosal carga de semen se formaba en los testículos de Eina, que poco a poco, empezaban a hincharse, siendo primero pelotas de pimpón, al tamaño de pelotas de tennis.

— ¡Te dije que no estabas listo para el 5 piso! ¿Sabes qué hubiera ocurrido si Wallenstein no aparecía? Ese minotauro te hubiera matado, ¿¡Sabes cuántas suerte tienes!?

Azote tras azote, las pelotas de Eina crecían sin parar, ya tenían el tamaño de melones maduros, pero la semielfa parecía más concentrada en liberar su frustración acumulada que en correrse.

— ¡Llevas dos malditas semanas! ¡Dos semanas! ¿Te quieres morir? ¡¡Aprende tu lección, maldito albino afeminado!!

Con lágrimas en los ojos, Bell quería decir que lo sentía, que las manos en su cuello le impedían hacer siquiera algún sonido y ya se sentía bastante afectado por la falta de aire.

Apretando los dientes, y haciendo una mueca desagradable, Eina liberó toda su carga en el apretado trasero del chico, que aunque lloraba, y hacía el vago intento de querer escapar, aquel trasero le succionaba con fuerza, y parecía desear cada gota de su semen.

Mientras se corría, Eina no soltó el cuello de Bell ni un segundo, y cuando la última gota de semen su prácticamente succionada de su uretra, la semielfa soltó un suspiro exagerado sacando la lengua, y al hacerse hacía atrás, cayó sentada con expresión satisfecha.

Sudando como un cerdo, y con su cabello completamente despeinado con mechones pegados a su frente, Eina se sentía mejor que en toda su vida, y al observar su "obra", una expresión orgullosa se filtró en su rostro.

Acostado en el piso, la cara de Bell era un desastre por las lágrimas y la tierra que manchada su rostro, lo peor, era su estómago que prácticamente había triplicado su tamaño por un semen tan espeso que le costaba escapar por el trasero del chico.

Jadeando pesadamente, Eina sentía como sus testículos fabricaban semen para reemplazar al perdido, y como su miembro seguía completamente duró.

— bien… eso te enseñará a… no ir a los pisos inferiores…

Mirando al chico de cuerpo delicado y Eina había despertado su libido, y tenía el presentimiento de que le tomaría bastante calmarlo.

— ahora… te voy a enseñar a no poner dura la polla de las personas… No puedes ir por ahí con un trasero tan delicioso y follable Bell kun, conviertes a mujeres decentes, en maniáticas que solo piensan en follar. Ahora, espero que hayas avisado a tu diosa... está será una lección larga.

Danmachi, ¿Está bien conocer futas en el laberinto?Where stories live. Discover now