Capitulo 1.

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En el quinto piso del calabozo supuestamente infinito de la ciudad de Orario, un joven corría desesperadamente por su vida.

Una armadura ligera que era solo un par de placas sobre su ropa, un cabello blanco que se agitaba al viento, y unos ojos rojos muy abiertos que no dejaban de buscar aberturas o rincones donde esconderse.

El calabozo es impredecible, le habían dicho, todavía no estás listo para el quinto piso, le repitieron, pero tirando por la borda las recomendaciones por la borda, se había aventurado un piso más de su límite, y ahora, un enorme minotauro, una bestia que ni siquiera era de ese piso, le estaba pisando los talones.

Cambiando de dirección, sin querer, había entrado en un callejón sin salida, y al frenar de golpe, solo le quedó tirarse al piso para esquivar por las justas el poderoso golpe del enorme hombre toro.

Rodando por el piso, lo único que consigo fue sentarse cerca de la pared, mientras solo era capaz de ver a la enorme bestia acercándose más y más.

Pensando que su final ya había llegado, al menos no quería ser tan cobarde como para cerrar los ojos ante la muerte, así que los mantuvo abiertos, y se quedó maravillado cuando la enorme bestia, prácticamente fue cortada en pedazos frente a él.

Parpadeando una y otra vez, intentando entender qué había ocurrido, levantando la vista, la vio.

Una armadura ligera de color azul, un cuerpo delgado, una cabellera rubia, un rostro hermoso, y ojos ojos que miraban sonmolientos.

Bell sabía quién era, sabía que era parte de la familia Loki, y sabía que entre los niveles 5, ella era de las más fuertes.

Aiz Wallenstein, la princesa de la espalda. Incluso un nivel 1 como Bell había escuchado hablar de la que era considerada por muchos, la aventurera más talentosa de Orario.

— ¿Estás bien?

Preguntó la mujer. Su tono era suave, incluso con un deje de aburrimiento, dejando claro que aquella bestia a la que Bell no había podido ni dañar, era menos que basura para ella.

Aturdido, Bell seguía en el suelo sin saber qué responder, y aunque estaba apunto de salir huyendo al no ser capaz de hablar con Wallenstein directamente, su cuerpo quedó paralizado cuando la rubia, clavó su espada en el piso, y se levantó la falda.

Un pene gigantesco, quedó a unos centímetros del rostro de Bell, que se había quedado completamente de piedra.

— Lo siento… acabo de volver de una expedición de varias semanas, tomaré prestada tu boca un momento.

Sin darle la oportunidad de replicar, Aiz sujeto la cabeza de Bell, y de un movimiento, enterró su enorme polla dentro de su boca.

— Hmm…

Murmuró Aiz mientras obligaba al chico a tomar cada centímetro de su miembro en su garganta.

— Normalmente no me gustan las mamadas, pero…

Sin terminar su frase, Aiz solo aumento su ritmo, haciendo que Bell, cuya mandíbula se sentí rota, tuviera que además estirar su garganta hasta sus límites.

— Lo siento, me correré pronto. También suelo correrme bastante, por lo que lo siento de nuevo.

Con su cabeza bien sujeta ante una fuerza con la que no podía luchar, y con enorme trozo de carne y músculo que amenazaba con partirle los dientes en su boca, Bell sintió como si alguien estuviera vertiendo acero fundido directamente en su estómago.

Tal era la fuerza de la presión de la corrida, que aquella sustancia hirviendo viajó por sus intestinos en un par de segundos, y empezó a salir disparado por el trasero del chico.

Para Bell, fue imposible saber cuánto tiempo estuvo Aiz corriendose, pudieron ser minutos, horas o hasta días enteros, lo único que sabía con certeza, es que cuando terminó, había un enorme charco de semen en el piso del laberinto.

Cayendo al piso, Bell estaba que todo hubiera terminado, pero al levantar la vista, Aiz le miraba con su expresión somnolienta, pero su miembro, no había nada dormido en su enorme miembro que palpitaba mientras dejaba escapar grumos de la punta.

— Hmm, lo siento, pero esta cosa no se ha calmado, ¿Puedo usar tu trasero?

Negando con la cabeza, Bell quería hacer lo posible para negarse, quería decir que esa cosa nunca entraría en él, pero ignorado sus quejas, Aiz le agarró de la cintura, y procedió a quitarle los pantalones.

— Lo siento, estoy demasiado cargada como para aceptar un no. Te lo compensare algún día.

Con su virginidad anal habiendo sido robada, Bell había optado por relajar su cuerpo.

Luchar era imposible, oponerse una estupidez, la gigantesco polla de Aiz era más fuerte y temible que un ejército enteró de minotauros, y una parte de él había aceptado, que la única forma de salir con vida, era relajarse e intentar darle placer.

— Lo siento, pero iré más rápido. Normalmente no suelo hacer esto, así que no pienses mal de mí.

Aunque se disculpaba con su tono monótono y somnoliento, a su enorme pene, no le importa como se sentía, solo seguía destrozando sus entrañas sin piedad, tratando el cuerpo de Bell como un basurero donde tirar el semen que le sobraba.

— Hmm, aquí viene uno grande…

Murmuró Aiz mientras su ritmo aumentaba.

— Creo que después de soltarlo estaré satisfecha, sé que puede ser difícil, pero tómalo todo.

Con una mano en la cadera del chico, y la otra, acariciando con ternura su cabeza, Aiz se sentía extrañamente ansiosa.

Desde que tenía memoria, tratar con su pene era un fastidio, algo que hacía como un trámite molesto que debía hacer todos los días o empezaba a irritarse, y cuando llegaba a estar demasiado cargada, debía ir con su diosa a qué le ayude a aliviarse.

Sin embargo, aunque realmente nunca había disfrutado follar, el trasero de ese chico era maravilloso, su pene encajaba en el como un guante, y una extraña calidez, como la de estar en el hogar, le llenaba mientras más fuerte le folllaba.

— Lo siento…

Quiso volver a disculparse cuando finalmente se corrió, pero debido al placer que sintió, cerró los ojos, y lanzó un largo suspiro de alivio.

Ignorante de todo lo que ocurría a su alrededor, en la pared frente a ellos, un chorro de semen disparado a una presión inhumanidad, amenazaba por perforar un agujero en la pared del laberinto.

En aquel momento, no parecía existir diferencia entre Bell, y un condón que se había roto por la fricción, el semen salía disparado de su boca casi al mismo tiempo en que Aiz los inyectaba en su trasero. Y lo peor, es que el chico ni se atrevía a intentar cerrar la boca, ya que estaba convencido de que de lograrlo, su cabeza estallaría por la tremenda fuerza de la eyaculación.

Cuando finalmente dejó de correrse Aiz soltó un largo suspiro de alivio.

— Ahh, lo necesitaba…

Aunque todo el cuerpo de Bell era levantado por la fuerza de la erección de Aiz, cuando está empezó a hacerse más pequeña, poco a poco, el cuerpo de Bell empezó a deslizarse fuera.

Lo había logrado, había sobrevivido.

Sin embargo, aunque su interior se sentía menos estirado mientras la erección de Aiz remitía, de golpe, aquella dureza volvió a atravesarlo.

— lo siento, ¿Puedo hacerlo una vez más? Te prometo que esta vez si será la última…  No, espera, tres veces más para quedar satisfecha, o cinco… sabes que, yo te avisaré cuando llegue a estar satisfecha. Este trasero es tan bueno, que creo que podría usarlo para siempre. Así que lo siento, vamos a estar aquí un rato.


Danmachi, ¿Está bien conocer futas en el laberinto?Where stories live. Discover now