9 Sabes que padeces trastorno de déficit de atención cuando.. ¡Mira! ¡Un pollo!

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La primera vez que lo vi fue el día en que nací. La capa encapuchada
formaba ondas majestuosas, como las sombras que proyectan las hojas mecidas por una brisa suave. Me observaba mientras el médico me cortaba el cordón umbilical. Sabía que me estaba mirando, aunque no podía verle la cara. Me acarició mientras las enfermeras me aseaban, aunque no pude sentir sus dedos. Y susurró mi nombre con tono ronco, profundo y suave, aunque no pude escuchar su voz. Seguramente porque gritaba a todo pulmón después de que me dieran a luz.

Desde aquel día, solo lo he visto en contadas ocasiones, todas horribles. Así que no me extrañó en absoluto verlo en aquel momento. Porque la ocasión también era horrible y todo eso.

Cuando caí por la claraboya y el suelo de cemento se abalanzó hacia mí a la velocidad de la luz, estaba allí, mirándome desde abajo, aunque no pude verle la cara. Intenté pararme en medio de la nada, detener la caída, revolotear para poder verlo mejor. Sin embargo, la gravedad insistió en que continuara mi viajecito de descenso. Entonces, en algún lugar oscuro y aterrador (y algunos dirían que también psicótico) de mi mente, empecé a recordar. Recordé lo que me había susurrado el día que nací. Mi mente rechazó de inmediato la idea, porque el nombre que susurró no era el mío. Me había llamado Holandesa. El mismo día que nací. ¿Cómo lo sabía?

Ocupada como estaba con los recuerdos de mi primer día en la tierra, olvidé que estaba inmersa en una caída mortal. Maldito trastorno de déficit de atención. Con todo, lo recordé a la perfección cuando me detuve en seco. Sentí un golpe fuerte que me arrancó el aire de los pulmones. Sin embargo, él seguía mirándome desde abajo. Eso significaba que no había chocado contra el suelo. Me había golpeado con otra cosa, algo de metal, antes de rebotar y estrellarme contra un enrejado de acero.

Sentí un dolor agonizante en medio del torso que se extendió como una
explosión nuclear, tan agudo, tan increíblemente intenso, que me dejó sin aliento y me nubló la vista. Sentí que me derretía y me colaba entre los agujeros de la reja metálica. Y mientras la oscuridad invadía los límites de mi conciencia, volví a verlo, inclinado sobre mí, observándome concentrado.

Intenté enfocarlo con todas mis fuerzas, intenté bloquear el dolor que llenaba mis ojos de lágrimas y emborronaba mi visión. Pero se me agotó el tiempo antes de conseguirlo y todo se volvió negro. Un gruñido inhumano, furioso y lleno de dolor, resonó en las paredes del almacén vacío y sacudió las placas de metal del edificio, que empezaron a zumbar como un diapasón.

Sin embargo, no pude oír su voz.

Fue como si recuperara la conciencia un instante después de perderla. Desde luego, no estaba donde yo la había dejado. Con todo, seguía respirando y pensaba con claridad. Por sorprendente que parezca, el viejo dicho era cierto: no te mata la caída, sino el golpe contra el suelo.

Intenté abrir los párpados. Fracasé. O bien no estaba consciente de verdad o bien Garrett había encontrado un tubo de Super Glue y se había vengado por el asunto de la salsa. Mientras esperaba a que mis párpados comprendieran que debían estar alzados, lo oí parlotear por la radio. Decía algo sobre que yo tenía pulso. Una observación muy agradable. Apoyó las yemas de los dedos sobre mi cuello.

—Estoy aquí —replicó el tío Bob, jadeante, a través de la radio. Luego
escuché pasos sobre las escaleras de metal y sirenas de fondo.

Garrett debió de darse cuenta de que estaba despierta.

—Hola, detective —le dijo al tío Bob, que en aquel momento caminaba sobre el emparrillado metálico hacia nosotros—. Creo que la estamos perdiendo. No tengo más remedio que hacerle el boca a boca.

—Ni se te ocurra —dije, aún con los ojos cerrados.

Se echó a reír por lo bajo.

—Por todos los infiernos, Charley. —El tío Bob estaba sin resuello, pero su voz sonaba más preocupada que furiosa. Quizá la banda elástica de la muñeca sirviera de algo, después de todo—. ¿Qué ha pasado?

PRIMERA TUMBA A LA DERECHA Where stories live. Discover now