trece

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03/05/2023

FEDERICO

Sentía como si un peso se me hubiera sacado de encima. Hace años que no jugaba sin que Lorna esté en la cancha, que pueda ir al mundial fue la mejor noticia del mes. Además, momentos como esos eran simplemente invaluables para mi. Actuábamos así desde chicos, pero desde los quince años que cada momento que teníamos así me llenaba un poco más el corazón.

De la adrenalina y la emoción del momento, terminé juntando nuestros labios y apretándola fuerte contra mi cuerpo. De ser posible, querría fundirla a mi, que nunca más nos separemos, no es necesario. Pertenecíamos así, ella aferrada a mi cuello con sus piernas alrededor mío, mis brazos abajo de estas para afianzarla mejor. Fue algo rápido, pero para mi el tiempo pasaba tan lento que no me hubiera extrañado si alguien decía que habían sido horas.

Al ella salir de su estado de shock por mi repentino acto, se separó de mi inmediatamente, marcando la distancia más grande posible que le permitía nuestra posición. Su cara era intraducible. La puta madre que me recontra re mil parió, soy un pelotudo de primera.

Mis pensamientos se nublaron instantáneamente. Lo único que escuchaba en mi cabeza era: la cagué, la cagué, la cagué. Definitivamente había arruinado nuestra amistad de quince años por no pensar dos minutos, no lo podía creer. Instantáneamente quería rebobinar el tiempo atrás, evitar lo que acaba de pasar. Porque si algo era seguro, era que esta no era una situación en la cual se podía fingir demencia y seguir para adelante, lastimosamente.

—¿Qué acaba de pasar Fe?—preguntó con una cara indescifrable, incluso para mi.

Si antes me sentía para la mierda, ahora mi estómago estaba caído gracias a lo pelotudo que me auto-percibía. Esto era así, no había vuelta atrás. Por más que no quisiera, había cambiado el desarrollo de nuestra relación para siempre.

—No tengo idea Lor, perdón—respondí con un nudo en la garganta que me indicaba que en cualquier momento se me iban a poner vidriosos.

—Tenemos que hablar—espetó firme—. Vayamos a mi casa y charlemos tranquilos, no tenes porqué pedir perdón.

Tenía que escapar de esta situación ya. No estaba en un momento óptimo como para enfrentar esta situación.

—Me acabo de acordar que hoy nos pidieron que vayamos antes a entrenar, ¿te jode volver sola a tu casa? Perdón de todo corazón, te juro.

De repente estaba parado en la calle, con Lorna enfrente mío moviendo sus manos frenéticamente por delante de mis ojos. ¿Qué carajos? ¿Nada de todo eso había sido real?

No podía sentirme aliviado de la descolocación que sentía. Mi daydream esquizofrénico se había sentido tan real que me costaba sacarme la sensación de tener el estómago pesado y el pecho achicharrado. En mi cabeza solo se incrementaban los pensamientos de "¿y si...?" y aumentaban los resultados negativos de esas situaciones.

—Federicoo—rezongaba Lorna tratando de hacerme reaccionar.

Decidí dar señales de conciencia y afrontar la realidad en la que me toca vivir. Lastimosamente Lor y yo somos simplemente amigos, pero al menos lo de mi imaginación esquizofrénica no pasó. Puede llegar a pasar en cualquier momento que se me descuide el autocontrol, pero todavía no cagué nada. Todavía.

¿Qué pasó?—le pregunté haciéndome el desentendido.

—Estábamos caminando para ir a merendar y de la nada misma te quedaste tildado en el medio de la calle, papanata—me pegó un chirlo en la cabeza. No podía distinguir bien si estaba enojada o preocupada.

—Ah, no me di cuenta. Seguro me quedé tildado, nada más—mentí como un campeón y me apuré para pasarle mi brazo alrededor de sus hombros para que sigamos caminando hacia a algún lugar en el que podamos comer algo de merienda.

Sin embargo, Lor no se tragó mi mentira en lo absoluto.  Su mirada juzgadora me atravesaba por completo, no le gustaba que no le diga la verdad. Me podía leer como un libro abierto, era obvio que mi afán de mentir iba a fracasar. Pero bueno, el único que falla es el que no intenta, me suele decir mi mamá.

—Bueno, capaz que disocié un toque—comenté de la forma más vaga posible para evitar preocuparla. Milagrosamente, lo dejó pasar.

No voy a decir que no se dió cuenta, por que si lo hizo. Obvio que se dió cuenta, se da cuenta de todo. Igual, mejor que no quiso seguir apretando con el tema, sino yo iba a terminar escupiendo todo lo que produce mi imaginación esquizofrénica.

Retomamos nuestro paso hacia quién sabe qué lugar para merendar que vió Lor por TikTok esta semana. Mi brazo por sobre sus hombros y el suyo alrededor de mi torso. Donde tienen que estar, dónde pertenecen. No vale la pena perder esto por un simple acto egoísta.

Por momentos me permitía desviar la mirada y verla de reojo. Su sonrisa natural era algo que me fascinaba siempre. Era raro verla y que esté con cara de culo, simplemente porque parecía que sus labios estaban naturalmente curveados de forma en que sonreían todo el tiempo. Era una de las cosas que físicamente más me gustaban de ella.

Volví mi vista al frente y seguí caminando mientras sentía como mis mejillas inevitablemente tomaban un color colorado. No podía evitar sentir cierta vergüenza al caminar al lado suyo, después de todo ella era la enteridad.

Nuestros pasos estaban coordinados, como ya es costumbre para nosotros. Era como si tuviéramos nuestra propia sintonía cuando estábamos uno al lado del otro. El mundo no importaba porque no coordinaba con nosotros.

pep-talk; FEDERICO REDONDOWhere stories live. Discover now