ocho

945 96 48
                                    


—Así que eres la esposa de Max, no creí que...No lo tomes a mal, solo creí que serias diferente —la escucho decir, y si no fuera que soy una persona tolerante le hubiera roto esa boca de silicón.

Max me mira de reojo y puedo notar que cara cambia, le dice algo a las personas con las que esta y viene hacia a mí, rodee los ojos, porque ya me imagino quien es la mujer que esta frente a mí, con sus labios llamativamente tojos y el exceso de placa de maquillaje, mueve su cabello rubio como si fuera la reina de la noche.

Tipo de mujer que se cree más que otras, sé que no tengo un vestido ostentoso, mucho menos me esmere arreglándome, pero di a luz hace meses, y el cuerpo de cada mujer es diferente.

Sonríe coqueta cuando nota que Max viene hacia nosotros, y eso me da entender que no le importa que sea casado.

—¡Max! Que placer verte, me comentaron que te casaste, y querías saber quién fue la mujer que conquisto tu corazón en poco tiempo —noto el sarcasmo de sus palabras.

—Lo mismo digo Rebeca, ya conoces a mi esposa Andrómeda. —Max me toma de la cintura.

—Sí, extraño nombre, por cierto, Max espero que ahora que regrese tengas más tiempo, debemos ponernos al dia de todo, y sobre todo de tu matrimonio, que para todos fue una sorpresa —se remueve como si mi presencia se extinguiera, intento moverme, pero Max encaja sus dedos en mi cintura.

—Sera en otra ocasión, además dudo que mi esposa de deje ¿No es así amor? —los ojos cafés de Max me hacen señas.

—Este sí, nos acabos de casar, y lo que más que deseo es que mi esposo este todo el tiempo encima de mí, nos vamos amor —la mujer se pone roja como Max.

Quería que fingiera que somos el matrimonio feliz, es hice.

—Y sobre todo debemos ir por nuestro hijo.

—¿Hijo? —la mujer se pone pálida.

—Sí, no te lo dijo más tenemos un hijo de meses.

—¡Como! —noto en sus ojos el reclamo, ya veo estos dos tuvieron algo y ahora soy la manzana de la discordia.

—Bueno es que nosotros nos conocemos desde niños, nos dejamos de ver y un dia nos vimos bueno ya sabes paso lo que paso nos dejamos de ver, y bueno ahora que nos hemos visto y sabe de qué tenemos un hijo nos casamos, siempre nos hemos gustado y bueno creo que se nos hizo, Max prometió que se casaría conmigo cuando creciéramos, no es romántico. —la mujer casi se le salen los ojos. —Amor nos vamos —me pongo mimosa jugando con su corbata.

—Por supuesto. —se pone nervioso.

Me quito los tacones dentro el auto, Max da marcha al auto y lo único que quiero es dormir, llevamos dos semanas de casados, y esto para mí ha sido cansado, desde que Max se hizo oficial del puesto de director debe ir a cenas y debo ir con él, lo del plan de irnos una semana como luna de miel se pospone y agradezco, no sé qué haría con ese hombre que vive del trabajo.

Lo miro de reojo mientras el conduce, tal vez lo juzgue mal, pero, aun así, no quita el hecho de que este en esta situación por él.

—Vas a decirme algo o seguirás viéndome de esa manera.

—No te estoy viendo.

—Quieres que te crea, lo estás haciendo.

—Perdón, que sensible eres. —cruce los brazos.

—Bueno no lo soy, por cierto, agradezco que me quitaras a Rebeca.

—bingo, ya ve fue tu ex toxica y la tonta de mi hice el trabajo sucio.

Mentiras de SangreWhere stories live. Discover now