siete

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—Los declaro esposos—es lo único que escuche decir del juez, mientras el aplauso de los padres de Max resonaban en la pequeña oficina.

En un parpadeo termine casada con Max Belli el chico que nunca me agrado y era el gruño de venus., así sería mi vida por un año del cual Max me aseguro, quería regalarle a su madre que podría casarse y ahora tenía un hijo. Mire a la señora Bellis feliz y eso me hizo sentir un poco culpable.

El padre de Max tiene en sus brazos a Héctor quien esta ajeno a los líos de su madre.

Me abrazan llegándome de felicitaciones, mi madre no pudo venir, pero que intentaría ir al restaurante para celebrarlo.

La mano de Max me toma entrelazándola me mira y sé que debo continuar con la farsa por el bien de su madre y el secreto de mi hijo, un especie de favor con mezcla chantaje.

Pero realmente no quiero que Alfonso se entere, no quiero llegue a saber que tenemos un hijo, un hijo de esa noche.

—Nos vamos, muero de hambre—me comenta Max llevándome de ahí desde la cintura.

—Si esta...Bien.

Las miradas de complicidad me incomodan, sobre todo las de mi madre que llego tarde y con Venus, su descaro de llamar la atención lo noto al verla vestida con un vestido aperlado y su cabello rubio suelto, mientras yo solo uso un vestido sencillo de tirantes blanco, no había mucha opción de escoger, menos cuando Max no dio tempo una simple llamada y teníamos espacio para el registro civil

Y una hora para buscar algo que ponerme, me sentí tonta como el paso la tarjeta, nadie me ha comprado nada yo todo lo compro y como puedo.

—Al final está casada hermanita, pensé que te qiu4edrias soltera y con otro hijo—dejo de cortar la carne—Tienes mucha suerte que Max se fijara en ti, no comprendo como ahora estas casada con ella—inquiere mi hermana.

No deseo ver a mi hermana y terminar con una discusión, mantengo baja la mirada, la mano de Max me toma y alza besándola, me mira a los ojos y me guiñe.

—Creo que tu hermana ha sabido darte ahorita la respuesta—miro a venus que no comprende.

—No ha dicho nada. —cuestiona.

—Exacto —sonríe y sus padres como mi madre se sienten incomodos—Amor, terminamos, te llevo a casa.

— ¿Vas a trabajar Max? Pero te has casado.

—Y no por eso descuidare, además ahora que mi Andrómeda es mi responsabilidad y mi hijo debo proveer más, a final de mes saldremos y podrías quedarte con Héctor.

—Sera maravilloso, mi nieto, lo vez amor nuestro nieto par nosotros dos, bueno tal vez ese viaje cuando venga con nuevas noticias—me atragantado con la bebida.

Max me da palmadas en la espalda, seguir con la mentira es algo, peor ese comentario hace que me ahogue.

Solo será por cierto tiempo, lo suficiente para irme con, mi hijo.

—Es muy pronto madre, además Héctor necesito estar tiempo con él y Andrómeda no está lista aun.

—Soñar no cuesta nada, me hubiera gustado tener más hijos, dios no lo dispuso pero bueno mira mi recompensa, un hijo tuyo de ti—dice su madre y eso me hace salivar.

—Entonces le repondré Andrómeda nuestra salida como esposos y te ha gustado la idea de quedarte con el niño.

—Por supuesto por mi pueden tomarse dos meses si gusta.

—Bueno también yo soy la abuela—mi madre interrumpe.

—Lo se suegra, pero ya ha tenido mucho tiempo a mi hijo, y le toca a mi madre, espero que esto no se vuelva una disputa—la cara de mi madre se pone roja.

—Si pero, Héctor ha estado en mmi casa y...

—Mi madre lo hará bien, suegra—Max lo dice con sarcasmo.

Algo que tiene ella es que le gusta tener autoridad de todo, Alfonso la deja ser en todo las decisiones de su relación, pero creo que ahora mi madre se topara con Max.

La comida después de eso se volvió un poco más relajada, Venus al ver que no acaparaba atención alguna se puso de pie indicando que Alfonso no podía vivir sin ella, mi madre le siguió quedándome con los padres de Max.

—Siento mucho la actitud de mi hermana y mi madre, en verdad yo...

—No te disculpes Andrómeda conozco a tu madre desde hace años, tu hermana es algo frívola, pero siempre fue así, agradezco que no se fijara en Max.

—Ni al caso madre, sabia como era—comentó Max bebiendo su vino.

—en eso tienes razón tu madre hijo, bueno no pensé que terminaras enamorado de Andrómeda, tu ibas en la preparatoria y ella apenas en secundaria.

—Ni yo señor Belli.

—Nada de eso dime por mi nombre.

—Intentare hacerlo, espero no causar problemas.

—Cariño eres parte de la familia, nos has dado felicidad, tal vez no fue una boda de ensueño, pero correrá por nuestra cuenta la iglesia—mis ojos casi podría jurar que se salen.

—Madre...—ella toma de la mano a Max.

—Un deseo, espero poder verlo en verdad, lo digo cariño, quiero ver a mi hijo cada, con una buena mujer y su familia formada, lo veo todo, pero sería un deseo.

Miro a Max que esta serio, los ojos de su madre y el conflicto que tiene, sé que ella intenta ocultar su enfermedad, algo de mí se apodera, ella es demasiado buena no merece un engaño, pero si depende de que sus días sean de color lo hare.

—Creo que sería bueno, ¿No lo crees cariño? Darle gusto a tu madre, no tiene de malo ya estamos casados—la cara de Max se tensa pero luego veo sus ojos más relajados.

— ¿Eso quieres? —me pregunta.

—Porque no hacer feliz a tu madre.

—No quiero que se sientan comprometidos. —comenta su madre.

—Nada de eso, solo que esto fue apresurado, y sé que Max quiere hacer las cosa bien, y no tengo problema solo debemos organizarlo.

— ¡Por supuesto! —exclama ella.

Salimos del restaurante, los padres de Max se están despidiendo de Héctor, antes de entregármelo, Max me mira y se lo que dirá.

—Lo que has dicho, lo agradezco pero no tiene porque hacerlo, hablare con ella.

—Si ya estamos en esto, tu madre me agrada es linda, y no se merece lo que hicimos, pero verla sonriera me hizo sentir bien.

—Gracias—me dice—Hare que esto sea ameno ¿De acuerdo?

—Que puede pasar —le dijo. —Solo es una boda.

Recibo a Héctor en mis brazos, mi hijo llora le agrado estar con ellos, nos despedimos quedándonos los tres.

Max me abre la puerta.

—Déjame ayudarte con el niño, yo lo hago. —toma a Héctor y me le quedo viendo, realmente jamás me paso por la cabeza verlo tan cuidadoso de un ser tan pequeño.

Sonríe al niño y luego cierra la puerta descubriéndome que lo he pichado.

—Y esa cara—me dice.

—Nada es solo que...olvídalo.

—Vamos dímelo, de que te ríes.

—Creo que serias un buen padre Max, lo serias, tal vez cambies de opinión un día, cuando te enamores de ella lo sabrás que es la indicada—le dijo subiéndome al auto ya que no espero respuesta, él ha dicho que no le agrada los niños, pero yo creo que sí, y solo le aterra la idea.

Mentiras de SangreWhere stories live. Discover now