ACEPTACIÓN

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Narra Adeena:

Me gustaría decir que todo va bien, pero sinceramente, las cosas no van bien. No sólo nos estábamos preparando para una inminente guerra, sino que sobre mis hombros, recaía el peso de traer a la vida una Corte desaparecida. Me gustaría poder decir que cuento con el apoyo de mi pareja, pero la verdad es que no lo sé. Desde que Rhys soltó la bomba y nos quedamos solos, no hicimos otra cosa salvo tener una gran discusión.

Las cosas entre nosotros no estaban bien. De hecho dormíamos en camas separadas, en mi caso en el sillón, en mi despacho. Fingíamos que todo iba bien delante de Konnyr. De hecho, solo estábamos juntos si estaba nuestro hijo presente, pero la mayor parte del tiempo, Azriel estaba con sus informes y sus espías, mientras yo, pasaba las horas entre mi despacho, el despacho de mi abuelo y en la biblioteca de la Casa del Viento, buscando información.

Ahora me encontraba en la sala de estar de la casa que teníamos en común. Habían pasado dos semanas desde que empezamos a discutir, nunca delante de nuestro hijo, pero llega un punto en la vida de una pareja, que hasta tu hijo de 4 años nota que las cosas van mal. Sabes que tu hijo nota que las cosas van mal, porque un niño que desde que aprendió que hay formas más efectivas para comunicarse que llorar dejó de llorar, rompe a llorar.

-No me...no me gustan las verduras-dijo Konnyr la noche anterior. El tono de su voz provocó que su padre y yo le mirásemos preocupados- Pe...pero me comeré todas las verduras del mundo si...si dejáis de estar enfadados-rompió a llorar. Un breve cruce de miradas entre Azriel y yo, dejó claro que las cosas no podían seguir así. Que teníamos que solucionar el frente que teníamos abierto.

Al día siguiente, Azriel había llevado a Kon a la casa de Rhys, para poder arreglarlo todo, sin que el niño estuviese presente. Unos pasos suaves, cautelosos, me indicaron que había regresado. Ambos nos miramos fijamente. Su rostro denotaba el cansancio acumulado de estas dos últimas semanas, un claro reflejo de cómo estaría el mío.

-Lo siento-dijimos a la vez. Nos miramos de nuevo en silencio.

-Dioses Addy...-dijo cruzando la habitación para fundirnos en un abrazo. Tuve que poner un gran esfuerzo por mi parte para no romper a llorar.

-¿Por qué nos hacemos esto, Az?-pregunté contra su pecho mientras su mano acariciaba tiernamente mi pelo

-Porque somos iguales de obtusos y hemos tenido que esperar a que nuestro hijo rompiera a llorar para darnos cuenta-dijo besando mi cabeza.

-No quiero ser Alta Lady-le confesé-Estoy demasiado a gusto en la Corte Noche

-Pero es tu legado-dijo separándose de mi un poco mientras acariciaba mi mejilla

-Un legado que lleva siglos muerto-dije colocando mi mano sobre la suya para que se mantuviera en mi rostro.

-Es también el legado de nuestro hijo-susurró.

-S...si Kon quiere aceptarlo, cuando sea mayor, le apoyaré-dije

-Le apoyaremos-apuntó tomando mi otra mano y besándome los dedos

-Le apoyaremos. Pero no quiero ser Alta Lady. Haré mi papel para la guerra, pero solo eso-dije-Ni siquiera sé si seré capaz de ello.

-Sabes que eres perfectamente capaz-dijo Azriel. El orgullo, su orgullo por mí, brillaba en sus ojos.

-No con mi padre y mis hermanos-dije separándome-Pueden reclamar su derecho. Técnicamente, están primeros en la línea de sucesión

-Erza te apoyará, estoy seguro-dijo Azriel volviendo a abrazarme-Y sabes de sobra que eres más poderosa que tu padre y tus hermanos. Más poderosa que los tres juntos-pegó su frente con la mía-Además, prefiero morir, antes de que ellos te hagan daño. Tienes las espaldas cubiertas.

Me dio un casto beso.

-¿Estas segura de ello?-me preguntó. Asentí. Sabía a qué se refería

-Pero por mucho que he investigado, no sé dónde encontrar a los 13 y ni de coña mi padre me permitirá acercarme a la tiara y a la espada-dije

-Por los 13, no te preocupes-me dijo-Tengo varios espías tras ello y han encontrado a 8 de ellos-añadió

-¿Q...que?-le miré sorprendida.

-Quería, quiero ayudarte-dijo juntando mis manos-Y siempre querré ayudarte. Eres mi compañera, mi amor, mi esposa. La madre de mi hijo y no solo eso. Eres mi Alta Lady. Al igual que Rhys. Al igual que Feyre. No estás sola en esto. Nunca más estarás sola en esto. No mientras me quede aliento-añadió antes de besarme. Toda la tensión de estas últimas semanas desapareció. Todos mis miedos desaparecieron. Éramos los dos contra todo. Dos cuerpos, un solo corazón. Una sola alma. El beso fue subiendo de temperatura.

-Es un buen momento para detenerme-susurró contra mi cuello.

-No quiero detenerte-dije tirando de sus pelo.

-Bien. Porque yo tampoco quiero hacerlo-dijo antes de regresar a mis labios y de llevarnos a nuestro dormitorio.

-Si volvemos a discutir... hay que arreglarlo antes de que acabe el día-dijo un rato después. Una de sus manos estaba en mi cabeza con sus dedos enrollándose en mi pelo, mientras con su otra mano me acariciaba el brazo.

-Tienes razón. Ya no estamos solos nosotros-dije apoyándome sobre mi brazo para mirarle-Nuestro hijo merece tener a sus padres juntos-añadí mientras su mano acariciaba mi rostro.

-Y nosotros merecemos ser felices. Juntos-añadió el antes de besarme. Cuando nos separamos le abracé.

Habíamos superado nuestro primer, y esperaba que último, frente. Juntos.

ACOTAR: Una historia del Mating BondWhere stories live. Discover now