INTRODUCCIÓN

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Es popularmente conocido que cuando el mating bond se hace presente, generalmente ambas partes son adultas y plenamente conscientes de lo que el lazo significa. Una vinculación mediante el acto sexual y luego un frenesí ilimitado para que la hembra quede encinta y así extender el linaje. Pero, en muy raras ocasiones, el Caldero, junto a la Madre, vinculan a dos personas destinadas a encontrarse, dos personas que una vez vinculadas, su linaje se fortalecerá gracias a su descendencia. Este tipo de vínculo suele darse cuando una de las dos partes, generalmente la hembra, no está preparada para la concepción. Es ahí, cuando la otra parte toma un rol distinto, hasta que su pareja esté lista para aceptar el lazo. Dicho rol consiste en convertirse en un protector de la otra parte. Un amigo que está ahí en cada momento. Una persona, la cual el bienestar de la otra, es su principal prioridad.

Antiguo tomo sobre el Mating Bond de la biblioteca de la Corte Amanecer.

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Adeena, Addy como todos la llamaban, era una niña dulce y feliz que disfrutaba de su vida en la villa, muy cercana a Velaris, que su abuelo, Lord Alastair, poseía. Tras la muerte de su madre y el largo viaje que su padre estaba realizando en el continente, la pequeña había quedado al cuidado de su abuelo.

Lord Alastair era el único Ilyrio en el círculo íntimo del anterior Alto Lord. Ahora que Rhysand había tomado el lugar de su padre, había despedido a casi todo el círculo íntimo de su padre. A todos, salvo a Lord Alastair.

Lord Alastair tuvo que declinar la oferta, no solo porque se veía a si mismo muy mayor para una corte que necesitaba sangre joven, sino porque tenía a su cargo a la pequeña Addy. Pero aquello no evitó que aconsejase al actual Alto Lord en ciertos temas. Pero adoptando un papel oficial, sino como ese familiar muy querido que por su experiencia y edad, aporta consejos sobre cualquier tema. Gracias a ese papel de Lord Alastair, era muy común que tuviera que viajar a Velaris y llevarse a la pequeña Addy consigo. Addy amaba estar en Velaris. Amaba el ambiente que se respiraba en la ciudad, el bullicio de la ciudad, los olores y colores que había en el mercado. También le encantaba la Casa del Viento.

Addy solo tenía 6 años, cuando su abuelo le dijo que tenían que marcharse durante un tiempo de la villa, para irse a Velaris. No le pareció raro aquello, pero sí la cantidad de equipaje que esta vez llevaban consigo.

-¿Iremos volando?-preguntó la niña abrazando su muñeca.

-No, Addy-le dijo el anciano- Vendrá Azriel para ayudarnos-le explicó-Hasta que llegemos a la casa de Velaris, quiero que tengas en cuenta que, cualquier orden que te dé Azriel, es igual de válida que si te la doy yo ¿entiendes?-la pequeña asintió un poco preocupada-No te preocupes, solo es por precaución.

No era la primera vez que Addy veía al Cantor de Sombras, pero si era la primera vez que lo veía con su armadura Ilyria.

-Guau-susurró la niña al fijarse en el número de sifones que portaba. Su abuelo y sus hermanos solo portaban 2 sifones cada uno. Por lo que, comprendió que aquel hombre rodeado de sombras era más fuerte que todos ellos juntos, puesto que tenía 7. También se fijó que, con esa armadura, parecía un príncipe de sus cuentos favoritos. Pronto llegaron a Velaris y la vida de la pequeña cambió.

Las lecciones que una institutriz que su abuelo había contratado cuando vivían en la villa continuaron, pero esta vez era su propio abuelo, Mor o Amren quienes dedicaban un rato a la educación de la pequeña. Fue Amren quien se dio cuenta que la niña era demasiado activa para mantenerla encerrada en una casa. Cassian fue quién tomó el control de la instrucción de la joven. Se dio cuenta que tenía un gran potencial como guerrera, pese a la corta edad de Adeena.

Poco después se les unió Azriel, quien observando a la joven entrenar, descubrió que era ágil y sigilosa cuando se lo proponía, por lo que con el permiso de Lord Alastair comenzó a entrenarla como espía.

Pero un día, durante esas lecciones, cuando Addy tenía 10 años, los adultos se dieron cuenta de algo.

Una noche, Lord Alastair abrió la puerta, para descubrir que Azriel había traído unas hierbas para Addy. A la mañana siguiente, la pequeña levantó con fiebre y justo esas hierbas ayudaron a curarse dicha fiebre.

De alguna forma, Azriel sabía cuándo la niña estaba a punto de enfermar. O cuando se sentía emocionalmente mal. Fue en aquel momento cuando los adultos se reunieron se dieron cuenta de lo que pasaba. El caldero y la madre, los había vinculado y le habían asignado al cantor de sombras el papel de protector de la joven, hasta que estuviera lista, hasta que estuviera preparada para comprender y sobre todo para aceptar aquel vínculo que la había unido al cantor de sombras.

Adeena no sabía cuándo Azriel había pasado de ser solo un adulto que se ocupaba tanto de su formación tanto como guerrera como espía a ser un amigo. Alguien que parecía saber exactamente como se sentía en cada momento. Alguien en el que confiar.

-Az, por favor-le estaba suplicando la joven, cuando tenía 16 años-Haz que el abuelo entre en razón. Es demasiado mayor, está demasiado cansado para continuar cuidando de Velaris. Está para que lo cuiden a él.

-Addy, ya sabes cómo es tu abuelo-le explicó Azriel. Si por el fuese, ya habría hecho que el anciano dejase de trabajar tanto. No solo por tranquilizar a Adeena sino por el respeto que profesaba hacia el anciano

-No para de decirme que soy demasiado joven para ocupar su lugar, pero tú puedes convencerle, lo sé-insistió la joven-Sabes que estoy preparada. Lo saben todos-añadió, lo que provocó que el cantor de sombras suspirase.

-No puedo prometerte que lo conseguiré-le dijo-Pero si puedo prometerte intentarlo-añadió.

Unas semanas después Addy se despertó extrañada. No había ruidos que indicasen que su abuelo estuviese despierto. Era extraño, puesto que el anciano nunca se levantaba tarde.

-¿Abuelo?-dijo llamando suavemente a la puerta del dormitorio del anciano-¿Todo bien?-preguntó antes de abrir.

Addy no recordaba que pasó después de abrir la puerta y gritar al descubrir el cuerpo de su abuelo. No recordaba si había llamado a los adultos o si simplemente ese sexto sentido que Azriel parecía tener sobre ella había hecho que el círculo íntimo se presentase casi de inmediato.

Unas manos gentiles la recogieron del suelo, puesto que al darse cuenta de la situación se había dejado caer. Unas sombras la envolvieron al rodear con sus brazos el cuello de Azriel y esconder su rostro contra el pecho del Ilyrio.

ACOTAR: Una historia del Mating BondWhere stories live. Discover now