XII

45 4 0
                                    

El cielo se había cerrado y encapotado y la tormenta había empezado a arreciar tras la caída del ocaso. La fogata cerca del mar se había apagado, y Klaus y Cinco tuvieron que refugiarse forzosamente dentro del fuerte.

Ambos se habían empapado por completo, pero era lo de menos. Las fuertes ventiscas amenazaban con desprender la maciza cortina de musgo, hojas de palmera y helechos que con tanto ahínco Cinco había construido.

-Maldita suerte- se quejó Cinco, apartándose el humedo flequillo oscuro de la cara-. No nos dio tiempo a pescar.

Algunas gotas del tamaño de una moneda caían ocasionalmente, colandose por la abertura superior del centro del refugio.

Pensativo, Klaus quiso asomarse un poco por el resquicio de la cortina. La lluvia era tan copiosa que no alcanzaba a distinguir absolutamente nada más que una constante cascada de agua. En realidad era un milagro que la fortaleza resistiera hasta ese punto con tan extremo clima.

Klaus desistió entonces de su osada idea de salir a buscar alimento y hurgó un poco entre las provisiones de su lado. Había dejado la mitad de un coco la noche anterior junto a media banana.

Caritativo, fue a ofrecer a Cinco los bocadillos.

-¿Y tu?- Cinco se le quedó mirando con una ceja alzada, aparentemente extrañado por los obsequios para nada desdeñables teniendo en cuenta su situación actual.

-Esta bien. No tengo hambre- sonrió Klaus, tomando asiento sobre una pila de hojas.

Inseguro, Cinco asintió y se dio a la tarea de engullir la escasa comida. De lo que tenía ganas era de una enorme, buena y humeante taza de café. Mataría por conseguir una. Pero sabía que no iba a conseguir nada de eso en ese lugar.

-¿Qué quieres hacer?- preguntó Klaus al cabo de un rato de inactividad. Ver a Cinco garabateando ecuaciones y cálculos con una rama sobre la arena lo estaba aburriendo mortalmente.

Cinco se alzó de hombros y siguió inmerso en lo suyo.

-No podemos hacer gran cosa hasta que pase la tormenta.

-¿No tienes frío?- insistió Klaus, acercándose a él otro poco.

Cinco detuvo su siguiente ecuación para trazar una línea recta a la mitad del refugio.

-Mi respuesta es no. No tengo frío, Klaus.  Sería bueno que respetaras mi espacio personal a fin de que nuestra convivencia sea lo más amena posible.

Ante cada palabra, la sonrisa de Klaus se fue atenuando.

-¿Así que ahora ni siquiera puedo estar cerca de ti o tocarte?

-Sería lo ideal- convino Cinco impasible, sin retirar su mirada de la arena.

-No estoy de acuerdo con esto- refutó Klaus, levantándose con gran frustración-. ¿Tanto así te molesto?

El silencio de Cinco lo hirió aún más que su segura respuesta.

-Bien- con un gesto de enorme amargura, Klaus salió de la tienda y corrió sin rumbo para alejarse del fuerte. A pesar de la intensidad del agua, pudo escuchar claramente que Cinco gritaba su nombre, pero decidió seguir adelante, pues no soportaba la idea de ser un estorbo para la persona que amaba.

To już koniec opublikowanych części.

⏰ Ostatnio Aktualizowane: Sep 23, 2023 ⏰

Dodaj to dzieło do Biblioteki, aby dostawać powiadomienia o nowych częściach!

Si no te hubiera conocido Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz