"Amistad Humana" (Jacob Black Y Edward Cullens)

Cap 4 Tercer Encuentro

Capitulo 4.

Tecercer encuentro.

—¿Será una costumbre vernos aquí?

—si no te gusta no entiendo la razón de porque vienes aquí, chupa sangre.

Edward soltó una pequeña risa para mirar desde arriba al Black.

—Estoy seguro que ya sabias que vendría aquí.

—Tienes razón, aunque aún estoy interesado por ese vacio.

Jacob no hablo aun lo miraba para luego sentarse en suelo cerca del árbol sin decir palabra alguna.

—¿No me dirás por qué ese vacío desaparece con mi presencia?

—Si bajas puedo decirte pero si sigues ahí arriba no te hablare sobre ello.

Con una carcajada por la actitud del menor bajo de un salto, sonrió inconscientemente divertido ante el respingon qué dio el contrario.

—Bien ya me tienes aquí ¿qué es ese vacío Jacob Black?

—Lo comencé a sentir en Agosto, era insoportable de alguna manera y de una manera extraña desapareció cuando conocí a Adri, luego volvió aparecer cuando ella no estaba a mi lado siempre me llamaba hacia el bosque—explico—y por una extraña razón se calma a tu lado. Este mismo vacío me obligó venir hasta aquí en nuestro primer encuentro es por ello... Que he venido, se vuelve cada vez más fuerte y no lo entiendo.

Edward no sabía contestar jamás escucho de un comportamiento así suspiro sentándose a lado del Black quien miraba a su alrededor.

—Me sorprende que no estés tenso con mi presencia.

—ya sabes la razón de porque no lo estoy. Tu lees mentes ya sabes lo que hay en la mía.

—Tienes razón y eso me desconcierta.

—No te tengo miedo.

—Lo sé aun así es complicado de hablar contigo sabiendo que los de la tribu nos detestan en cierta forma  pero tu... No te comportas como ellos.

—Creeme que odio a los de tu especie, los detesto aun así sé muy bien que los Cullens son diferentes. Te tolero no me agradas y este vacío desaparece con tu presencia me entrega paz solamente por ello no me muestro agresivo contigo.

—Tiene sentido.

—Sí...

Edward lo observó una vez más y el Black le devolvió la mirada, cafés contra dorados, su mirada intensa contra la suya sin llegar a ser agresivos y desconfiados. Una pequeña sonrisa de instaló en sus rostros ignorando una vez más que eran diferentes, qué había un tratado y que uno era un vampiro.

Dos horas bastaron para entablar una conversación sin incomodidades.

—¿Has habla con Adriana?

—Sí, dice que la vuelven loca las personas que le acompañan.

—Y tiene razón no cualquiera aguanta los comportamientos de ellos.