—Oh, Dios mío —gimió tiritando sobre la cama—. Christopher... —susurró con los ojos cerrados, la respiración entrecortada y las piernas apretadas.

Como no podía dormir, Christopher fue a la cocina por un poco de agua y la escuchó llamándolo.

Se quedó de pie en la entrada de la cocina, pasmado por lo que escuchaba y con los ojos bien abiertos.

Quiso convencerse de que estaba alucinando, de que la fiebre de Lilibeth lo hacía alucinar cosas, pero tuvo que aceptar que eran gemidos y que era Lily la que estaba llenando su pent-house de suspiros impetuosos.

Tragó duro y se desvió de su camino, a sabiendas de que, si se osaba a entrar a ese cuarto, no habría vuelta atrás.

Puso su mano en la manija de la puerta y se tomó unos instantes para decidir.

—Mierda... —suspiró rendido cuando la jovencita gimió repitiendo su nombre.

Abrió la puerta lentamente y se dijo a sí mismo que solo quería ver un poco de la "acción" de Lily, pero se la encontró tumbada en la cama, con las piernas abiertas y la mejor vista de su coño.

La muchacha se sobresaltó en cuanto lo vio de pie frente a ella. Se levantó en sus codos y se cubrió su centro con timidez y, por lo borracha y mareada que estaba, pensó que estaba soñando o alucinando.

Tal vez las dos cosas.

—Estabas gritando —le dijo él con la voz ronca. Ella negó con la cabeza, con una mueca de espanto terrible—. Estabas gritando mi nombre mientras te masturbabas.

Lily sintió la cara roja cuando se vio sorprendida y no tuvo fundamentos para refutar lo que su alucinación perfecta le decía.

Estaba tumbada en la cama, con las piernas abiertas y el coño mojado. La escena era incuestionable.

—Tal vez... —suspiró temblando y apretó las piernas cuando lo vio acercándose lenta y tentadoramente.

Christopher sonrió. Lily se desarmó en la cama cuando lo vio sonreír así. Era el mismísimo diablo haciéndola caer en la tentación.

—¿Y te resultó? —preguntó él de pie entre sus piernas.

Le habría gustado mirarla a la cara, pero tenía un coño bonito que se robó toda su atención.

—¿Qué cosa? —respondió ella, liada por su pregunta.

Christopher sonrió otra vez. Lily palideció un poquito más. Todo su ritmo cardiaco se disparaba cada vez que él le daba una de esas sonrisas.

—Masturbarte pensando en mi... —especuló él lo que era claro. Lily asintió, pero arrepentida negó y se agitó más de la cuenta—. ¿Sí o no? —insistió con firmeza y clavó sus ojos en los suyos.

La joven se sobresaltó al verlo así.

Era diferente. El hombre que tenía frente a ella era otro.

Se había transformado en una bestia que ansiaba devorarla.

Ese era el diablo haciéndola que se revolcara en la tentación.

—Un poco, pero... —Pasó saliva antes de reconocer la verdad—: no puedo llegar a... —Bajó la mirada.

Christopher sonrió gustoso por tercera vez.

—Me pasa lo mismo —admitió él con mueca divertida y, atrevido se arrodilló a sus pies—. Tal vez si me dejas ayudarte un poco... —susurró y con cautela puso sus manos en sus rodillas.

Lily se tensó al sentirlo. Como no reaccionó a ese primer contacto, Christopher deslizó sus manos abiertas por entremedio de sus muslos hasta llegar a ese centro perfecto que esperaba y ansiaba a por todo él.

Suya por contratoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang