CAPITULO 2

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Al siguiente día, Petyr salió muy temprano por la mañana. Igual que el día anterior, se despidió de la señora Kersh saludándola desde su auto.

Llegó al sanatorio, subió hasta su oficina donde lo esperaban los cuatro expedientes de sus nuevas pacientes y cuando se disponía a abrir el que estaba colocado hasta arriba, escuchó como alguien tocaba la puerta.

—¡Adelante!

—Buenos días, doctor Northman —saludó el doctor Torrence con una radiante sonrisa mañanera.

—Buenos días —devolvió el saludo Petyr, poniéndose de pie y dándole un apretón de manos al doctor Torrence.

—Pensé que para su primer día traería algo para personalizar su oficina —dijo al notar que no había nada nuevo en el lugar.

—Carezco de posesiones aquí, viajé con muy pocas cosas, solo lo más indispensable.

—Lo entiendo, son pocas las veces en que un hombre tiene la oportunidad de empezar de nuevo y reinventarse. Entiendo que por el momento vive en un departamento, ¿cierto?

—Así es, está a poco más de cuarenta minutos de aquí, tampoco tengo muchas cosas ahí.

—Pronto sentirá Essex como su hogar, es un lugar muy frío, pero muy cálido en el tema personal, muy buenas personas viven aquí. Por el momento le ayudaré con algo que definitivamente necesita.

—¿Sí? ¿Y qué es eso?

—¡Una secretaria! Es una archivista en realidad, pero usted la ocupará más aquí. Su nombre es Anna, no la conozco mucho, pero sé que es eficiente.

—Muchas gracias.

—Por nada. Las consultas de los pacientes base empiezan a las diez, Alice le traerá una hoja con los horarios. Usted organice cómo llevará sus consultas con sus cuatro chicas, pero las terapias, rondas y demás actividades si tienen un horario estricto. Poco a poco se acostumbrará. ¡Que tenga buen día, doctor!

—Gracias de nuevo e igualmente.

Apenas eran las ocho de la mañana, faltaban un par de horas para su primera consulta y aún no decidía con cuál de sus cuatro chicas empezar. Para no complicarse tanto las cosas, decidió empezar con el expediente de hasta arriba de la pila, sin importarle mucho quién fuera.

Abrió el folder y vio la fotografía, era una chica de cabellos oscuros un poco ondulados, su nombre era Nelly Chandler. Su descripción era la básica, al parecer su doctor anterior solo la consultaba una vez al mes y por menos de una hora. Nelly Chandler era una mujer que ya pasaba de los treinta años, pero de apariencia mucho más joven, Petyr pensó que quizá la fotografía era antigua, así que esperaría a verla en persona. Lo poco que había escrito en su expediente solo la describía como una mujer intensa, creativa, sugestiva y en letras grandes se leía: "RECOMENDACIÓN: NO CONSULTAR A SOLAS". Pero a Petyr le gustaba hacer las consultas en privado, con discreción, crear una relación paciente/doctor que inspirara confianza. Continúo leyendo un poco más y aunque se asombró de los hechos relatados en el expediente decidió corroborarlos antes de hacerse de alguna opinión.

Anna tocó a la puerta cerca de las ocho con treinta de la mañana, Petyr cerró el expediente para atender a su nueva secretaria.

—Buenos días, doctor. Mi nombre es Anna Crow, el doctor Torrence me ha enviado con usted.

Anna Crow era una chica de 28 años, que en su infancia había vivido cómodamente gracias al esfuerzo de su padre, el cual no solo la malcrió a ella, sino también a su madre; cuando esta los abandonó, el padre de Anna cayó en depresión, perdió su trabajo y sus ganas de vivir. Desde entonces vivió resentida con su padre por dejarla caer en la miseria. Ella sabía que tarde o temprano tendría la oportunidad de que alguien la notara, alguien que valiera la pena y que la sacara de ese triste cuarto de archivos, de modo que al conocer a Petyr, se convenció de que él sería ese alguien.

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