La tristeza en tus ojos {Satoru Gojo x TN}

Capitulo III: Abrazos

Por primera vez en su vida, Satoru Gojo no tiene paz, puede atribuir eso a un par de ojos verdes que literal le quitaron el sueño. Se debatió mil veces acerca de su conversación con Nanami, una semana había pasado desde eso. Todas las noches es lo mismo; mira su contacto en la pantalla de su teléfono y la ansiedad comienza a hacer mella en el; no la había buscado desde aquel entonces y aunque sus ganas de verla de nuevo son casi ilogicas, pero sinceramente no sabe cómo hablar con ella, no sabe que excusa poner para no ser muy obvio que simplemente quiere volver a verla. Hoy como todas las noches se encuentra mirando el contacto de la chica cuando su teléfono comienza a sonar; el nerviosismo le hace soltar el teléfono y este cae en la cama. La sopresa no cabe en su rostro al ver que el contacto que por días ha visto todas las noches es justamente el motivo de la llamada. Contesta casi al instante.

-. Hola. - dice, intentando no sonar nervioso. Escucha su suave respiración del otro lado de la línea.

-. Satoru San. Disculpe que le llame a esta hora. Espero no haberlo despertado. - dice ella y puede escuchar su nerviosismo.

-. ¡no! No te preocupes... justo acabo de llegar de casa. Me alegra escucharte de nuevo. - dice e inconscientemente sonríe.

-. Es bueno saberlo. Bueno... la razón por la cual le llamo es para invitarlo a un festival que realizaremos mañana. Lo que se recaude será donado a un orfanato. - comenta ella con emocion. Satoru sonríe al escucharla; ella sin duda es alguien con un corazón sumamente bondadoso.

-. Eso suena muy bien. Allí estaré. -dice con una sonrisa.

-. ¿En serio? ¡genial! Le mandaré la dirección y hora mañana. Espero verlo Satoru San. - dice ella con emocion. El sonrie al escucharla tan animada.

-. Allí nos vemos...

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Las luces del festival llenan de vida las calles y los sonidos de los vendedores y las conversaciones se escuchan fuertemente. Ella se encuentra en su puesto de mochis. Había vendido la mayoría y se siente conforme con ello, recaudaron suficiente dinero para comprar ropa a los niños del orfanato. Sin embargo, a pesar de la alegría que se siente a su alrededor, una parte de ella se siente un poco decepcionada. Había esperado por horas a qué su nuevo amigo apareciera, pero eso nunca pasó. Pensó que al final el tendría cosas más importantes que hacer y decidió no pensar más en el tema. Son las ocho de la noche y es hora de cerrar el puesto y disfrutar un poco del festival. Cierra el pequeño puesto y entrega el dinero al encargado del orfanato. Se siente realmente cómoda con esa ropa tradicional japonesa, le gusta como le hace lucir el kimono azul con flores de Sakura rosa, su cabello en un recogido sencillo que deja unos mechones enmaecando su rostro. Voltea para cerrar la ventana del puesto cuando...

-. TN. - voltea al escuchar la voz del chico. Ella voltea con sorpresa y se lo encuentra con una yukata tradicional masculina color azul. Está vez sus ojos no tienen vendas y puede ver sus hermosos ojos azules casi sobrenaturales. Ella se sorprendió de verlo, pensó que no llegaría al festival..

-. Satoru san. Pensé que no vendría. - comenta ella con sorpresa.

-. Tuve una situación, no pude venir antes, pero prometí venir, no podría fallarte nunca. - dice con una sonrisa. Ella se sonroja ante sus palabras.

-. Gra-gracias. - dice ella jugando nerviosamente con sus manos. El le extiende la mano con una sonrisa y le mira con cariño.

-. Se mi acompañante está noche. Por cierto luces preciosa con ese atuendo. - ella se sorprendió. No tanto como el mismo se sorprendió por sus propias palabras. Pero era imposible; desde que la vio con aquella ropa supo que no podría contenerse mucho; le había robado el aliento con su belleza natural y el kimono azul parecía contrastar a la perfección con su piel pálida y el rosa de sus mejillas. Para Satoru Gojo en ese momento no existe mujer más hermosa, juraría que en su vida había visto mujer más bella que ella. Por un momento, cuando ella le sonrió y miro sus ojos verdes como bosque todo el estrés desapareció y se sintió en paz como hace mucho no se sentía.