—Que manipulador —entrecerró los ojos.

—De verdad, no hay nadie más a quien le pediría esto, pude buscar a mis amigos, pero tu... —lo miré a los ojos—, eres mi hermano Milan...

—Ya Miles, ya. Lo haré.

—¡Siii! —di una gran sonrisa y la emoción se desbordaba de mi cuerpo—. ¡Será la mejor noche de tu vida, llama a tus amigos, invita a los que estimes convenientes! Y si es a la chica de rulos que te vi conversando hace una hora atrás mejor...

—Dios, no... es una amiga.

—Ja, amiga —lo molesté a carcajadas—. Bien, nos vemos en la salida.

El timbre de salida tocó a las cinco en punto y nos fuimos todos a la entrada de la escuela para irnos. Apenas daba un paso todos me saludaban por la genial fiesta de esta noche, sale como advertencia que es secreta y todos ingresan con invitación, nadie puede decir ninguna palabra de la "reunión privada".

Dante me venderá el alcohol, y arreglamos cuentas atrás en el estacionamiento, se supone que vendrá a la fiesta y lo dejará en la cocina. Por otro lado, Sasha vendrá con brownies mágicos y mi amigo Apolo se encargará de requisar los celulares a la entrada.

—Allá está el auto —dijo mi hermano a mi lado—, espero tu mejor actuación.

—La tendrás Milan.

Caminamos lentamente hacia donde el nuevo chofer conocido como Javier, el mismo que nos trajo desde la pista cuando llegamos al Reino Unido el día de ayer. Nos saludó y comenzó el viaje hacia nuestro hogar, por suerte una de las empleadas que a veces nos va a ayudar a ordenar la casa había terminado su trabajo y ya nos facilitaba más las cosas.

Nos bajamos del auto y corrimos a la entrada preparándonos para seguir organizando los últimos detalles y casi se me sale el corazón al ver a la señora que nos va a "cuidar" por el momento. Es una momia, sin ofender por supuesto, está toda arrugada como una pasa y debe tener sus cincuenta años, yo diría que cien, pero le tengo fe.

—Al frente jóvenes, se van a presentar.

No nos dijo ni hola y ya nos está ordenando cosas, ¿Qué se cree la vieja esa? Joder, ni nuestros guardaespaldas nos tratan de la manera en la que ella se acaba de atrever.

—¿Disculpe?

—Disculpado, al frente dije.

¿Se le zafó un tornillo? Yo me quedé en mi lugar mientras Milan ya estaba obedeciéndole como si la hubiera conocido de toda la vida. Me molesté muchísimo por esa actitud.

—¿Usted cumple cuando se le da una orden? —poco le falta para dirigirse a mi como "soldado" —. Le estoy hablando.

Debo disimular, joder, si quiero ganármela para continuar con mis planes.

—Si señora.

—Entonces se une junto a su hermano —me guardé mis palabras muy dentro de mi ser.

—Yo soy Milan, señorita.

—Puntos por eso —le sonrió—. Ya intuía quien era Miles, por los detalles que me dio el señor Alexander pude haberlo imaginaba. Ahora, ¡Erguidos los dos!

No pronuncié ni una palabra y casi me meo en los pantalones cuando escuché su primer grito.

—¡Sin moverse! —me quedé rígido y Milan me miró con una cara de asustado—, ¡En posición!

—Eh, disculpe...

—¡No se habla sin mi permiso, al piso, veinte flexiones, pero ya! —gritó y casi me caigo de cara de lo rápido que me lancé. Tembloroso como gelatina obedecí su estúpida orden.

Aventuras de un herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora