Capítulo 22 / Un asunto de vida y de muerte

Start from the beginning
                                    

—¡Mamá! ¡Mamá! —corría la pobre de mi Clarissa hacia la puta de su madre, con todo respeto. ¡Aaaagghhh! ¡Cómo me daba coraje que todo esto pasara y por culpa de esa maldita mujer! Y, peor aún, que ni siquiera la pobre de Clarissa se esté dando cuenta de las intenciones que tenía su propia madre justo detrás de esa carita de vieja angustiada tan fingida como yo con mi voz afeminada. Pero pronto me caería el veinte al notar que todo esto no era nada comparado por lo que estaba a punto de suceder—. ¡Qué alegría verte mamá!

—¿Qué es lo que te hicieron, criatura? —dijo aquella señora, si aún se le puede llamar así—. ¡Esto es imperdonable! ¡Quien te haya esto es un maldito hijo de perra!

—Mamá, ¡sácame de aquí! —le suplicaba su pobre hija, ignorante de lo que estaba a punto de pasarle—. ¡Ya no quiero seguir aquí, por favor, mamita! ¡Por favor! ¡Sácame de aquí! ¡Por favor!

—No te preocupes, mi querida Clarissa. Tu sufrimiento termina a partir de ahora. Pronto serás una mujer completamente libre, sin culpas, sin temores, ya no sufrirás más, cariño mío.—. Y justo cuando noté que la vieja sacó de su blusa la dichosa pistola con la que previamente me había disparado antes de volver aquí como fantasma, fue cuando consideré que el momento para hacer lo propio había llegado. Ania no tardaría en hacer acto de presencia, así que saqué el frasquito con aquel jugo naranja, la abrí y, de inmediato, tomé el sorbo de aquel contenido de golpe y sin pensarlo, tal como me lo había indicado Mildred el Ángel.

Apenas pasó el líquido por donde antes había una garganta bien carnosa, comencé a sentir algo que comenzó a rodearme de los pies a la cabeza. No podía explicarme qué era pero lo sentía y de una manera bastante incómoda. Se sentía como punzadas, que empezaban a recorrerme por todos los nervios y, en serio, sí que incomodaban. Empezaron leves y luego las sensaciones de descarga fueron volviéndose más y más fuertes. Era como si una marejada de electricidad me invadiera todo el cuerpo espectral de una manera bastante violenta, como una fuerte descarga eléctrica que amenazaba con hacerme trizas todo lo que quedaba de mi ya jodido sistema nervioso. Y pese a sentirse insoportable, tal como llegó de golpe y dejándome casi inmóvil por unos instantes, pronto notaría que lo "electrizante" se había ido, pero sería allí mismo que notaría los efectos de aquel brebaje.

Y, a continuación, dio comienzo la "magia". Me sentí con la capacidad de agarrar cosas, cosas propias de ese plano terrenal, cosas que quizás alguna vez llegué a ver y hasta agarré en algún otro sitio. Durante ese momento de shot electrizante, quedé ligeramente inconsciente, pero sólo fue por cuestión de unos cuantos segundos. Porque cuando volví a estar en sí, pude ver que la madre de Clarissa, aun abrazando a su hija, pudo sacar su pistola, y pude notar su mirada tan fría y que marcaba esa intención de matar a su propia hija.

Rápidamente, y sintiendo esa sensación de movimiento que no había sentido desde que fallecí, aproveché el momento para intentar quitar el arma a esa señora, pero por alguna razón extraña no la pude agarrar del todo, al momento de tocarlo tantito, el arma rebotó y cayó al suelo. No me podía explicar el por qué de esa extraña reacción, de hecho lo atribuí a algún efecto secundario de ese mentado jugo. Fue algo bastante extraño.

Por su parte, doña Isabel solo fue testigo de cómo la pistola salía volando de sus manos para terminar cayéndose en el suelo, justo por la entrada de la otra puerta por donde había entrado. Y justo en ese momento, mi versión femenina, o sea Ania de la Rosa, hacía acto de presencia abriendo esa puerta. Solo para que, en el momento en que estaba entrando, advirtiese algo extraño, que no parecía encajar del todo. Notó la presencia de doña Isabel sí, pero que advirtió la expresión de atónita por lo que estaba pasando. Y es la muy tonta no se podía explicar el cómo aquella arma que sostenía hace unos instantes se le había zafado de su mano para terminar cayendo al suelo de una forma tan repentina. Fue tanta su perplejidad que no llegó a notar por un momento la presencia de su otra "hija".

La pasión de Ania (Edición Mejorada)Where stories live. Discover now