PRÓLOGO - 4

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Lumina 181 estación de florecimiento del 1615

Samuel sonreía ligeramente mientras un grupo de mujeres le explicaban sobre la comida que estaban preparando. A su lado Benjamín y otros secretarios acompañaban al superior. A pesar de que su expresión era amable, Benjamín sabía que Samuel estaba odiando cada segundo de esa visita. Al cabo de unos minutos la plática termino y Samuel pudo librarse un poco del cúmulo de gente que lo rodeaba. Tenía al menos una hora extra antes del siguiente evento.

- ¿Fastidiado tan pronto? - pregunto Benjamín, entrando sin tocar, a la habitación donde Samuel había escapado.

- Cansado es la palabra más correcta - replico Samuel y le extendió la mano a Benjamín invitándolo a tomar asiento. El otro hombre acepto y una vez que se acomodo Samuel comenzó a servir té para ambos. Benjamín miro cada paso con gran atención. Samuel tenía algo muy especial en su forma de moverse, hacia ver elegante hasta el más insignificante gesto.

- ¿Dónde están los niños? - preguntó Samuel acercándole su taza

- Me fascina que les sigas diciendo niños cuando tienen ya 20 ciclos.- Samuel sonrió levemente y se llevó su taza a la boca. - Están en casa de los Proust - agregó Benjamín y Samuel no pudo evitar levantar las cejas en señal de extrañeza.

- ¿Les diste permiso de ir? - pregunto el superior, su voz notaba completo interés algo extraño en él. Otra cualidad (o defecto) que tenía, según Benjamín, era que su tono al hablar siempre era el mismo, plano y neutral.

- Te reitero que no son niños... no puedo decirles que hacer - replicó Benjamín y se acercó a la orilla de su asiento - Por pura curiosidad, ¿tú qué habrías hecho?.

- Mmmmm... mi respuesta no importa porque yo no soy quién los esta criando - dijo Samuel sirviéndose más té. Benjamín resoplo y se dejo caer de lleno en el sillón.

- Cierto... y que enorme trabajo el que me dejaron Aída y Zach - dijo en voz baja.

- Has estado a la altura - dijo Samuel de inmediato. Benjamín agradeció las palabras en silencio. Si bien era cierto que la relación con su hermano menor distaba mucho de ser perfecta, era un hecho que solo se tenían el uno al otro.

- Sam, trata de descansar, medita, relajate. Lo que menos queremos es que tu estrés cause un desastre natural- dijo Benjamín al tiempo que se levantaba para partir.

- Nos vemos - dijo Samuel y Benjamín se despidió con su mano al aire.

Samuel fue ahora quien dejó caer todo su peso en su asiento. Quiso poner su taza en la mesa de centro cuando la habitación se empezó a obscurecer, olía a humedad. Samuel percibía un ligero roció sobre su rostro. Entonces algo lo hizo temblar, un poder intenso que emanaba del suelo o de lo que debería ser un suelo, Samuel no podía ver sus pies, estaban bajo el agua. Con un chispazo que salió de su mano, el sonido de la taza haciéndose pedazos lo saco del trance. Temblando ligeramente seco el sudor de su frente y toco atrás de su oreja.

- Aren - susurró

- Señor - dijo un hombre apareciendo de repente frente a él.

-Hay una ruptura - dijo Samuel aún con el aliento cortado. 

Reinos y Eras - Libro 1Where stories live. Discover now