Capítulo 44

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Mariana
Siempre me ha gustado el rosa para las decoraciones. Es un color que transmite limpieza y calidez al entorno, recuerdo que mi cuarto en Cuba estaba adornado con cortinas y sábanas rosadas. Para mis quince años exigí que toda mi casa estuviese pintada de rosada o púrpura, y ya que este último fue muy difícil de encontrar, pues se me concedió el primero.
A diferencia de mi país natal, aquí puedo darme el lujo de comprar tapices de paredes, techo y suelo del color que se me venga en gana, con la brillante posibilidad de remplazarlos de forma fácil y rápida en caso de que se dañen.

Me he gastado todo el ahorro del cobro del mes pasado que recibí en Vitale para comprar objetos y adornos. Puedo ser pobre, pero desorganizada nunca.

Isa me ayuda a limpiar el polvo acumulado en las ventanas y una vez pulidas pasamos a acomodar todo lo que esté fuera de lugar.

—Merezco un buen almuerzo por esto —dice limpiando las minúsculas gotas de sudor que se acumularon en su frente.

Levanta su blusa hasta la altura de sus pechos y se abanica a sí misma. Lleva puesto un chort escandalosamente corto que muestra sus definidos muslos y una blusa blanca que marca sus redondos pezones. No sé cómo puede andar por ahí con ese aspecto.

—Tengo el almuerzo hecho desde la madrugada —contesto y suelto un profundo y agotado suspiro, hace mucho no me sofocaba tanto—. Huelo fatal.

—Ambas, yo parezco zorrillo —jaranea y soltamos una carcajada.

—Gracias, todo ha quedado perfecto —le agradezco recorriendo mi pequeño departamento con la vista.

Los tapices que compré son rosas con estampados de margaritas blancas. Se extienden por todas las paredes. Hemos cubierto el suelo con alfombras beige. Bajo la mirada a mis pies y al moverlos sobre sus flecos suaves despliego una sonrisa. Se siente agradable.

Compré cuadros de paisajes y los coloqué en la pared de la sala, tras la tele. También puse flores plásticas nuevas en los floreros de la mesa y mi cuarto. Las lámparas son infaltables, me decidí por unas cuatro diseñadas con acabados metálicos y figuras estilizadas. Llevé las altas a la sala. Las lámparas de mesa las instalé en mi habitación para aportarle calidez a mi pequeño sitio de descanso, buscando que se viese acogedor.

Agregué mesas auxiliares para resaltar espacios, pero pequeñas, no es que pudiese darme el lujo de comprar cosas grandes sin tener dónde colocarlas. Usé capuchas de colores claros y fibras naturales para un estilo más natural.

Según Isa, leyó en un artículo que   los espejos son sinónimo de abundancia, porque magnifican la energía de aquello que es reflejado en ellos. También me sugirió no ponerlos frente a la cama, ella se aferra mucho a las creencias antiguas. Así que puse el que compré a un lado del armario.

Incluí pequeñas piezas artesanales para que mi depa cambiara por completo su estilo. Busqué objetos de cerámica que fuesen representativos.
Seguí el consejo de Isa y me traje también dos repisas, mi amiga me dijo que son objetos básicos para decorar porque cumplen una función fundamental en las casas: sostener otros objetos. Incluso en los estilos más minimalistas se contempla la inclusión de repisas, pues sobre ellas se pueden poner libros, fotografías, juguetes o plantas. Y así lo hice yo, coloqué encima unos cuantos libros que me regaló Gustavo antes de mudarme para Nueva York.

—¡¿Y las mantas?! —me recuerda Isa y abro mis ojos como platos para luego pegar una carrera a mi habitación, dónde se encuentran las mantas y cojines que compré ayer.

—Ven, ayúdame con estos de aquí —le indico y nos dedicamos a desdoblarlas—. ¿Estás segura de que se ven bien? —le cuestiono frunciendo el entrecejo. En Cuba no tenemos esas costumbres, de hecho, todo esto es nuevo para mí.

—¡Los textiles son mágicos porque aportan un toque de sofisticación a los espacios! Tenemos que ponerlos encima de los sillones y los sofás, o sobre la cama, las mantas dan un toque de calidez y confort, mi cielo —me explica mientras coloca los cojines sobre el sofá.

—Mmm, es cierto, se ven muy bien —admito.

Me gusta esto de decorar.

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     𝕌𝕟 𝕓𝕒𝕚𝕝𝕖 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝔽𝕣𝕒𝕟𝕔𝕠
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Seco mi cabello y espero por Isa para almorzar. Se siente realmente bien una ducha luego de tanto ajetreo. Los tirantes de mi vestido están empapados por el agua que se escurre de mi pelo y numerosas gotas caen dispersas en el suelo.

Preparo los platos y dejo la mesa lista para cuando mi amiga termine, y mientras tanto, enciendo la tele en busca de algo bueno que ver.

La ligera musicalidad del tono de mi teléfono retumba desde algún lugar de mi depa y afino mis oídos para determinar de dónde viene el sonido. Finalmente lo encuentro encima del armario de mi cuarto —no recuerdo cómo llegó allí—, y lo tomo para verificar la notificación.
En el historial de llamadas aparece el contacto de Franco, al parecer solo fueron un par de timbres. Y en la mensajería me encuentro con un aviso de mi cuenta bancaria, la cual ha recibido una transferencia de treinta mil dólares.

Llevo una mano a mi boca y mis ojos atentan con salirse de sus órbitas. Me enmudezco.

—¡Tengo hambre, bitch! —grita Isa desde la sala. Escucho tenedores chocar entre sí y deduzco que se trata de ella tratando de llamar mi atención.

Sacudo la cabeza y una furia me recorre completa. Simplemente no puede ser lo que estoy pensando.

Hace cinco días le entregué mi virginidad a mi jefe, ese que no sale de mi cabeza y que tengo fijado como parche en mi corazón. Últimamente me llama a diario, no deja de estar pendiente de mí y es algo que agradezco, quizá porque tuve miedo de que una vez que obtuviera mi pureza se alejara. Y no fue así. Pero ahora, ese dinero que ha puesto en mi tarjeta me ha dejado en una duda asfixiante.

«¿Por qué?».

He baliado dos veces para él, según el contrato, debía pagarme por cada sesión. Y hasta hoy, no lo habia hecho antes.

«No Mariana, esto no indica que te está pagando por tu virginidad, no te machaques el coco con eso». Mi conciencia me aconseja, pero estoy muy lejos de pensar en cosas buenas.

Primero porque tengo ceros motivos para hacerlo, y segundo porque la maldita idea de que me paga por sexo me ahoga.

💃Un baile para Franco🤑✅Where stories live. Discover now