Capítulo 25

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Franco
Desde aquí tengo una vista fantástica de sus ojos esmeraldas. Un rosa claro cubre sus labios y observo con minuciosidad cada bonito detalle de su suave y atractivo rostro. Mariana me causa intriga. Cada vez que la tengo cerca se instala un sentimiento de curiosidad e interés en mi pecho que me creo incapaz de ignorar. Quizá por eso no paro de perseguirla.
«Es enfermizo lo que estás haciendo». Me dijo Félix, mientras se burlaba de mi confusa situación.

No creo que sea algo enfermo como él asegura. Al contrario, creo que es la primera vez que deseo de forma sana a alguien...

—¿Y la mujer de ayer? ¿Quién es? —demanda pareciendo angustiada y suelto aire por la nariz pesadamente.

—Es la madre de mi amiga —aludo.

Asiente y farfulla un "ok" bajito.

—¿A tu amiga-esposa no le molestará que baile para ti?

Muy bien, me ha tomado por sorpresa. Al parecer escuchó más de la cuenta y me veo en la penosa situación de aclararle sus dudas, que no dudo que tenga miles. Y, a pesar de que no es quien de exigir explicaciones, bastante mal se la he jugado con el contrato, así que, de cierta forma se lo debo.

—No, no le molestará. Primero porque no es mi esposa; y segundo, porque no permito que se entrometan en mi vida, ni ella, ni su madre, ni nadie —aclaro. No quiero malos entendidos luego.

—¿Es tu prometida entonces? Disculpa es que no me siento bien si tengo que bailar para alguien que está a apunto de formar una familia.

Sus palabras me hacen fruncir el entrecejo y soltar una risa cualquiera. «Sí, escuchó bastante y mucho más».

—Por lo visto escuchaste todo. A ver, Mariana, mi amiga está esperando un bebé mío, pero no sabemos aún si lo tendremos ¿ok? No estamos comprometidos ni lo estaremos tampoco. Y quisiera, por favor, que no tocaras más el tema. No suelo mezclar lo profesional con mi vida privada ¿entendido?

Sé que mi tono sonó imponente, pero fue necesario. Aunque tenga que actuar así a partir de ahora con la cubana arizca que tengo en frente.

—Muy bien —habla con normalidad—, era todo lo que necesitaba saber, gracias por la aclaración.

No sé si lo dijo con ironía, pero la noté sincera.

—¿Alguna otra duda? —interrogo por última vez y ella niega con la cabeza con un gesto dudoso.

—No, por ahora. Me llevaré esto —dice esquivándome para agarrar la carpeta del contrato—. Voy a leer lo que queda y cualquier cosa te llamo para que me expliques.

Me pongo de pie en total acuerdo y ella hace lo mismo. «¿Qué rayos hacía yo en el suelo?».

—Entonces solo debo esperar tu llamada ¿no?

—Sí —afirmo.

—Ok. Me... Ya me voy —tartamudea. Me causa risa lo suelta que es para reclamar y lo penosa que llega a ser cuando el momento se torna incómodo.

—Si quieres puedes quedarte un rato...

—¡No! —exclama haciéndome pegar un brinquito que a penas pudo notarse. Sonrío.

—¿No?

—Es que, tengo muchas cosas que hacer ahora —me dice y un molesto pensamiento me hace sentir incomodidad sin evidente razón.

—Ah, sí, seguro tienes que salir... Con tu novio o... —musito intentando sacar información y ella muerde su labio inferior inquieta.

—No, no tengo —contesta y hace una pausa para luego levantar su barbilla en alto y cambiar su respuesta—, bueno quizá... En fin, debo irme.

«Debí imaginarlo. ¿Como una mujer tan hermosa podría estar soltera?». Pienso y no me hace mucha gracia pensar en ello.

—Hasta luego, ciao —correspondo a su despedida y me dedica una sonrisa ladeada. Se voltea, mostrándome ese culo perfecto que deleita mis pensamientos nocturnos, y se aleja tras cerrar la puerta desapareciendo de mi campo visual.

Me dejo caer contra el espaldar de mi silla y llevo mis dedos índice y pulgar a mi labio inferior. Cierro los ojos y comienzo a recordar nuestros besos.

«Muy mal me tiene esta chiquilla, muy mal».

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     𝕌𝕟 𝕓𝕒𝕚𝕝𝕖 𝕡𝕒𝕣𝕒 𝔽𝕣𝕒𝕟𝕔𝕠
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Ahí viene la señora Giada. Con su aspecto de doña empoderada y caminata segura y erguida. Le gusta vestir de Caballi, luce una blusa de franela con temática tigresa entre negro y naranja, y una licra negra de la misma línea. Lleva tacones pese a su edad y no especula las lujosas joyas que carga encima. Una dama de alta categoría, nada que ver con la economía con la que nació.
La recibo de brazos abiertos y al llegar a mi a penas me abraza, me acurruca con cuidado de no estropear su épica llegada y chasquea un par de besos sin siquiera rozar mis mejillas. Cosa a la cual estoy acostumbrado. Mi padre no es ni la mitad de estirado que ella. Es un hombre genuino, lleno de sonrisas y buena vibra. No duda en estrujar a cuánto familiar lo salude y se la pasa regalando abrazos. Un total emperador de generosidad y encanto. Dicen que me parezco a él.

—¡Qué alegría, deseaba mucho verte, mi niño! —exclama con dulzura mi madre, pellizcando una porción de mi mejilla.

—Yo también mamma, vayamos a mi apartamento —enuncio y ella asiente.

—¿Y Félix? ¿Por qué no ha venido contigo?

—Mamma, luego lo verás, tuvo unos inconvenientes —miento y la ayudo con su maleta.

—¡Seguro la bruja esa no lo dejó venir! ¡Llévame con él —me exige y ruedo los ojos. En cuanto suba a mi auto se olvidará del tema.

Instalo a mi madre en casa y luego de dejarla en un restaurante donde se encontrará con Emma para almorzar, me dirijo al hospital a ver a Riley, hoy me corresponde cuidar de ella, mañana estará de regreso en su departamento.

Traigo conmigo unas bolsas de comida china que tanto ama, unas confituras y revistas de cotilleo italiano, lleva gran parte de su vida viviendo en Nueva York pero no piensa perderse ninguna novedad de las celebridades de Italia. Según ella, las revistas del hospital son un asco con letras vagas y sin cultura.
Llego a su cuarto de hospital y le cuento cada cosa ocurrida desde la última visita que le hice. La interrupción de su madre, por supuesto, lo cual la molestó mucho; el contrato "ridículo" según su opinión; y la llegada de mi madre, cosa desastrosa, concluyó. Riley siempre está al día con mis situaciones, y no contarle de mis novedades es como no alimentarme bien.

Veo que ha mejorado muchísimo. La cicatriz es a penas visible, aunque se palpa, pero no afecta en su característica belleza natural. Puede sentarse con normalidad sin ayuda de nadie y mueve su pierna afectada un poco más. Necesitará mucha rehabilitación física luego de unas semanas, y saldrá de esta, de eso estoy seguro.

Me vuelve a comentar del embarazo y siento escalofríos cada que menciona algo referente al aborto. Cada día que pasa repudio más esa idea. Pero como ya dije, es decisión suya, y no seré yo quien se oponga...

💃Un baile para Franco🤑✅Where stories live. Discover now