Capítulo 19

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Mariana
Doy tres toques en la puerta del despacho de Franco y escucho su voz desde adentro indicándome pasar. Giro la manija un poco nerviosa y finalmente entro.
Camino incómoda, Ronan no me ha permitido siquiera cambiarme por la urgencia del asunto, el cual deseo aclarar.

Levanto la cabeza y me encuentro con la frívola mirada de mi jefe. Tiene sus labios fruncidos y el mentón contraído, como si quisiera matar a alguien, bueno, en este caso, matarme.

—¿Me mandó a llamar? —le pregunto frente a su escritorio.

Siento su fría mirada recorrerme y me ruborizo.

—Siéntate —me ordena y asiento.

Una vez sentada titubeo antes de volverlo a mirar. Sus ojos reflejan algo que me asusta descubrir, pero me mantengo erguida, pues creo saber de qué se trata.

—¿Cuál ha sido su nueva ubicación en Vitale? —cuestiona y se deja caer contra el espaldar de su silla. Lleva sus dedos índice y pulgar al puente de su nariz y estira sus labios mientras espera por mi respuesta.

—De... de asistente en el camerino de las bailarinas —contesto. Mis dedos no dejan de temblar bajo la mesa y hago todo lo posible por no demostrar mi pánico.

—Exactamente —afirma y se inclina hacia adelante, apoyando sus brazos sobre la mesa. Me mira con la misma intensidad de siempre y continúa—. ¿Y qué hacías en las barras?

La verdad ya me esperaba esa pregunta, y por desgracias no preparé ninguna respuesta.

—Yo... —musito y trago en seco—, estaba ayudando a Isa.

—¿Y para ayudarla era necesario vestirte así? —inquiere apuntandome con su azul mirada y eso me hace sentir más expuesta de lo que me sentía.

—El uniforme no me permite siquiera caminar —alego irónicamente y ruedo los ojos.

—El punto es que tu trabajo es ayudar en el camerino, las barras no son lo tuyo —taja entre dientes lo último y alzo a la par mis cejas.

—¿Me vio bailar en el salón verdad? —le pregunto con una sonrisa de lado.

—Sí.

—¿Seguro que las barras no son lo mío? —cuestiono ahora inclinada hacia adelante, quedando a centímetros de su imponente rostro.

—No te contraté para eso —ignora mi pregunta.

No entiendo el motivo de su molestia y vuelvo a recargar mi espalda en la silla, cruzada de brazos. Él hace lo mismo y pasamos unos segundos mirándonos fijamente, como si ninguno supiese que decir.

«Las barras no son lo tuyo». Sus palabras me desconciertan. Isa y todos en el salón halagaron lo bien que lo hago.

He escuchado a las chicas hablar de lo bien que les pagan por bailar solo tres horas al día. Eso les permite mucho tiempo libre. A demás, el pago, eso es lo que me interesa.

Pero mi madre infartaría si se entera, y ni hablar de mi abuela

«No Mariana, a ti no te educaron para eso». Me recrimino a mi misma.

Bien sé que el streeptease dance es un oficio tan honrado como cualquier otro, y que las chicas deben ser respetadas y solo bailan usando sus dotes y sensualidad para ganarse la vida, pero nunca antes me imaginé en algo así. Tanto por el atuendo como por lo insinuante que es bailar frente a tantos hombres que quien sabe que harán a mis costillas.

«¿Y si pruebas? ¿Y si te planteas bailar aunque sea para ver qué tal te va?». Las preguntas me invaden y pican en la punta de mi lengua.

—Quiero bailar en barra —suelto y mi corazón se dispara ante mis locas palabras y la cara que ha puesto Franco.

💃Un baile para Franco🤑✅Where stories live. Discover now