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El funeral pasó de un borrón; de verdad apenas podía recordar que era lo que había pasado ahí.

Pero eso sí, sé que pasé la mayor parte del evento en un rincón, lejana a todos los presentes.

Estaba en estado de shock. Asimilando el hecho de que Sergio ya no estaba vivo.

De que había, probablemente, sido la última persona que él vio.

De que lo había insultado y herido, de que esas habían sido mis últimas palabras hacía él.

Fui una pésima hermana hasta el último momento. Y ahora no podía remediar mis errores.

Me quedaría hasta el último minuto de mi vida con la culpa y el arrepentimiento por haber hecho lo que hice con Sergio.

Si pudiera regresar el tiempo, no lo regresaría a esa mañana dónde lo perdí; lo regresaría hasta el primer día en el que comencé a cambiar mi relación hacía él. Cuando todo decayó por mi culpa y causé muchas peleas de mi parte con él.

Quizás si no hubiera discutido con él, todo sería diferente ahora; quizás seguiríamos siendo esos hermanos que éramos en mi infancia.

Quizás, él seguiría vivo.

Cuantas cosas pueden cambiar por el simple hecho de hacer una cosa diferente, de tomar una decisión distinta. De tomar otro camino al que ya estaba previsto. Miles de cosas dejan de ser iguales con esa simple decisión.

En mi cuarto, en medio de la toda la oscuridad, donde nadie me veía, me permití llorar. Me permití desahogarme hasta no poder hacerlo más. Me permití maldecirme por ser una hermana de mierda. Me permití golpear la pared y sacar la ira que tenía contenida.

Y en medio de todo eso, me permití recordar.

Tanto los buenos como los malos momentos.

Desde el primer recuerdo que tenía con Sergio hasta el último.

Palabras que nunca te dijeWhere stories live. Discover now