3- Astoria

216 8 7
                                    

Los señores Parkinson reaccionaron igual que su hija, y se marcharon muy satisfechos con la idea de poder casar a su hija en un futuro no muy lejano con un conde. Draco, sin embargo, no dejaba de darle vueltas a la idea de que algo raro estaba pasando.

No era normal que él fuera el único que sintiese reparos hacia la boda, y tampoco comprendía por qué el conde insistía en casar a su hija, aun sabiendo que se iba a morir.

Intentó hablar de ello con su madre.

–Madre –dijo, entrando en su cuarto–, no estoy muy convencido con el asunto de la boda.

–¿Por qué no, cariño? Todos salimos ganando con ello –respondió ella, peinándose en su tocador.

Draco tenía que admitir que su madre era elegante las veinticuatro horas del día. Ni siquiera ahora, vestida con su bata de color crema y sin sus ricas joyas y cuidado maquillaje perdía ese halo maravilloso que la iluminaba.

–Pero madre ¿no te das cuenta de que se va a morir? –preguntó. Narcissa le miró a través del reflejo.

–Comprendo tus recelos, Draco, pero no podemos desaprovechar esta oportunidad –dijo, con voz suave. Se giró para mirarle–. Esa pobre niña va a morir realmente, así que no cuesta nada hacerle creer que estás perdidamente enamorado de ella. Sería un gesto caritativo y maravilloso –añadió, mirándole con dulzura.

–No creo que ella se dé cuenta de nada, ya has visto cómo está –masculló Draco. Ella suspiró.

–Ven, siéntate a mi lado –le hizo sitio en su banqueta, y cogió su mano cuando él obedeció–. No debes sentirte culpable por esto, cariño, tú no has provocado su enfermedad. Además, tú quieres a Pansy ¿Verdad?

–No lo sé –Draco decidió sincerarse–. Madre, si yo pudiera decidir, no me casaría con ninguna de las dos. A Astoria no la conozco de nada, y Pansy... es Pansy.

–Sé lo que quieres decir –asintió ella–, pero ya le hemos dado nuestra palabra a los Parkinson. ¿No hay ninguna posibilidad de que os llevéis bien?

–Si todo lo que le sobra de lengua lo tuviese de cerebro...

–No seas así –le regañó ella, aunque con suavidad. Conocía demasiado a Pansy como para intentar defenderla. Miró a su hijo a los ojos–. Ningún contrato matrimonial es eterno, más aún si no se ha firmado nada. Tú no debes casarte con ella si no quieres.

–¿De verdad tengo esa opción?

–Sí, si estuvieses dispuesto a romper todos nuestros contactos con los Parkinson.

–No me importaría –asintió él, con fervor–. De verdad.

Narcissa se rio con suavidad, y por un momento, Draco sintió que volvía a ser un niño pequeño que era reprendido por su madre.

–Madre ¿puedo hacerte una pregunta?

–Claro que puedes.

–¿Tú amabas a mi padre cuando te casaste con él? –preguntó, temeroso de que ella se molestara, pero a Narcissa no le importó.

–Nosotros éramos novios cuando estábamos en Hogwarts, así que fue fácil arreglarlo con nuestras familias. Ellos decidieron seguir el método tradicional y realizar la negociación y firma del contrato igualmente, pero sí, le quería –sonrió, acariciando el pelo de su hijo–. Por eso, cuando supimos que Pansy y tú estabais saliendo juntos, pensamos que podríamos facilitaros las cosas.

–Yo salgo con Pansy porque a vosotros os parece bien –admitió él, mirando al suelo–. Pero nunca tuve intención de casarme con ella, ni nada parecido... aunque siempre sospeché que acabaríamos así.

Matrimonio de conveniencia (Draco x Astoria)Where stories live. Discover now